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Bonos de impato social

jueves, 07 de junio de 2018

Economía y Negocios Online


Hernán Cheyre V. Instituto de Emprendimiento U. del Desarrollo

El “emprendimiento social” en su caracterización tradicional consiste en un proyecto impulsado y gestionado por emprendedores interesados en resolver un determinado problema social, utilizando para ello las herramientas y capacidades propias de la gestión empresarial, a través de iniciativas que tengan la capacidad de ser financieramente sustentables en el tiempo. Los emprendimientos sociales pueden ser organizaciones sin fines de lucro, como también empresas orientadas a la obtención de utilidades, pero que tengan en su misión el logro de un determinado objetivo social. El denominador común es el uso de un enfoque empresarial para abordar el problema que se desea resolver. Es por eso que dentro de esta categoría tienen cabida, a modo de ejemplo, instituciones tan diversas como la Fundación Teletón y empresas como Lab4U, la que a través de una aplicación en un smartphone permite simular experimentos realizados en un laboratorio, lo que es de gran utilidad para establecimientos educacionales de menores recursos que carecen de este tipo de instalaciones. En una categoría complementaria pueden situarse los “inversionistas sociales”, que son aportantes de recursos orientados al financiamiento de proyectos/emprendimientos sociales, y que a través de fondos de inversión u otros instrumentos canalizan recursos hacia este tipo de iniciativas.

Factor clave para lograr una mayor participación de la sociedad civil en proyectos de inversión social es la existencia de métricas que permitan la medición del impacto que se puede lograr con una determinada intervención. En el mundo de la academia y de las instituciones que apoyan las inversiones con impacto social se ha avanzado bastante en el desarrollo de técnicas de medición más apropiadas para este propósito. El lanzamiento hace pocas semanas del capítulo chileno del Global Social Impact Investment Steering Group, integrado por destacadas personalidades del mundo público y privado, sin duda contribuirá a fortalecer esta vía más novedosa para intentar resolver problemas sociales.

Los “bonos de impacto social” son un instrumento particular de gran potencial, por cuanto permite a las agencias de gobierno -nacionales, regionales y municipales- contratar con un tercero un proyecto para abordar un problema específico e intentar resolverlo, sin asumir el riesgo financiero asociado a que no se cumplan los resultados esperados, ya que los recursos son aportados por inversionistas que van a ser compensados únicamente en función de los resultados obtenidos. En un escenario de escasez de recursos públicos esta herramienta puede ser muy atractiva para escalar la provisión de servicios a grupos y comunidades más necesitadas en materias específicas. De paso, un instrumento de este tipo permite ir incorporando criterios de eficiencia en el uso de los recursos para resolver problemas sociales sin mayores traumas institucionales, por cuanto la operación misma de los proyectos y el riesgo asociado quedan radicados en un tercero. La actual coyuntura, tanto por problemas de recursos como por los consensos que se han ido construyendo en torno a problemas específicos (cuidado de los menores y reinserción de los reclusos que cumplen su condena, por ejemplo) es propicia para la realización de proyectos piloto utilizando el mecanismo de los “bonos de impacto social”.

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