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Ya sea por estrés, ansiedad y el uso de ciertos medicamentos, entre otros factores, el insomnio se ha vuelto un trastorno del sueño más común que antes, según nuevas investigaciones que se presentarán en la reunión anual de la Asociación Profesional Sociedades del Sueño, que se realizará a partir de hoy en Baltimore, EE.UU. Uno de estos estudios estima que alrededor del 25% de la población experimenta este problema cada año, aunque la gran mayoría logra superarlo y no queda con insomnio crónico. "Estos hallazgos revelan nuevos conocimientos sobre los caminos que toma el insomnio agudo y pueden informar las intervenciones que apuntan a un sueño deficiente y ayudan a las personas a recuperar suficiente sueño sostenido", explica el doctor Michael Perlis, autor principal del trabajo realizado por la U. de Pensilvania. Esta nueva investigación entrega los últimos datos sobre la prevalencia del insomnio agudo, que se caracteriza por la dificultad para conciliar el sueño o permanecer dormido por tres noches a la semana, durante al menos dos semanas consecutivas y hasta tres meses. El insomnio se vuelve crónico cuando esta misma dinámica se extiende por más de tres meses. "La prevalencia del problema está en aumento", advierte el doctor Pablo Brockmann, somnólogo del Centro del Sueño de la Red Salud UC y vicepresidente de la Sociedad Chilena de Medicina del Sueño. "Se estima que hasta un 45% de la población podría padecerlo en Chile, en distinto grado. Es un tema que debe ser abordado desde la salud pública, porque implica una mayor somnolencia, un menor rendimiento y se asocia a más accidentes y otros problemas". Consulta frecuente El fenómeno es transversal: afecta desde niños pequeños a adultos mayores. "Un tercio de los lactantes duerme mal, probablemente por culpa de las rutinas de los papás", dice Brockmann. En un estudio publicado en 2017 en el Journal of Clinical Sleep Medicine -hecho en cuatro capitales latinoamericanas-, se establece que el 41,6% de los santiaguinos sufre insomnio. Más de la mitad de los casos son mujeres. Entre las razones, una de las principales es el mayor estrés que viven las sociedades modernas, comenta el doctor Pablo Guzmán, neurólogo y director médico de la Clínica Somno. "Es un tema de visita frecuente al especialista y ocupa alrededor de un tercio de las consultas". Trastornos ansiosos y depresivos, malos hábitos de sueño, factores ambientales como vivir en zonas muy ruidosas, así como la exposición a dispositivos como celulares, computadores y televisores, también están alterando el buen dormir de las personas. "Nos hemos vuelto un país muy nocturno, en que los programas de TV comienzan muy tarde; en que se está conectado a dispositivos electrónicos hasta en la cama, lo que bloquea la producción de melatonina, que es la hormona del sueño", agrega Brockmann. Otro factor no menor es el abuso de medicamentos para el sueño: "La gente está sobremedicada; Chile es uno de los países donde más se toman fármacos para dormir", alerta el doctor Guzmán. Se estima que al menos el 23,7% usa sedantes para dormir. Benzodiazepinas, relajantes musculares o antihistamínicos son frecuentes, pese a que algunos tienen un perfil que puede generar dependencia. "Los fármacos para dormir deben ser prescritos por un profesional y por períodos muy cortos". Lo mismo ocurre con el uso de melatonina, cuyo efecto no ha sido estudiado del todo. De hecho, los expertos comentan que en la mayoría de los casos de insomnio una terapia conductual y una higiene del sueño bastan para revertir el problema. Esto implica corregir factores que favorecen el quedarse dormido, como fijar un horario para ir a la cama, no exponerse a pantallas ni comer en abundancia, así como realizar ejercicios de relajación, por ejemplo. Pero eso requiere de invertir tiempo y paciencia para cambiar hábitos, enfatiza Guzmán. "La gente hoy quiere soluciones inmediatas". En el estudio del doctor Perlis, basado en un seguimiento de un año a 1.435 adultos, se vio que alrededor del 75% de las personas que presentaron insomnio agudo recuperó un buen sueño al cabo de 12 meses, mientras que 6% desarrolló insomnio crónico.