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"Amledi, el tonto" Próxima aparición:

Editan el "Hamlet" de Raúl Ruiz

domingo, 24 de junio de 2018

Pedro Pablo Guerrero
Revista de Libros
El Mercurio

Hueders publicará en los próximos días la obra de teatro que el cineasta chileno escribió a partir de una primitiva versión nórdica del siglo XII. William Shakespeare se basó en esta última para escribir la tragedia que ha obsesionado a escritores chilenos.



No tuvo hijos, pero consideraba como tales el centenar de películas que hizo, entre cortos, series y largometrajes. Muchas de ellas se basaban en libros ajenos; es decir, eran adaptaciones, aunque él prefería llamarlas "adopciones", para ser coherente con esa idea de paternidad. Lo mismo ocurrió en su dramaturgia, faceta menos conocida del realizador, y no tan prolífica. Amledi, el tonto fue la última obra teatral que escribió Raúl Ruiz y su estreno se realizó el 4 de enero de 2011, en el Teatro Municipal de Las Condes, siete meses antes de su muerte. "Ya se estrenó Amledi, el tonto . Estuvo lleno las siete funciones, con buena reacción del público y buenas críticas (salvo una)", anotó escuetamente en su Diario , el 14 de enero de ese año.

El texto dramático permanecía inédito hasta hoy. Su original, escrito a máquina, se conserva en el Archivo Ruiz-Sarmiento del Instituto de Arte de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Lo publica Hueders, en una pulcra edición al cuidado de Macarena García Moggia, autora de la nota preliminar, en la que advierte que la adopción literaria llevada a cabo por Ruiz está más cerca de la historia original de Hamlet recogida por Saxo Gramático en su Gesta Danorum , del siglo XII, que de la célebre versión que realizó William Shakespeare a partir de la lectura de las Histoires Tragiques (1570), de Françoise Belleforest.

En efecto, Ruiz sigue de cerca la trama de la versión primitiva, resumida por Jorge Luis Borges y Delia Ingenieros en su libro Antiguas literaturas germánicas (1951): Horvendil (Orvelde en el texto del chileno), padre de Amlodi o Amleth (Amledi) es asesinado por su hermano Feng, que se casa con su mujer, Geruth (La Reina). Amledi finge estar loco. Incrédulo, Feng lo envía con una carta al Rey de Britania en la que le pide matar al mensajero. Amledi, sin embargo, se termina casando con Jagurtha, la hija del monarca. Ruiz omite episodios que ponen a prueba la cordura de Amledi y altera la escena del consejero real (Polonio en el drama de Shakespeare) que espía al protagonista detrás de una cortina. Ruiz sustituye su muerte por la de Brandan, futuro santo irlandés, misionero, navegante y buscador del paraíso terrenal. Amledi lo asesina con un báculo (símbolo de autoridad) y luego hace descuartizar y hervir su cuerpo en agua para dárselo a los animales, tal como se narra en el libro de Saxo Gramático.

Así contado, el argumento de Amledi, el tonto suena brutal -y lo es-, pero su autor le imprime un sentido del humor muy chileno, sembrado de expresiones campesinas y referencias al folclor chilote que se entroncan, por cierto, con leyendas traídas por los conquistadores europeos. Imposible no sonreír frente a personajes daneses tomando "chicha en cacho", cuando en realidad los usaban para beber hidromiel. Acertadamente, Macarena García compara el sincretismo de la obra con el de la serie televisiva "La recta provincia. Mitos y leyendas del campo chileno" (2007), un poco anterior a esta obra dramática.

En el prólogo de Amledi, el tonto -ambientado en un bosque antes de una batalla- aparecen La Vala (una pitonisa de la mitología escandinava) y las Damas Blancas, en las que no cuesta mucho reconocer a las Nornas, el equivalente nórdico de las Parcas, que Shakespeare llama weird sisters (hermanas fatales) en Macbeth , y que son capaces de predecir el destino de los hombres. El propio nombre de Amledi evoca la palabra que los escandinavos usaban para la forma o figura de la persona, hamr , en oposición a su cuerpo físico ( líkamr ). Creencia estrechamente ligada a la del doble y el "alma animal" ( felgya ), que cada persona tiene y que la precede adonde vaya, tanto en esta vida como en la otra, idea que fascinaba a Raúl Ruiz.

Sobre este fondo de paganismo, Amledi se debate entre la venganza -mandato ineludible de los pueblos guerreros- y el perdón al que llama la nueva religión predicada por Brandan. El diálogo entre ambos es brillante en su ironía y profundidad. "¿Cristo, dices? Cántame su saga", le pide Amledi a Bran, compañero de Brandan. Este le resume la vida y milagros de Jesús, siendo interrumpido a cada rato por el príncipe, a quien solo le interesa la revancha ("¿Destruyó a Roma?"). Bran insiste en que los cristianos deben perdonar. "¡Perdonen nomás! ¡Así les va a ir!", interviene Orvelde desde el cielo, que clama a Amledi para ser vengado. La resurrección de Brandan, poco después de ser hervido en una olla, es la mejor demostración de su fe. Amledi no se convence del todo, pero al final del segundo acto ambas religiones llegan a un "acuerdo" o tregua.

En la tradición de Nicanor Parra y Raúl Zurita

El 28 de junio de 2009, Ruiz escribe en su Diario (Ediciones UDP, 2017) que tiene listas unas notas mentales sobre "Hamlet". Al mes siguiente, la lectura de unas páginas de René Nelli acerca del dualismo cátaro le dan ideas para Hamlet al revés , nombre original de la obra que ya estaba escribiendo: "Cristo, la luz, la bondad, vino al mundo de las tinieblas. No lo vieron, lo odiaron, lo mataron". El autor termina el segundo acto el 20 de julio. "Cada vez más cerca de Jarry", comenta, sin duda en alusión al rey Ubú, protagonista de las obras teatrales de Alfred Jarry que ofrecen una representación grotesca del poder tiránico. Ocho días más tarde, Ruiz menciona la obra que está escribiendo con su nombre definitivo: Amledi, el tonto . A fines de 2010, está corrigiendo el texto "para acercarlo a octosílabos o endecasílabos". El autor reserva los primeros, característicos de la poesía popular, para ciertos pasajes, en una versión final donde predomina la métrica irregular.

Amledi, el tonto es una obra que se puede apreciar en distintos niveles de lectura, y con más calma a partir del libro que de su representación teatral, fugaz por naturaleza. Su lenguaje, mucho más cercano a la farsa que a la tragedia, abunda en juegos de palabras con raigambre popular, fórmulas propias del catecismo medieval y esas oscuras perífrasis y metáforas de las sagas nórdicas, llamadas kenningar : figuras póeticas de cuyo rebuscamiento se burlan hasta los propios personajes. Desde el subtexto, en tanto, asoman visiones teológicas heterodoxas, a las que Ruiz era muy aficionado, manifestando un conocimiento que rozaba la erudición.

El cineasta y dramaturgo se inserta en una tradición de escritores chilenos obsesionados con Hamlet . Nicanor Parra intentó, por años, traducir esa obra de Shakespeare, tal como hizo con El rey Lear en su chilenísima versión Lear, rey & mendigo (2004), con la que vale la pena comparar el texto de Ruiz, sobre todo por las soluciones de habla coloquial. Parra tiró la toalla con Hamlet , pero no fue el caso de Raúl Zurita, que publicó su traducción de ese drama en 2014, con un lenguaje más universal. La de Ruiz no es, reiteremos, una traducción de la tragedia de Shakespeare, sino una versión o "adopción" de un texto muy anterior que le sirvió de base al dramaturgo inglés. Amledi, el tonto revela su plena actualidad en un mundo de poderes arbitrarios, violencia constante y creencias en transformación.

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