lunes, 11 de junio de 2018
Economía y Negocios Online
Alfredo Enrione Director del Centro de Gobierno Corporativo y Sociedad ESE Business School Universidad de los Andes
La aceleración permanente no es un estado natural para el ser humano. Vivir cayendo en paracaídas o en una montaña rusa sería una tortura. Sin embargo, es un hecho que nuestra forma de vida está siendo acelerada por los desarrollos tecnológicos que siguen lógicas exponenciales. Estas olas del cambio, como la inteligencia artificial, la robótica o la edición genética duplican su tamaño, velocidad y potencia cada dos años. Con esta lógica, si el tsunami del 2010 tenía oleajes de 10 metros del altura, hoy serían de más de 400 metros.
Somos testigos de un desajuste sin precedentes entre la aceleración en el ritmo del cambio y nuestra capacidad de adaptación. Nuestra habilidad para desarrollar nuevas formas para aprender y capacitarse, para crear nuevos sistemas de gestión y de construir redes de seguridad social que permitan a las personas aprovechar estos avances y amortiguar sus efectos negativos.
Este desajuste, está en el centro de la confusión, el caos y la angustia que vemos en las empresas, la política y buena parte de nuestra vida en sociedad. Probablemente sea el desafío más relevante para los líderes en las próximas décadas.
