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Rimpac 2018

"Cuerdas separadas" en el Pacífico: la ausencia de China en el ejercicio naval más grande del mundo

sábado, 14 de julio de 2018

Juan Pablo Toro V. Enviado especial
Internacional
El Mercurio

BASE NAVAL DE PEARL HARBOR Con Estados Unidos como anfitrión, 25 armadas del Asia-Pacífico trabajan juntas en procura de la estabilidad de un océano por donde navega la economía del siglo XXI.



El mensaje fue claro y contundente: China ya no es bienvenida en el mayor ejercicio naval del mundo, porque Estados Unidos no quiere tener como invitado a un país al que acusa de militarizar islas naturales o artificiales para reclamar soberanía sobre aguas en disputa Y que, además de todo, envió un buque espía a aguas internacionales fuera de Hawai en etapas tempranas de esta nueva versión de Rimpac, como se confirmó el jueves.

Entre los numerosos destructores estadounidenses Arleigh Burke, el portahelicópteros "Ise" de la Armada japonesa, el buque anfibio "HMAS Adelaide" de la Real Armada Australiana, o las fragatas "INS Sahyadri" de India y la "Lynch" de Chile, y otros tantos navíos que por estos días estaban amarrados en la base naval de Pearl Harbor, era notoria la ausencia de la bandera roja con estrellas amarillas.

Aunque muy lejos de estas costas, la decisión de Beijing -la otra gran potencia del Pacífico- de instalar misiles antibuque, defensas antiaéreas y desplegar aviones de combate en sus nuevas bases en el Mar del Sur de China es una evidencia de cómo este amplio océano se vuelve cada día más un escenario de competencia estratégica, además de una plataforma para conectar economías (ver infografía).

La determinación de desinvitar a China de Rimpac, anunciada en mayo pasado, en plena visita del secretario de Estado Mike Pompeo a Beijing e inmediatamente calificada como "poco constructiva" por sus anfitriones, ocurrió tras la participación de este país en las últimas dos versiones de este ejercicio (2014 y 2016). En esas ediciones, China desplegó hasta cinco buques y 1.200 marinos, en una demostración de fuerza de una Armada que se encuentra en acelerado crecimiento, con la construcción de portaaviones, destructores y submarinos.

"¿Por qué deberíamos recompensar al zorro por su buen comportamiento en el gallinero cuando se sigue comiendo las gallinas?", responde a "El Mercurio" el profesor del Naval War College, James Holmes, autor del libro "Red Star over the Pacific", al ser consultado sobre los alcances de la decisión.

Entre las varias características que comparten las 25 naciones marítimas que participan en Rimpac con 46 buques -incluidas Australia, Canadá, Chile, Corea del Sur, Japón, Perú, México, Nueva Zelandia, Singapur y otras-, está su respeto a la libertad de navegación y la resolución pacífica de sus disputas. Incluso, si estas suponen cambio de límites marítimos por fallos de cortes internacionales o reclamaciones territoriales superpuestas.

Si bien la ampliación de la presencia de Beijing en el Mar del Sur de China lleva décadas y su aceleración a partir de 2014 coincidió con las invitaciones pasadas a Rimpac, la nueva Estrategia de Seguridad Nacional promulgada por la administración del Presidente Donald Trump en diciembre marcó un punto de inflexión. Ahora China, y también Rusia, son calificadas como "potencias revisionistas", que buscan reestructurar el orden mundial vigente y minar el poderío estadounidense a todo nivel.

¿Puede Rimpac ayudar a reforzar el poderío militar de Estados Unidos en el Pacífico frente a "potencias revisionistas"?

"Eso espero. Defender el orden liberal contra los agresores estatales no debe ser una cuestión de EE.UU.; nos corresponde a todos los que creemos en ese orden y nos beneficiamos de ayudar a defenderlo. Esto no debería ser una competencia entre Estados Unidos y China, o Estados Unidos y Rusia, etcétera. Debería ser una competencia entre los defensores del sistema, es decir, la mayoría de las naciones y los retadores que quieren derribarlo. La 'revisión' está dirigida a todos nosotros, y todos debemos unirnos para vencerla", sostiene Holmes.

Paradojas a flote

La disputa entre las potencias plantea un dilema en el Asia-Pacífico, porque para muchas naciones Estados Unidos es su principal socio de seguridad, y China el mayor socio comercial. Por las consecuencias económicas y políticas que puede tener, cada paso que avance un país en una dirección u otra tiene que ser bien calculado, para no quedar en medio de fricciones.

A eso hay que sumar nuevas paradojas que emergen en el Pacífico. Mientras Washington alega que defiende la libertad de navegación y envía buques a patrullar dentro de las 12 millas náuticas que rodean las "nuevas" islas en el Mar del Sur de China, tiene un gobierno que está abocado a una cruzada proteccionista. Y Beijing, que justifica la militarización de sus territorios insulares en defensa de la soberanía nacional, se alza como el paladín del libre comercio.

"Australia también se ha enfrentado a este dilema durante un tiempo: que nuestro principal socio comercial ya no es nuestro principal socio de seguridad, algo que nunca antes habíamos enfrentado en nuestra historia. No creo que podamos evitar este dilema para siempre, dado que el ascenso de China y su beligerancia es una amenaza para nuestra seguridad nacional, y creo que muchos otros países sienten lo mismo. En caso de conflicto, Australia se pondrá del lado de Estados Unidos; la cultura, el idioma, la historia compartida y los valores son demasiado similares como para dejarlos a un lado solo por el comercio. Muchos otros también lo harán, por miedo a ser engullidos por una China revisionista y expansionista", dice desde Sydney a "El Mercurio" Simon Louie, experto en Defensa y director en el Australian Risk Policy Institute.

Por ahora, ninguna de las dos grandes potencias del Pacífico -que aún colaboran en asuntos como la desnuclearización de Corea del Norte- ha pedido a sus socios que tomen partido. Y para alivio de muchos, la lógica de las "cuerdas separadas" aún sigue funcionando, aunque se vayan tensando por una guerra comercial y amenazando con enredarse algún día.

En ese sentido, el comandante de la Tercera Flota de Estados Unidos, vicealmirante John Alexander, en una reciente entrevista con este diario durante una visita a Chile, fue enfático en aclarar que "Rimpac no se trata de amenazas, sino de construir relaciones con nuestras naciones vecinas".

Desde este archipiélago cargado de lecciones históricas, Washington está tejiendo hoy un complejo sistema de alianzas bilaterales y regionales con países del Pacífico, para garantizar la seguridad y estabilidad de un océano por el cual navega la economía global del siglo XXI. Ahí, los elementos esenciales son Australia, Japón, Corea del Sur y cada vez más India.

De ese escenario surge la decisión de la Armada de Estados Unidos de tener el 60% de su flota en este océano en 2020. El otro pilar de esta estrategia que lanzó la administración de Barack Obama (2009-2017) era la firma del Acuerdo Transpacífico (TPP). Pero Trump pensó diferente.

Los esfuerzos de Beijing

La Armada de China no se ha quedado de brazos cruzados. Con o sin Rimpac, ha intensificado sus ejercicios propios, ya sea con fuego real frente a Taiwán -al que considera una "provincia rebelde"- o con una enorme revista naval en el Mar del Sur del China.

"China quiere salvaguardar sus intereses y derechos marítimos", dice Lou Xiangfei, investigador del Instituto de Estudios Internacionales de Shanghai, restando dramatismo a lo anterior.

El objetivo legítimo de Beijing es asegurar las vías marítimas por donde importa petróleo y materias primas y exporta productos manufacturados, algo que comenzó haciendo de manera sutil con avanzadas comerciales, pero que hoy se manifiesta con el refuerzo defensivo de las islas y la apertura de bases de ultramar, como en Djibouti, en el cuerno de África.

"Construir un país marítimo fuerte es un anhelo que tengo hace mucho tiempo", dijo el Presidente chino, Xi Jinping, en una reciente visita al puerto de Qingdao, en la costa este del país.

¿Cómo se manifestará ese sueño en el gran Pacífico? ¿Cuáles son sus límites? ¿Y qué hará Estados Unidos al respecto? Son interrogantes que empezarán a responderse pronto. Desde Pearl Harbor se pueden empezar a intuir algunas respuestas.

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