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Los desafíos de la carrera digital

lunes, 09 de julio de 2018

Economía y Negocios Online


Macarena Navarrete Socia principal EY Chile

Los países no sólo compiten entre ellos por atraer, retener y fomentar inversiones, sino también intentan correr más rápido que la velocidad a la cual crecen las expectativas de sus ciudadanos. En la actualidad, la competitividad digital es uno de los ejes esenciales de la competencia y, lamentablemente, en nuestro país vamos de la mitad hacia atrás en esa carrera. Chile tiene el lugar 37 de un total de 63 países analizados por el Centro Mundial de Competitividad de la Escuela de Negocios del International Institute for Management Development (IMD) de Suiza. Sin embargo, mirando el vaso medio lleno, podemos decir que somos los primeros en la región y en los países de habla hispana sólo nos aventaja España.

Desde antes de la instalación del actual gobierno, la agenda digital ha destacado en discursos y programas. Ahora vemos iniciativas y proyectos para perfeccionar la Plataforma Digital Chile Atiende, desarrollar el Plan Nacional de Infraestructura Digital, los proyectos de cable submarino de fibra óptica entre Chile-Asia, Chile Sin Papeleos, Red de Fibra Óptica de alta velocidad y un sinnúmero de aristas digitales en iniciativas de relación del ciudadano con el Estado, servicios médicos, educación, etc.

¿Qué efecto producirá entonces hacerlo bien en estos proyectos y los demás desarrollos a futuro? Podría pensarse que estamos tarde y que debemos resignarnos a estar de la mitad para abajo en el mundo y sólo liderar en América Latina. Aunque esto se puede mirar negativamente, ser número uno en Latinoamérica no es malo. Tener el liderazgo digital al sur de los Estados Unidos es ser un polo de atracción de inversiones globales que considerarán entre otras, esta característica a la hora de invertir.

Sin embargo, la resignación no es lo único que nos queda. Ejemplos hay muchos, pero creo que vale la pena mirar el caso de Estonia que no lidera en digitalización en términos generales, no obstante, es muy fuertemente a nivel estatal. Al tiempo de la disolución de la Unión Soviética su situación se veía desesperada. Una nación pequeña con poco territorio, pocos recursos naturales, desmantelado y recién en vías de organización. Todo dependió de la visión clara de quienes, sin tener nada decidieron optar por lo digital. En una década se transformaron en líderes globales en digitalización del Estado, un sistema digital con una construcción coherente en que la relación de los ciudadanos con el aparato estatal ocurre masiva y satisfactoriamente por medios electrónicos. Un país con servicios públicos digitales, que la población considera derechos ciudadanos y que les permite utilizar en labores de alto valor agregado a sus sólo 1,3 millones de habitantes.

Entonces la pregunta hoy será si el repunte de la economía y la bendición del cobre y otros recursos y las demandas sociales nos volverán a distraer o si lograremos, al tiempo de atender otras necesidades, dar prioridad a lo digital y liderar en ello no sólo en América Latina, sino a nivel mundial y en el ámbito privado y gubernamental también

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