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En un acto por el 39º aniversario de la Revolución Sandinista:

Arropado por sus seguidores, Ortega denuncia "plan golpista" en Nicaragua

viernes, 20 de julio de 2018

Amanda Marton Ramaciotti
Internacional
El Mercurio

El Mandatario acusó a la Conferencia Episcopal del país de ser parte de una conspiración en su contra y negó su responsabilidad en la crisis.



En medio de una severa crisis política y social en Nicaragua, el gobierno celebró ayer el aniversario número 39 de la Revolución Sandinista y envió un claro mensaje a sus detractores: el Presidente "Daniel Ortega se queda".

"Decían (los opositores) que las protestas eran pacíficas. Pero de a poco fueron sacando sus uñas, sacando sus garras y sacándose las máscaras. Y terminaron diciéndome: 'tienes que irte ya'", dijo el Presidente ante una multitud que coreaba "no se va; no, se queda (...) aunque te duela, Daniel se queda" en la Plaza de la Fe, al norte de Managua.

La crisis comenzó el 18 de abril, cuando estallaron las protestas en contra del gobierno por una reforma al sistema previsional. Aunque Ortega dio marcha atrás en la iniciativa a los pocos días, los manifestantes ampliaron sus demandas para exigir el fin de la corrupción y la renuncia del Presidente. Los opositores acusan al Mandatario de controlar a los medios de comunicación, de fraude electoral, de manipular a la justicia y de querer instaurar una "dictadura familiar" de la mano de su esposa, la Vicepresidenta Rosario Murillo.

El gobierno reaccionó reprimiendo las protestas, incluso con elementos paramilitares afines al sandinismo. La violencia ha dejado hasta ahora más de 350 muertos, según organismos de derechos humanos. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos responsabiliza al gobierno de "asesinatos, ejecuciones extrajudiciales, malos tratos y detenciones arbitrarias". Y en medio de la crisis, miles de nicaragüenses han huido a países vecinos, principalmente Costa Rica.

Pero el Presidente niega las acusaciones. "Yo soy víctima de un golpe (...) ha sido una batalla dolorosa, nos enfrentamos a una conspiración armada de golpistas nacionales con el apoyo de organismos internacionales", afirmó ayer Ortega ante miles de seguidores que portaban las banderas rojas y negras del Frente Sandinista de Liberación Nacional.

El Mandatario también apuntó a la Iglesia Católica -que ha intentado impulsar un diálogo- de "ser parte del plan golpista", lo que "descalifica a los obispos" para estar en la mesa de negociaciones que busca la salida a la crisis. "Yo pensaba que los obispos eran mediadores, pero estaban comprometidos con los golpistas, eran parte del plan golpista, era un golpe de Estado lo que querían provocar en Nicaragua", insistió.

La Conferencia Episcopal propuso a Ortega adelantar las elecciones generales para el 31 de marzo de 2019, sin que él pueda presentarse a la reelección. El miércoles, la OEA también exhortó a Managua a adelantar las elecciones presidenciales a marzo.

"Aquí, Nicaragua libre, aquí no se rinde nadie. ¡Ni un paso atrás!", dijo, en la misma línea, Murillo. La Vicepresidenta aseguró que el gobierno "va a reconstruir lo destruido" y pidió un minuto de silencio por las vidas "que han sido arrebatadas en los últimos tres meses por el terrorismo golpista infame", en referencia a los efectivos de seguridad que han muerto en los enfrentamientos. Luego, invitó al escenario a Amanda Pineda, una militante sandinista que "perdió a su hijo ante la terrible crueldad que algunos terroristas hicieron" en Managua.

Con una desaprobación de 63% (según Gallup), el acto de ayer por el aniversario de la Revolución Sandinista fue distinto al de años anteriores: no contó con la velada en la víspera de cada 19 de julio. Tampoco fue acompañada por ningún jefe de Estado, y tuvo una baja convocatoria en Masaya, León, Estelí y Matagalpa; entonces bastiones de la lucha contra la dictadura que lideraba Anastasio Somoza que ahora se han levantado contra Ortega.

Figura sandinista

Para asegurar que el mensaje llegara a todas partes, el gobierno ordenó a los medios de comunicación, incluyendo empresas de TV cable, a interrumpir obligatoriamente su programación habitual de ayer para transmitir el discurso del Presidente y mostrar a sus simpatizantes.

El objetivo, según el gobierno, era "recordar a la figura que emergió de la Revolución Sandinista de 1979, cuando encabezó al movimiento guerrillero que liberó a Nicaragua de la dinastía de los Somoza". Tras perder el poder en las elecciones de 1990, Ortega volvió a la Presidencia por las urnas en 2007, y desde entonces se reeligió en dos ocasiones, la última en 2016, con su esposa como Vicepresidenta.

El acto de ayer -que contó con la asistencia de los cancilleres de Venezuela, Jorge Arreaza, y de Cuba, Bruno Rodríguez- fue criticado por la opositora Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia de Nicaragua. "Hoy (ayer) no es un día para celebrar. Hoy haremos silencio en honor a nuestros hermanos. Seguiremos nuestra lucha cívica y pacífica hasta que el gobierno nos deje de matar, nos deje de apresar y nos deje ser libres", afirmó el grupo en redes sociales.

"Con este discurso agresivo e intimidatorio en el que descalifica a quienes luchan por un país mejor, Ortega no fomenta el diálogo (...) y solo pone obstáculos a una salida a la crisis de Nicaragua", dijo a "El Mercurio" Vilma Núñez, ex sandinista y danielista y actual presidenta del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos.

''De a poco, (los opositores) fueron sacando sus uñas, sacando sus garras y sacándose las máscaras. Y terminaron diciéndome: 'tienes que irte ya'".

''Yo pensaba que los obispos eran mediadores, pero estaban comprometidos con los golpistas (...) era un golpe de Estado lo que querían provocar en Nicaragua". ............................................................................................ REUTERS Presidente Daniel Ortega.

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