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El mito de Takilleitor

la peor película del cine chileno

sábado, 14 de julio de 2018

POR ARTURO GALARCE ilustración Vicente Martí
Entrevista
El Mercurio

En 1998, hace 20 años, se estrenó Takilleitor. Fue por televisión abierta, en TVN, y se convirtió en el fin de una historia que comenzó siete años antes, con un rodaje de locos. Desde entonces, la obra de Daniel de la Vega y protagonizada por Luis Dimas, se convirtió en una cinta de culto, adorada y repudiada a la vez. Este es un repaso de cómo se hizo, en la voz de los protagonistas de la película, que, a la distancia, resume bastante fielmente el mundo cultural de los años noventa en el país.



Luis Dimas, protagonista.

"Yo pensé que yo era Takilleitor".

Daniel de la Vega, director.

"Luis estaba muy contento cuando le ofrecí participar, por ese entonces él ya no tenía la repercusión de años anteriores".

Luis Dimas, protagonista.

"Pero cuando vi el guion descubrí que yo no era el personaje principal. Yo quería ser Takilleitor".

Daniel de la Vega, director.

"Yo había estrenado País de octubre en 1990, y al año siguiente decidí que era momento de hacer Takilleitor. Siempre quise trabajar con Dimas y lo busqué. Le expliqué que quería hacer una película que tratara de un ídolo popular que pudiese narrar momentos actuales y del pasado de Chile. Momentos en los que nos reconociéramos y nos entendiéramos un poco. Sobre todo a través de un personaje que había quedado en un imaginario muy conflictivo, en una época donde todo era blanco o negro políticamente. Mi idea era esta: narrar el presente de unos policías, interpretados por Schlomit Baytelman y Sergio Hernández, que investigaban un secreto oculto en un papagayo".

Felipe Vilches, guionista.

"El nombre de la película lo traíamos de un tipo de artistas expresivos con convicciones sociales y del arte mismo. Los llamábamos los takilleros. Eran los que hacían una exposición y la gente iba, y había un cóctel, un vinito. Triunfadores de los años 80. Pero también nos asombraba Terminator. Esa cosa estruendosa de la ficción, y la condición nuestra, en un país del Cono Sur".

Luis Dimas, protagonista.

"Primero dije que no: pensé altiro que iban a salir los del mundo del cine, los de izquierda, a decir qué hace ese momio acá, siendo que yo no soy un momio per se. Pero acepté la propuesta. Mi carrera estaba muy baja en esos años. Esto me tiraba para arriba. Significaba mucho para mí. El problema era que el guion era muy malo. Era cursi. Los capos te hacen guiones perfectos, naturales. Los siúticos, no".

Felipe Vilches, guionista.

"En ese período Luis estaba humilde, tranquilo, mesurado. Tuvo que valorar el guion. Estaba contento y nosotros nunca fuimos tan izquierdistas cuando lo elegimos a él. Nunca fuimos más transgresores que izquierdistas, más adelantados que izquierdistas. Si te pones a pensar, desde el camarógrafo, el sonidista, todos eran de izquierda. Los más cómodos éramos nosotros. Esta era la actitud nuestra: tomemos a este compadre que ha sido siempre libre cantando. ¿Lo van a venir a hue...? ¿Cuántos favores le habrá hecho la derecha? Pocos. Es el único rey a mano".

Daniel de la Vega, director.

"No te imaginas la cantidad de prejuicios que tuve que vivir: 'Daniel, tu película nos encanta en términos generales, pero si el personaje fuera otro...'. Te estoy hablando de personas que podían cambiar el destino de la película, prestando o no apoyo. Mucha gente me dijo: 'Tu película País de octubre'tiene valor, pero yo creo que en Takilleitor te equivocaste al poner a Dimas". Trataban de que me replanteara, pero yo estaba decidido a hacer esa película. No por un par de millones iba a cambiar al protagonista y a los actores. Yo les decía: 'No estoy hablando de una persona, sino de una generación y un momento que estamos viviendo. Fuera de ser un ídolo popular, nos enfrenta a todos nuestros fantasmas'. Dentro del equipo no creo que haya habido ese tipo de comentarios. O quizá en silencio".

Berta Valenzuela, script.

"Alguna vez lo conversamos. Le preguntamos a Daniel qué hacía con este tipo. Dimas era un pelmazo, un pelotas. Tenía un ego que yo decía: 'Ya, está bien, tiene sus canciones, pero está bastante en decadencia'. Yo lo traté muy poco, pero era muy tonto. En la primera escena, en la toma del avión, cuando Takilleitor está jugando ajedrez en el capó del auto, y mientras se supone que Dimas le indica mover las piezas desde el aire, ¡el tipo se subió al avión! Yo le decía: 'No te vas a ver, no tienes para qué subirte'. 'Nooo', dijo, 'me tengo que subir'. En fin. Yo estaba ahí porque le había pedido trabajo a Daniel, pero un par de veces llegábamos a las citaciones de filmación y el rodaje estaba suspendido".

Daniel Ugarte, productor ejecutivo.

"Fue un proceso muy interrumpido, básicamente por recursos. Nos juntábamos a pensar cómo levantar la película. Daniel me llamaba diciendo que no teníamos ni un peso. Llamábamos a Cuba, a Max Marambio. Le mandábamos unos fax largos, pero nunca llegó la ayuda. Una vez fuimos a ver a Jorge Yarur con Daniel. Le dejamos el guion y no nos pescó mucho. Estaba en otra. Salíamos a la calle a buscar auspicio de restoranes, de marcas, de lo que fuera. Recuerdo que Lada nos pasó unos autos y que conseguimos auspicio de una bomba de bencina. Ericsson también nos pasó unos celulares gigantes, los primeros celulares".

Hugo Espinoza, asistente de dirección.

"Teníamos un capital muy chico. Filmamos una semana con lo que teníamos y en febrero del 92 fuimos a hablar con Ricardo Larraín (La Frontera, 1992), de Filmocentro, que nos ayudó mucho, con equipos, con una oficina para hacer los casting. Nos preguntó cómo íbamos. En un 30%. Y nos dijo que se iba a abrir un concurso que se llamaba Fondart. Fue el primero. Ya había habido uno en dictadura pero no se habían entregado los premios. Postulamos y lo ganamos. Pedimos 23 millones de pesos y nos dieron 10: al final se gastó alrededor de 60. Mientras esperábamos la plata abrimos una línea de crédito en el Banco Estado. Sabíamos que cuando recibiéramos lo del Fondart íbamos a salir con la película terminada.

En esa época, en esas interrupciones, Luis Dimas enloqueció: comenzó a hablar a la prensa que estaba grabando una película sobre su vida. Fue complicado. 'Lucho, Lucho', le decía yo, 'bota ese paquete. Bota ese paquete, tíralo al baño y después llámame. Anda a darte una ducha, duerme un rato'. Te llamaba a las tres de la mañana para hue...".

Luis Dimas, protagonista.

"Yo no tomé cocaína en ese tiempo, porque con la cocaína me iba pa' adentro. Eso es absolutamente mentira porque yo jamás a nadie le he conversado que estoy tomando coca. ¡Es totalmente mentira! Y qué raro que lo diga el Hugo, porque el Hugo le pegaba a la hue... Yo no po, yo trataba de disimularlo. Una vez jalé, pero nadie supo. Yo podría decir un montón de cosas, de inclinaciones sexuales, que te miraban y te hacían convites a salir con cabritos durante la grabación. Me invitaban. O me querían probar, no sé...

A la Paty Rivadeneira le tuve hartas ganas, pero jamás me acosté con ella. Éramos muy amigos. La Alejandra Fosalba se me insinuó. Era rica. '¿Y cuando vamos a pasarlo bien?', me preguntó. 'Cuando seamos más viejos', le dije yo. No me gusta meterme con compañeras porque pierdes. Pierdes como artista. Pierdes el misterio, ¿me entiendes, no? Ya no te respetan tanto. Fui lo suficientemente no tonto como para no caer".

Alejandra Fosalba, fan de Luis Dimas en la película.

"Ja, ja, ja. Supongo que es una broma. Mi respuesta es: ja, ja, ja".

Hugo Espinoza, asistente de dirección.

"Nos reunimos varias veces a analizar cómo Dimas se estaba tomando la película. Porque estaba diciendo que era de su vida. Y no era de su vida. Luis Dimas es un mitómano, siempre lo fue. Era una época en la que se estaba separando. Estaba bien descolgado, volviendo a funcionar en el circuito de la noche. Parrilladas de San Diego, en Buin, sin publicación de discos. El Night and Day a las dos de la mañana, los Braseros de Lucifer. Hacíamos unos shows que era una troupe de amigos que lo seguían. Yo me hice amigo de Luis Dimas. Lo ayudábamos para que hiciera sus shows y sabíamos que lo estaban acosando harto en los medios con esta cuestión de que la película era un mito, porque no se terminaba. Que la película de Luis Dimas no existía".

Daniel de la Vega, director.

"Y él no se equivocó en decir que era una película de su vida. Lo que yo quise hacer, viéndolo a distancia, porque no estaba de moda el género en ese entonces, era un falso documental. Yo decía que era un thriller, porque es como la veía, con esta situación con los detectives y el suspenso. Pero Taquilleitor tiene mucho del falso documental, por lo tanto tiene mucho de la vida de Luis Dimas. Toda esa confusión de la prensa le hizo bien y mal a la película. Había expectativa, pero también había morbosidad por ver a Dimas. A Lucho lo molestaron mucho, lo estresaron mucho, porque la película no se terminaba".

Gonzalo León, encargado de prensa.

"Dimas con Daniel terminaron siendo amigos. En un punto el Takilleitor de la película, que era el mánager, terminó siendo Daniel de la Vega en la vida real. Era su representante. Era algo alucinante. La película se había trasladado a la realidad. Para mí la genialidad de la película es todo lo que pasa desde el momento en que Daniel de la Vega encuentra a Dimas".

Daniel Ugarte, productor ejecutivo.

"Cuando llegó el dinero de Fondart fue lo que más ayudó. Ahí comenzamos la grabaciones. Daniel de todas formas me había pedido ayuda económica. Cachaba que yo podía conseguir más plata. Yo tenía unas acciones y las vendí todas. Quedé desbancado. Había que cumplir con la gente. Las vendí para ir saldando esas deudas, que eran de equipos arrendados, básicamente. Las actrices y actores recibieron todos sus sueldos. Me acuerdo de que iban a cobrarme a mí, al Banco Sudamericano, que es donde trabajaba como ingeniero comercial. Después me tuve que ir porque llegaban todos para allá. "Fugarte", me decían... Éramos una cooperativa. Todos colaborábamos. Cuando filmábamos en terreno me llevaba las nanas mías y de la casa de mi mamá, y partíamos con ollas y hacíamos comida para la gente. Todas estas locaciones eran como de dos, tres días. Carreteábamos. Olvídate. Llegaba mucha gente, copete, pitos, en ese tiempo todos se pegaban en la pera un poquito. En la misma hue... había un dealer, trabajando. Iba harta gente. Dimas no tanto".

Rodrigo Vidal, Takilleitor.

"Yo llegué a la película por casualidad. Pasé a saludar a la escuela de teatro y ahí estaban grabando. Todos me gritaron: 'Takilleitor, tú eres Takilleitor'. Y desecharon al otro actor. Me acuerdo cuando fuimos a grabar a Valparaíso, donde hicimos esa escena en el bote donde Lucho improvisa la historia de Darth Vader. Yo nunca entendí nada del guion, para que voy a mentir. Nunca me quedó nada claro. Entendía un poco la locura, porque conocía a Felipe Vilches y Daniel, y de repente entendía un poco dentro de las actitudes de sus personalidades, de sus formas de ser, que de una u otra manera borroneaban el guion una y otra vez, entonces lo que se iba armando era bastante sui géneris".

Daniel de la Vega, director.

"Yo quería hablar de la confusión de la transición a través de este personaje popular, y como la transición es tan poco clara, llena de aciertos y malos aciertos, con una llegada a la democracia negociada".

José Luis Arredondo, director de fotografía.

"Era una irreverencia, quizá. Pero que se entendiera esa irreverencia, es otro tema. Si lo haces bien puedes ser Monty Phyton. Es sumamente difícil que algo así resulte bien. Basta con ver las películas de Terry Gilliam. Es súper irreverente, pero son unos peliculones. Yo creo que al Dani se le escapó de las manos. Él puede decir lo que quiera, pero no tenía la profundidad suficiente como para llegar a ser irreverente, ¿cachái? Yo creo que la película terminó siendo un ícono, pero básicamente por lo mala que es".

Hugo Espinoza, asistente de dirección.

"Los textos eran escenas, algunas con pequeños diálogos, o sin diálogo. Yo trataba de cuidar siempre la mínima coherencia en las grabaciones. Me acercaba a Daniel y le decía: 'Me parece interesante, pero ¿dónde lo querís poner?, ¿para qué estamos haciendo esta escena?' Daniel ya tenía una película en el cuerpo y una de las pocas criticas de País de octubre fue de Alberto Fuguet: "Daniel de la Vega sabe filmar, pero no sabe contar historias".

Gonzalo León, encargado de prensa.

"Daniel siguió el modelo de Raúl Ruiz, pero no con el talento de Raúl Ruiz. Como lo vio desde chico, porque su papá, el Pepe de la Vega, había estado presente y había visto de chico esta cosa media improvisada, de que el cine era divertido, de que no había que tomárselo tan en serio. El punto es que no todos tienen el talento, ni la suerte, ni la disciplina de Ruiz".

Daniel de la Vega, director.

"La gente habla más desde el ego que de otra cosa. Yo tengo la sensación de que el cine es muy psicológico y esto es una realidad de esta industria: los actores y los técnicos se suman a la sensación psicológica del momento. A mí me ha pasado con películas en las que he colaborado, que a la entrada del estreno un técnico, un actor dice una cosa, y a la salida empieza escuchar, qué dice el publico, qué dice un crítico, y han cambiado el discurso. Lo dicen más bien para protegerse".

Carlos Cabezas, música.

"Todos los que estábamos ahí estábamos queriendo entendernos mejor, en un momento en que los ejes estaban todos perdidos. Era como andar gateando en una escena totalmente desprovista, precaria, sin experiencias, sin un foco. Por ahí me hace sentido todo ese experimento que fue Takilleitor".

Patricia Rivadeneira, fan de Luis Dimas en la película.

"Ayer la busqué en YouTube. De partida mi nombre sale mal escrito en los créditos. No hay conflictos bien desarrollados, no tiene una estructura aristotélica, pero sin embargo, eso es algo típico de Felipe Vilches. Si tú mirabas como por escenas, entendías que estaba hablando todo el rato de la dictadura, pero como hablábamos en una época en que no se podía hablar. Todo se hablaba en metáfora".

José Luis Arredondo, director de fotografía.

"Yo nunca caché qué mierda estábamos filmando".

Patricia Rivadeneira, fan de Luis Dimas en la película.

"Sí, todo pegoteado. No hay nada que hacer. Es lo que es".

Rodrigo Vidal, Takilleitor.

"Por mi parte no vi un desarrollo puntual de personajes. Salvo Lucho y este par de detectives que andaban detrás de él. Y cuando le tocaba hablar a Lucho venían cambios radicales. Era muy desordenado en el set. No respetaba los encuadres. Mucha improvisación, muchos diálogos espontáneos que se arrancaban de la línea de guion porque Lucho era bastante incontrolable para aprenderse los textos".

Luis Dimas, protagonista.

"Eso me molestaba mucho. A veces se me acercaban y me decían al oído: 'Luis, ahora viene...'. '¡Oye, si yo sé lo que viene!, ¡no hue... po!', les respondía. No se me olvidaba nada del guion y sin pedir ayuda, sin quererlo, venía la Schlomit una, dos, tres veces, a decirme: 'Luis, ahora te toca ti'. Y yo paraba: '¡Si sé que me toca a mí!, ¡¿me entiendes?! ¡Si sé que me toca a mí!'. Te voy a decir algo: 'Yo soy muy buen actor, pero nato. Puedo llorar, soy histriónico, soy showman'. Habían actores que decían: 'Te quiero, y te odio'. Yo iba y le enseñaba cómo se decía: 'Te quieeero.... y ¡TE ODIO HUE...!'. Sergio, le decía, estás diciendo te quiero y te odio con la misma intensidad. 'Ah, sí, me decía', como diciendo: 'esta hue... de película'. A la Schlomit yo le decía: 'No se lo toman en serio'. 'Ah, no', me decía ella, 'eres muy árabe para tus cosas'. '¿Por qué? ¿Porque tú eres judía? No, Schlomit. Este es un director joven, talentoso, y creo que no estamos haciendo justicia. No veo empeño'".

Schlomit Baytelman, detective.

"Te prometo que tengo amnesia total de la película, pero me acuerdo de que Luis Dimas fue muy simpático. ¿Sabes lo que pasa? Como era post-dictadura recién, no era raro convivir con estos personajes. Estaba lleno. Habíamos vivido una época espantosa, entonces estábamos todos con una diplomacia metida en el cuerpo".

Luis Dimas, protagonista.

"La película no estaba a mi altura, y ellos creían que yo no estaba a la altura. 'Qué mierda está haciendo este cantantucho', deben haber dicho. Porque para ellos yo era un cantantucho. Sentía que se reían de mí, ahora se cree actor... Vi ahí la tremenda pedantería que hay detrás de los actores".

Sergio Hernández, detective.

"No recuerdo haberlo mirado en menos como actor. Yo creo que hicimos lo que nos pidieron que hiciéramos. Tampoco el aspecto político fue tan importante. Nunca es muy fácil, nunca es tan rico como uno quisiera cuando uno tiene que trabajar con personas que no son actores, pero acá cada uno hizo lo que nos pidieron. En este juego estábamos todos al mismo nivel creativo. No era una gran búsqueda ni exigencia mayor. Para él tal vez era más exigente que para nosotros. Para él debe haber sido mucho más importante, sin ninguna duda. Sin embargo, había como una mirada, una especie de reírse de él. Recuerdo en esa filmación en La Batuta, la producción consiguió mucho whisky, muchas cajas, y fue mucho, fue demasiado. Luis tomó mucho".

Gonzalo León, encargado de prensa.

"Yo recuerdo, en general que Lucho fue muy responsable, salvo la última grabación donde le dijeron que era la última participación suya. Era la última escena. Nos juntamos al mediodía en La Batuta. Tenía que cantar, con público, que eran las actrices y todos los extras. Como era el cierre, Daniel de la Vega había llevado unas cajas de Whisky Grants. Era desproporcionado. Una botella para cada uno o un poco más".

Daniel Ugarte, productor ejecutivo.

"Ese día me acuerdo de que llevé unos amigos del Chase, para que pusieran plata. Andaba Juan Pablo Bolocco. Iban con la idea de invertir. Quedamos de ir a las 12 del día para ver el show de Dimas, pero no pudieron llegar a la hora. Llegaron a las tres de la tarde y a esa hora todos los del equipo estaban enajenados. De repente veo y sale Luis Dimas por una puerta. Yo voy entrando con Bolocco y dos más, y Dimas a lo campeón: cuatro personas sacándolo con las patas arrastrando. Venía como tabla. Ahí se acabó el financiamiento del Chase".

Luis Dimas, protagonista.

"No creo que eso haya sido así. Puedo haber tomado, pero borracho, no. A lo mejor me curé más de la cuenta, pero no, no me acuerdo. Me acordaría. O a lo mejor lo estaba, para qué te voy a mentir: el día anterior había muerto mi madre y tomé. Pero no me acuerdo haber estado tan mal como dicen".

Daniel de la Vega, director.

"Son parte de los mitos. Si hay algo que se construye en películas de bajo presupuesto con personajes fuertes son mitos. La verdad que no me acuerdo tal cual fue, puede haber pasado".

Hugo Espinoza, asistente de dirección.

"En 1995 yo estaba en Copiapó y recibo un llamado de Daniel de la Vega. La película llevaba parada un año. Yo me había olvidado. Pero Daniel me dice que la habían vendido en 15 mil dólares a TVN. Que me devolviera para terminarla. Eso hice. Grabamos algunas escenas más, para darle cierta continuidad a la historia y al año siguiente fue el primer estreno, el 25 de octubre de 1996, en el Centro de Extensión de la Universidad Católica, en una muestra de la Comunidad Europea: necesitaban una película chilena inédita. Llegó harta gente. Estaba esta expectativa de tantos años, pero cuando comenzó no vi nada especial. Risas en momentos inesperados, esa cosa de que tenías preparada la escena y nadie se ríe ahí, y se ríen en otro momento. La escena del ovni, por ejemplo, que la habíamos hecho para que se rieran, no provocaba risa. Era como decir, oye, pero cómo tan inocentes. Todo el mundo cacha que es un juguete. No provocaba risa".

Daniel de la Vega, director.

"Yo estaba contento. La había terminado de producir y me parecía interesante mostrarla en ese contexto. Tengo un buen recuerdo de los comentarios. La sala estaba llena. Había risas, lo que más llamaba la atención siempre y que la gente lo terminaba reconociendo, era que iban morbosamente a ver a Luis Dimas. No era la película de Ugarte, ni de Vilches, ni de Daniel de la Vega. Era de Luis Dimas".

José Luis Arredondo, director de fotografía.

"Tengo recuerdos de haber salido muy enojado, muy molesto, y me fui al Biógrafo. Un amigo me trataba de consolar y me decía que mi trabajo estaba bien hecho, 'pero no, no se puede terminar así', decía yo. Puta qué me dio rabia. No entendía el para qué... Para qué presentar algo así. La duda que siempre me quedó fue quién es Takilleitor".

Berta Valenzuela, script.

"Fue todo caótico. No estaba terminada. Fue una copia en tres cuartos, en video. No había corte negativo, no había copia, yo creo que nunca hubo copia. Cuando empezó no entendí nada. Y algo me molestó: no había una mezcla de sonido, no se escuchaba bien, puede que me haya molestado eso: que era un despelote por darla, que no era lo que tenía que ser. Le faltaba post-producción. No sé si hubiera cobrado sentido con eso, pero me molestaba que no se escuchara. Antes de que terminara me fui".

Gonzalo León, encargado de prensa.

"A mí me sorprendió que cierta crítica esperara más de la película. Yo decía, a ver: se trata de Luis Dimas. Lleva dos años hablando de que es su película. ¿Podrías esperar algo bueno, una obra de arte? No tienes que ser un genio".

José Luis Arredondo, director de fotografía.

"Yo a las críticas les encontraba toda la razón. Hace poco hice el comentario en clases y saltaron cinco alumnos. '¡Esa película es un ícono!', me decían. Nunca les había contado que había trabajado ahí. Me decían que la escena del ovni es una joya. ¡Pero si la hicimos hue...! ¡Se ve el hilito!

Berta Valenzuela, script.

"Yo pondría otras más malas. La de Lamadrid, La rubia de Kennedy. Son malas. Pero claro, se entienden. Es que esta no se entiende. No tiene ni pies ni cabeza. Es de culto, que parece que es lo peor".

Daniel de la Vega, director.

"Salfate fue el más duro y el más liviano en sus comentarios. Yo a él lo busqué, pero nunca me dio la oportunidad de platicar con él. Seguí mi propio proceso. Cuando la estrené en TVN, en 1998, di por cerrado un círculo".

Felipe Vilches, guionista.

"Yo le respondí a través del Clinic. Le dije que era un caca blanca, un tonto que no entendía, que seguramente no había visto la película. La crítica a mí no me afectó. Me llamó la atención desde el punto de vista psicopatológico".

Luis Dimas, protagonista.

"Yo considero que Takilleitor fue un bluf. No una mala película, fíjate, sino una película mal hecha, que es distinto. Pero yo soy karateca y a Salfate después de su crítica me lo tuvieron que quitar de las manos. '¡Eres un imbécil!', le dije".

De la crítica del periodista Juan Andrés Salfate, publicada el 26 de octubre de 1996, en El Mercurio:

"Ayer, en el auditorio del centro de Extensión de la Universidad Católica, hizo su debut (luego de cuatro años en la banca) el segundo largometraje del realizador chileno Daniel de la Vega, Takilleitor. La obra de poco más de una hora de duración fue proyectada en video y en forma privada, entre cineastas, parte del elenco y amigos del realizador. Al final, la gente se retiró en silencio, sin mucha certeza de haber captado las intenciones del director. Takilleitor se supone una película de corte casi dadaísta, incluso disléxico. Un puñado de historias que parecen no tener comienzo ni fin, se revuelven sin orden ni concierto en el que debe ser el filme más insólito jamás visto en nuestro país. De lo único que podemos estar seguro es que Takilleitor se sale de sus casillas. Es, lo que se dice, una película anti todo: anti comercial, anti lógica, anti cine. Con algunos toques surrealistas, sin duda el momento más memorable del filme es cuando Dimas observa la llegada de un platillo volador de juguete, al más puro estilo de Ed Wood".

Felipe Vilches, guionista.

"Yo no volví a escribir para cine. Lo último relacionado que hice fue una vez que me crucé en la botillería El Corcho Abstemio, en Recoleta, con el Jano, que me preguntó si yo había hecho el guion de Takilleitor. Le dije que sí y me preguntó si quería hacer un guion para Rachell, la actriz porno. Llamó a Leonardo Barrera (productor de películas eróticas), y esa noche, en una casa, fumando cigarros como locos, escribí Hanito, el genio del placer. Y acá tengo Takilleitor 2, que no es con Luis Dimas. Es sobre un tipo que está jugando pool, muy bien vestido, y de pronto los contrincantes se dan cuenta de que no se refleja en un espejo del local, porque es un vampiro".

Daniel de la Vega, director.

"Haberla hecho fue una valiente decisión. Creo que no me equivoqué en elegir a Dimas, y agradezco a todos los que me ayudaron a hacerla, entendiendo o no entendiendo lo que yo quería hacer, pero nunca diciendo que yo no soy el que la hice. Estoy muy orgulloso de las dos películas que hice. Takilleitor 2 no están mis planes".

Luis Dimas.

"Yo no fui al estreno. Cuando la vi por supuesto que me sentí frustrado. Me quedaron debiendo ocho millones, más o menos, pero eso no importa. Cuando la tuve, la analicé. La vi como seis veces y cada vez la encontré peor. Quizá si hubiera hecho de Takilleitor, la descosía".

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