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Guionista y Stand up comedy

Paloma Salas, ¿en serio?

martes, 05 de junio de 2018

Antonia Domeyko. Fotografías: Sergio López i.
Reportaje
El Mercurio

Provocativa y honesta, Paloma Salas habla de cómo su infancia escuchando comediantes gringos la llevó al stand up comedy, de su apoyo al movimiento feminista y de por qué le falta ambición. "Nunca he tenido eso. Tal vez es hora de que empiece a tenerlo".



Paloma Salas da pasos cortos por la cocina de su casa en La Reina. Intenta hacer una especie de imitación: como si el piso de baldosa roja fuera un escenario y las sillas de su cocina el público. Estira un brazo y la palma de su mano y lo mueve horizontalmente. Luego hace lo mismo con el otro brazo. Varias veces seguidas. Mientras los mueve repite muletillas: "esteee", "ehhhh", "buenooo", "ehhhh". Se está parodiando a ella misma en su primer show de stand up. Actúa seria, hasta que explota con una risa contagiosa.

Fue en 2010, en el segundo piso del antiguo Cachafaz, cuando estrenó, junto a Jani Dueñas y Felipe Núñez, un show de stand up comedy que se llamaba "Niño gordo". Paloma entonces tenía 24 años.

-Fue atroz, quería vomitarle la cara a alguien de nervios. Me quería morir, no sentía los brazos, tuve como pre ataque de pánico. Tenía la boca seca. Sentía vértigo -dice abriendo exageradamente los ojos, ahora sentada en una de las sillas de su cocina.

Paloma recuerda que para ese show practicó -literalmente- frente a los peluches que puso sobre su cama en su pieza en la casa de su mamá, donde vivió hasta los 27 años. Cronometró cada minuto de su diálogo: según lo ensayado la presentación debía durar 7 minutos.

-Duró 25, de mala nomás. Me pasó una cosa muy vergonzosa, me gustaban mucho los comediantes gritones, esos con energía, como que escupen cuando hablan, y yo traté de ser así. Soy cero así, menos en esa época en que era mucho más pava que ahora. Salió forzado, mal actuado. Ese día descubrí que tengo pánico escénico... filo, no sé hablar en público, pero la gente igual se rió.

Después del show Paloma se fue a su casa con una sensación contraria a todo lo que había pasado.

-Fue como, no. Necesito hacerlo de nuevo, salió demasiado mal. Se volvió como adictivo, un poco masoquistamente adictivo, y destructivo.

Ocho años después de esa primera presentación Paloma decidió dar otro paso y en mayo estrenó su primer show de stand up sola. Era el momento. Ya había participado en el exitoso show de stand up Hardcore, junto a Natalia Valdebenito, Jani Dueñas y José Miguel Villouta. También condujo el programa de Vía X, Campo Minado. Y el año pasado armó su actual programa de radio "Dueñas de Salas", con Jani Dueñas, en la radio Niu.

El show se llama "En serio". Lo montó en Teatro Aurora y lo organizó con la ayuda de su pololo, el arquitecto Nicolás Aracena -viven juntos hace un par de años-, quien la ayudó con la escenografía. La primera semana de mayo de este año se agotaron las cuatro fechas planeadas, por lo que extendió la temporada por todo junio.

-Nunca he querido ser famosa, lo único que he querido es hacer stand up bien. Ese es mi sueño ser muy buena comediante. Ahora estoy decente, pero aún no soy como me imagino en mi cabeza.



Comedia gringa y karate

Paloma Salas Ortiz es hija única. Sus papás se conocieron a los 20 años. Cuenta que su mamá, Paula Ortiz, tenía una tienda de decoración con muebles que traía de la India. Su papá, Francisco Salas, fue camarógrafo de reportajes sociales para Al Jazeera y CNN, pero luego por el peso de la cámara tuvo un problema en la espalda y entró a estudiar Arquitectura, a los 28 años.

En 1985 tuvieron a Paloma, se casaron y un año después se separaron.

-Lo que pasó fue que mi mamá se quedó embarazada de su pololo de adolescencia, mi papá. Desde que se separaron no tuvieron más onda, pero se aman, son mejores amigos. Siento que crecí con una especie de adolescentes. Mi mamá tenía 24, imagínate, obvio que quería hacer miles de cosas, por eso mi abuela me súper crió, yo prácticamente vivía en su casa.

Esos días, en los que se quedaba con su abuela cuando ella era chica, cuenta Paloma que se pasaba la noche viendo series de comedias norteamericanas, como The Nanny y otras "sitcoms".

-Mi abuela, aunque no era estadounidense, por alguna razón sabía mucho de comedia gringa de los 60 y 70, conocía a Bob Hope y Don Rickles. Ella me enseñó esa sensibilidad cómica gringa, me inculcó mucho Charlie Brown, me hizo leer a Salinger, como esa cultura pop gringa.

En octavo básico descubrió el programa Napster. En vez de bajar música, Paloma bajaba álbumes de comedia.

-Me gustaba mucho, pero era un hobbie que no podía compartir con nadie, era como una cosa que me gustaba por mi cuenta. Tenía una casete de Adam Sandler diciendo chistes e imitando a personajes. Me lo sé de memoria, si lo pongo ahora lo digo entero moviendo la boca.

Toda su época escolar Paloma la vivió en el colegio Santiago College. No le gustaba. Pidió varias veces que la cambiaran.

-En el colegio lo pasé pésimo, porque era súper cuico. Obviamente, yo también soy cuica por haber podido estar ahí, pero mi familia era más hippie. Los apoderados y los compañeros tenían una actitud tan de clientes, y a mi no me criaron así. Mi bisabuelo, que es como el patriarca más heavy de la familia, era profesor. Yo además tenía esa personalidad apestosa de querer ser diferente, pero no me alcanzaron a hacer mucho bullying porque apareció mi gran bocota desde chica.

En octavo básico llegó a su curso un compañero mayor que había repetido, al que todos alaban por ser el con más experiencia, pero a ella intentó acosarla.

-Era asqueroso, se masturbaba en clases, un vez me trató de agarrar el poto y le pegué. Ese es otro dato de mí que nadie sabe: yo hice karate hasta los 15, le hice una llave y lo tiré al suelo.

Paloma supo de otros compañeros que habían vivido situaciones similares a las de ella, entonces decidió hacer una carta con firmas para que lo echaran. Y lo logró.

-Cuando lo echaron fue como que todo el colegio me odió, porque él abusaba de personas que tenían cero influencia entre los compañeros: una perna gringa que no tenía amigos, el gay que nunca iba a contar a todo el mundo lo que le había pasado porque dejaba en evidencia que era gay. A otra compañera que siempre estaba con licencia por depresión, y a mí. Ahí los más grandes me empezaron a hacer bullying, me dejaban cartas que decían: "Te estamos esperando afuera del colegio para pegarte", pero justo unos compañeros de tercero medio, que son mis amigos hasta hoy, entraron a rescatarme.

Con ellos se la pasaba haciendo pitanzas, durante la enseñanza media.

-Toda mi adolescencia fue muy marcada por estar en un grupo de amigos como de verdaderos idiotas bordeando el "Johnny knoxvillismo". Me trataba de juntar con la gente chistosa, la gente fome siempre me cargó. Está lleno de gente aburrida, la mayoría de la gente inteligente es chistosa. Yo no conozco mucha gente inteligente que sea fome.

Al terminar cuarto medio su plan era tomarse un año sabático. Pero sacó un buen puntaje PSU y entró a Bachillerato en Humanidades en la Universidad Adolfo Ibáñez. Ser comediante no era una opción que pudiera imaginar en ese momento.

-Todos me decían que estudiara Teatro, porque siempre fui como muy extravertida y participé en las obras de teatro del colegio, pero me daba demasiados monos, de prejuiciosa en verdad, porque debería haber estudiado eso quizás. Y nunca existió la posibilidad de ser comediante, no tenía referentes chilenos.

"soy poco competitiva"

Paloma Salas levanta con sus dedos el labio de su boca para mostrar una cicatriz. Cuenta que se la hizo a los 20 años, no estaba pasando por un buen momento, y se desmayaba en todas partes. Una de esas veces se enterró el diente en el labio y le tuvieron que hacer puntos.

-Fue cuando entré a la universidad. Lo pasé pésimo, fui alcohólica, yo creo... Esos tres años son como oscuros. Mentalmente estaba en otra, empecé a tener crisis de pánico y a desmayarme. Sentía que mi familia se estaba gastando demasiada plata en algo que yo odiaba y me sentía culpable. Lo que pasa es que en mi adolescencia fui súper perna, todas mis amigas perdían la virginidad a los 15 y yo a los 20. Me llegó la regla por primera vez a los 17, fui una guagua hasta muy grande, por eso yo creo que me costó, porque estaba siendo adolescente en la universidad.

Reprobó varios ramos, varias veces. Por eso cambió de planes y se inscribió en un minor en cine. Ahí conoció a Adrián Solar, productor de las películas del director Matías Bize, quien le consiguió su primer trabajo: Paloma escribió tres escenas que luego se incorporaron en la película "La vida de los peces".

-Me dije: "Ahora soy guionista para siempre, voy a escribir películas y voy a ser demasiado seca". Es la mezcla perfecta entre tener ideas y usar anteojos. Perfecto. Sabía también que existía, por lo que había visto en los gringos, este camino de que pasabas del stand a ser guionista.

Luego de escribir esas escenas y otros guiones, a los 21 años la llamaron para escribir un guion para el director Herval Abreu, hoy acusado por diversas actrices de televisión, por acoso y abuso sexual y de poder.

-Me junté con él como tres veces a que me contara su historia. En ese minuto no lo encontré raro, porque yo me encontraba bacán. Me decía a mí misma: "Tengo ene pega porque soy superdotada", pero le dije que no, porque sentí que era mucha responsabilidad para mí. Me dio entre miedo y mono. Encontré mala la historia, que era como de una prostituta muy heavy. Igual pienso qué raro el caballero, me quería contratar de guionista a mí, una guagua de 21 años. Ahí como que desaparecí de ese proyecto.

Paloma decidió irse de la Universidad Adolfo Ibáñez y entró a estudiar Literatura Creativa a la UDP, que le convalidaba ramos y era compatible con su camino de guionista. Siguió trabajando en otros proyectos, entre ellos, una adaptación para la serie "Adiós al Séptimo de Línea" con el escritor Francisco Ortega, y en paralelo conoció a Fabrizio Copano.

-Ahí tomé una decisión súper consciente: quiero irme con la gente chistosa. Voy a ganar mucha menos plata que acá y nadie me va a pescar, pero quiero estar con los chistosos. Me interesaba la comedia, quería ser guionista de chistes.

Con Fabrizio Copano entró a trabajar a un programa de Canal 13 que se llamaba El Hormiguero. Ella escribía secciones del programa. Una de ellas fue hacer bailar al Presidente Sebastián Piñera la canción Thriller de Michael Jackson. Hasta que en 2009, Felipe Núñez y Jani Dueñas la invitaron a participar del show de stand comedy "Niño Gordo".

La primera vez que se subió a una escenario a hacer stand up no solo fue un desafío profesional, sino que también personal. A la tercera presentación decidió terminar con su pololo, con quien dice llevaban varios años -aclara que le da vergüenza decir cuántos-, pero cuando comenzaron él tenía 32 y ella 20, y él era profesor de universidad de una de sus amigas.

-Tuve un pololo pésimo, malo, esos que te dejan esperando siempre, súper curado, súper gorrero en verdad también; no quiero contar tanto. Esta historia vale la pena contarla en la medida en que fue bacán cuando empecé a hacer stand up porque me fue tan mal, odio esta palabra, pero me empoderó. Cuando estás en una relación abusiva no te atreves a patearlo, porque te vas a quedar sola o porque eres dependiente. Al final, cuando alguien es malo contigo, tu desafío es que te quiera más, pero lo que pasó fue que el stand up fue demasiado más desafiante que seguir con ese pololo.

Fueron varios años en que Paloma hizo stand up esporádicamente. Luego, a la semana empezó a hacer por lo menos cuatro shows. Hasta que a principios de este año revisó su agenda del año 2017 -papeles blancos en los que ella dibuja a mano un mes del calendario por página, donde anota sus shows, reuniones y horas de guion-, cuántos shows había hecho: la suma dio 250 presentaciones en un año. Revisó el 2016 y había sido algo similar.

-Soy muy poco competitiva en mi vida. Ojalá fuera un poco más ambiciosa, estoy aprendiendo de hecho. No me pongo metas. Hay comediantes que quieren ir al Festival de Viña, hacer un show en el Caupolicán. Yo nunca he tenido eso. Tal vez es hora de que empiece a tenerlo.



"Quiero ser como Bob Dylan"

El domingo 27 de mayo, Paloma Salas venía llegando a su casa de un almuerzo largo con sus amigos, lista para ver tele y dormir, cuando la llamaron las alumnas de la toma feminista de la Universidad Católica. La llamaron porque Paloma se define como una mujer feminista y querían que ella las acompañara en ese momento.

-Fue algo completamente erizante, esas cosas me emocionan mucho. Escuchar a todas las niñas hablar, contando casos, gritos, cantos y yo como que quería llorar. Para mí es muy emocionante ver cómo se tienen entre ellas. Yo crecí en algo tan distinto, como que las minas no nos teníamos, éramos competencia, no nos ayudábamos.

Paloma cuenta que siempre su grupo de amigos fueron hombres, hace pocos años armó su primer grupo de amigas mujeres.

-Crecí sabiendo que las mujeres son más débiles, que son lloronas, criticonas, alegonas, mandonas, entonces me entrené a mí misma a no ser nada de eso. Tengo que ser súper ruda, tengo que tener sentido del humor brígido. Es como parecerse a un hombre para no ser eso que al parecer era terrible, que era ser mujer. Siento que las generaciones nuevas ya no tienen eso, no tienen que dar ese paso largo de decir: "chuta igual ser mujer está bien". Está bien tener amigas mujeres, hacer las paces con eso, porque si no lo otro era imposible... Tienes que ser flaca, mina, no tienes que ser celosa, porque los celos son de histérica. No puedes ser nada lo supuestamente malo de una mujer.

Paloma sentía esto, a pesar de que su familia estaba compuesta principalmente por mujeres, que en su mayoría se declaraban feministas. Su bisabuela por el lado materno, había sido amiga de Gabriela Mistral, habían hecho clases juntas en una escuela en Los Andes y la familia guardaba las cartas que estas amigas se enviaban. Su abuela fue una de las primeras generaciones de mujeres en Derecho en la Universidad de Chile y su tía abuela, que era muy cercana a Paloma, fue antropóloga que luego estudió en Harvard. De ella, Paloma heredó sus libros sobre estudios de género.

-En ese sentido éramos feministas y decíamos que lo éramos, pero yo creo que no sabíamos bien lo que era serlo. Yo era parada en la hilacha desde chica, pero igual tuve un pololo terrible, igual me pasaron cosas. Ahora miro para atrás y me doy cuenta, porque a todas nos pasaron cosas y no dijimos nada, porque pensábamos que estaban bien. Por eso yo también encuentro que hay muchas minas que yo entiendo que no quieran ser feministas, porque para varias mujeres mirar para atrás es un dolor atroz. Es mejor pensar que es normal y que así somos el hombre y la mujer, que decir: chuta, en verdad mucha gente me hizo daño.

Paloma Salas dice que apoya en todo sentido a las estudiantes feministas, y que le gustaría que logren sentar bases.

-Espero que el feminismo de ahora funcione para que yo pueda seguir trabajando a los 55, porque las mujeres después de los 40 pareciera que desaparecen. Cuando es súper verdad que uno se va poniendo mejor, pero muy lentamente. Yo quiero ser como Bob Dylan, y que digan "ella no tiene voz". Quiero tener 98 y que la gente diga: "por qué lo sigue haciendo". *

"Nunca he querido ser famosa, lo único que he querido es hacer stand up bien. Ese es mi sueño, ser muy buena comediante", dice Paloma.

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