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EL EQUIPO DE DIDIER DESCHAMPS SE CORÓNO CAMPEÓN DEL MUNDO TRAS VENCER A CROACIA:

La fiesta de Francia empezó con goles y terminó con euforia y abrazos bajo el diluvio moscovita

lunes, 16 de julio de 2018

Rebeca Ampa Moscú
Deportes
El Mercurio

Lleno de emoción y gratitud fue el loco festejo de los galos en la noche mágica del bicampeonato mundial. "Es bueno ver a nuestro país unido", valoró el capitán Hugo Lloris.



"¡V engan los soldados! ¡Vengan los soldados!", ordena Antoine Griezmann con el puño apretado y el pecho invadido por la emoción, con lágrimas que caen al pasto de Luzhniki y se mezclarían con la lluvia que este loco verano ruso regaló como despedida junto al río Moscova.

Y ahí acuden esos combatientes con raíces del Congo, Haití, Martinica, España, Camerún, Senegal, Guinea, Guadalupe, Argelia, Mauritania, Togo, Mali, Angola, Marruecos, Filipinas... De Francia. De ese grupo multicultural de Paul Pogba, Samuel Umtiti, Hugo Lloris, Kylian Mbappé...

Pasan cerca de Luka Modric, quien los observa con la mirada triste. Una pena que conmueve hasta a los propios franceses. Griezmann parece pedir que alguien lo pellizque. No se la cree aún y trata de ocultar sus emociones cubriéndose con su camiseta, mientras en el palco la esposa del Presidente galo, Brigitte Macron, baila al ritmo de "Allez, allez, allez".

Celebra el campeón del mundo. Merecido vencedor por 4 a 2 de una Croacia desgastada.

Hora de la premiación y una imagen se inmortaliza: Emmanuelle Macron entra de la mano de su homóloga balcánica, Kolinda Grabar-Kitarovic. Una muestra de respeto que los hinchas agradecen con aplausos. El Mandatario ruso, Vladimir Putin, ingresa junto al mandamás de la FIFA, Gianni Infantino.

Momentos después, la lluvia se convierte en diluvio.

Estaba anunciada, pero recién varios minutos después allegan un paraguas negro, que solo cubre al Presidente anfitrión. Los demás tendrían que esperar.

Ríen, saltan y lloran

Francia logra 20 años después elevarse a los altares y conseguir su segundo título. Y si antes pocos creían en este joven equipo, ayer el orbe se rindió ante la selección que deleitó con su demoledora efectividad. Qué importa si ayer tuvieron apenas un 39% de posesión. "Les Bleus" son campeones, otra vez.

Y baila Ngolo Kanté, quien hoy recoge elogios de todo el planeta y que hace 20 años, cuando Didier Deschamps alzaba el mismo trofeo, recogía basura junto a su padre en París.

Y salta Olivier Giroud, un "9" generoso que no metió un solo gol (tal como Stephane Guivarc'h en 1998), pero que celebra sin medias tintas.

Y ríe como un niño Mbappé, quien no había nacido cuando Deschamps capitaneaba la primera hazaña mundial de los galos, y que celebró su gol, el que liquidó a Croacia, con el gesto que le hace su hermano menor cada vez que le gana en los videojuegos.

"¡Allez, Tonton!" ("¡Vamos, tío!"), se le escuchará más tarde a "Donatello", hablándole en la zona mixta a Djibril Sidibé, su ex compañero en Mónaco, al que ve como a un hermano mayor y muy tranquilo de... 25 años. Ríen pletóricos.

"Es el premio al trabajo serio", destaca Deschamps, mientras la prensa mundial compara a este equipo con aquel de 1998, en el que también actuaban Zinedine Zidane, Marcel Desailly, Youri Djorkaeff, Lilian Thuram...

Con la cara empapada, "Didi" prefiere elogiar a sus pupilos y valorar un proceso duro, que inició en 2012. Del que dejó apenas seis hombres de Brasil 2014 y solo nueve de la Euro 2016, cuando su gestión se llenó de críticas que incluso lo acusaron de racista y de no haber controlado la euforia de un plantel que se sintió ganador antes de tiempo.

Pero su día de gloria ha llegado. Y esos mismos muchachos que eligió, y que constituyeron la segunda selección más joven de la Copa, lo sorprenden con un manteo en la cancha. Y también en la sala de conferencias: cuando se dispone a hablar, irrumpen y lo bañan de champaña al grito de "¡Didier Deschamps! ¡Di-dier, Di-dier, Didier Deschamps!".

Ahora, las lágrimas brotan en el DT, con los fuegos artificiales y el grito de campeón retumbando en la noche moscovita.

"Es bueno ver a nuestro país unido", valora el capitán Lloris, quien tarda en dejar el estadio por ir al control de dopaje.

Antes, con varios de sus compañeros, había corrido por el campo de juego flameando banderas de Francia tras la conquista de Rusia 2018.

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