El 11 de marzo pasado asumió Sebastián Piñera como Presidente de todos los chilenos. Lo hizo con un mandato popular otorgado por millones de ciudadanos, que ratificaron en las urnas un programa de gobierno. En estos primeros meses de trabajo ya se aprecian los ejes centrales de dicho programa, cuyo objetivo fundamental es poner a Chile en una ruta de progreso hacia el desarrollo integral. Desarrollo que es mucho más que crecimiento; es ante todo, oportunidades y seguridades de una buena vida, un desarrollo inclusivo que no deja a nadie atrás, y un desarrollo sustentable que cuida el medio ambiente y procura el bienestar de nuestros hijos y quienes nos sucederán. Para ello hemos avanzado en tres frentes simultáneos. El primero, restaurar una cultura de diálogo y amistad cívica, que comprende la democracia como un ejercicio de persuasión más que de imposición. Esto se ha venido concretando a través de las mesas de trabajo por los Cinco Acuerdos Nacionales, que han contado con la colaboración de Chile Vamos, de amplios sectores de la oposición y de la sociedad civil, y que ya están empezando a mostrar sus primeros frutos, como la de Infancia, que logró concordar una agenda por los próximos ocho años, que se traduce en 94 medidas y más de una docena de leyes. Asimismo, durante julio y agosto irán concluyendo su trabajo las de Seguridad Ciudadana, Salud, Araucanía y Desarrollo Integral. El segundo eje ha sido abordar las principales urgencias sociales, varias de ellas largamente postergadas. De esta forma, se ha puesto orden al proceso migratorio, compatibilizando una política integradora y respetuosa de los derechos y deberes de todos. También se ha dado curso al impostergable proceso de modernización de las policías, incluyendo la casi completa renovación del alto mando de Carabineros, y se ha iniciado la urgente intervención del Sename, partiendo por una completa auditoría del estado de salud de los niños, niñas y adolescentes que se encuentran en las residencias. El tercero se ha centrado en reactivar nuestra alicaída economía, recuperando la confianza en sus capacidades para crear empleos y bienestar. El crecimiento, que ya muestra signos positivos, es el primer piso de nuestra casa común. Sustenta el progreso y las condiciones para implementar políticas sociales que permiten que florezca una sociedad más libre y más justa. En los próximos tres meses continuaremos desplegando proyectos fundamentales de nuestra hoja de ruta hacia el desarrollo integral. Tal como lo señaló el Presidente en la cuenta pública, si en esta primera etapa nos encargamos de lo urgente, en la próxima abordaremos lo esencial. A los más de 35 proyectos de ley impulsados por el Ejecutivo, que abordan materias tan fundamentales como la creación de un nuevo sistema de financiamiento solidario para la educación superior, que pone fin al CAE, la Ley Proinversión, la Ley de Fármacos o las iniciativas de la Agenda Mujer, se irán agregando las grandes reformas del programa de gobierno, que siguen las principales prioridades expresadas por la ciudadanía. En primer lugar, vamos a fortalecer la seguridad ciudadana para reducir la victimización y el temor. Ello requerirá una profunda reforma a la gestión policial y al sistema de inteligencia. En segundo lugar, impulsaremos cambios a la salud pública y privada, mediante una reforma a Fonasa y a la Ley de Isapres. Tercero, enviaremos al Congreso dos leyes fundamentales para poner de verdad a los niños primero en la fila: la sala cuna universal y la reforma a la educación parvularia, para que la educación inicial asuma el protagonismo que merece. En cuarto lugar, para seguir reimpulsando nuestra economía, modernizaremos el sistema tributario e introduciremos tres reformas para destrabar las inversiones y modernizar el Estado. Por último, y quizás lo más importante, vamos a consolidar el sello social de nuestro gobierno. Junto a la indispensable reforma al sistema de pensiones, vamos a poner en marcha el Ministerio de Familia y Desarrollo Social y la Red Clase Media Protegida, que materializarán el compromiso de campaña de acompañar de mejor forma a las familias frente a las principales dificultades del ciclo vital, como las enfermedades graves, el desempleo o la longevidad extendida. De esto se trata el desarrollo integral. De que cada chileno se pueda parar sobre sus propios pies, en una sociedad meritocrática y solidaria que no deja a nadie atrás. Porque cada proyecto de vida cuenta y el desarrollo se alcanza con la participación de todos.