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Propuesta de la Comisión Meller supondría el fin de la franquicia Sence

martes, 20 de mayo de 2008

PABLO OBREGÓN CASTRO
Economía y Negocios Online, El Mercurio

Un grupo de consejeros propuso entregar un bono individual a cada trabajador para que él elija libremente en qué capacitarse. Si este sistema resulta exitoso, reemplazaría gradualmente a la actual franquicia.






El debate que provocaron las propuestas sobre negociación colectiva no dejó ver el profundo alcance de los cambios que podría sufrir la actual franquicia tributaria Sence y su impacto sobre las corporaciones de capacitación que dependen de los mayores gremios empresariales del país.

La Comisión Meller propuso entregar un bono individual a cada trabajador para que éstos puedan decidir libremente en qué capacitarse, lo que no sólo restaría atribuciones a las empresas que usan este beneficio, sino que atentaría contra los Organismos Técnicos Intermedios de Capacitación (OTIC) que pertenecen a los gremios empresariales y que administran e intermedian la franquicia de sus afiliados -Sofofa y Cámara Chilena de la Construcción- y a los institutos que, finalmente, imparten los cursos.

El actual modelo permite que las empresas destinen parte de su carga tributaria a la capacitación de sus trabajadores hasta el 1% de las remuneraciones imponibles anuales. Las más grandes suelen entregar la administración de ese 1% a los denominados OTIC para que ellos lo administren con eficiencia.

Durante el debate que se presentó entre los integrantes de la Comisión Meller, la mayoría de los economistas se inclinaron por modificar drásticamente el actual sistema, bajo el argumento de que sólo favorece a las 500 empresas más grandes del país, las que utilizan hasta el 80% de los recursos. Mientras, la inmensa mayoría de las pequeñas y medianas empresas no capacitan y las micro sólo lo hacen a través de un subsidio directo llamado Foncap.

Un elemento que fue criticado durante la labor del Comité fue el tipo de trabajo de los OTIC: prestan servicios a las compañías más grandes y no en las empresas de menor tamaño, que tienen elevados costos de información y coordinación.

El informe, además, hace ver que estas corporaciones no alcanzan a destinar todos los aportes a capacitación en el año en que se producen, constituyendo excedentes.

Surge el bono

Fue en esa línea que un grupo de consejeros propuso entregar un bono individual a cada asalariado. Ese bono se incrementaría en la medida en que los cursos que tomen sean pertinentes con las necesidades de las empresas.

Según el abogado que participó del Comité de Trabajo y Equidad, Augusto Bruna, también hubo un grupo de consejeros que se inclinó por mantener intactas las bondades de la actual franquicia y que coexistiera con otros mecanismos.

El problema es que una facción importante se mostró muy crítico del modelo y alegó que, con y sin franquicia, las grandes compañías igual invertirían en capacitación. Ese grupo de consejeros recomendó que, en la medida en que la capacitación financiada con el bono muestre resultados positivos, se sustituya gradualmente la franquicia.

"Yo creo que se puede terminar destruyendo un sistema que funciona. Da la sensación que el 80% de la plata de Sence se va a 500 empresas y se ve como que eso es injusto, pero nadie analiza que esas empresas han aumentado mucho la productividad", señala Bruna.

Además, está convencido de que el bajo porcentaje de la franquicia es el que conspira contra las pymes y no otra cosa: "Si a una microempresa le das el 1%, no le alcanza ni para comprar un curso para elevar volantines. Para las microempresas, debería ser de 3% y se debería restituir mensualmente". Otros consejeros, en tanto, recomiendan que el bono de capacitación individual sea una medida complementaria y no sustitutiva del actual sistema.

Financiamiento

La duda que queda entre los partidarios del actual modelo es si el bono individual que se propone se financiará con nuevas partidas presupuestarias o, por el contrario, se hará reduciendo el alcance de la franquicia.Para Bernardo Ramírez, presidente de la Corporación de Capacitación de la Construcción (que opera como OTIC), es interesante que la gente pueda elegir su capacitación y, más aún, si esa bonificación se incrementa en la medida en que los cursos sean atingentes a las necesidades de la empresa.

"Eso es interesante, lo que pasa es que cuando estas propuestas entran a analizarse a la luz del financiamiento, se tiene que optar entre asignar plata a las empresas o a las personas. Si se recortan platas y las empresas no pueden optar al 1% sino al 0,7%, estamos retrocediendo. Solari nos planteaba este tema", señala Ramírez.

Para el director nacional del Sence, Fernando Rouliez, lo interesante del debate que se presentó en el Comité de Equidad es cómo "nos conectamos con los sectores que no están accediendo a los beneficios. Yo concuerdo con esa mirada (que las grandes capacitan con o sin franquicia) y, en esa línea, habrá que colocar los incentivos en el punto correcto".

Es partidario, además, de que haya una franquicia tributaria mayor para las pymes, pero siempre y cuando los cursos que se financien se hayan consensuado entre los empleadores y los empleados.

"Me parece razonable que haya una opción preferente para las empresas de menor tamaño, si se da bajo el alero de la negociación colectiva", dice.

Con todo, si se presentara ese escenario (fin de la franquicia tal como está concebida hoy) es un hecho que las empresas mayores seguirían invirtiendo. De hecho, por cada peso de franquicia que usan las grandes empresas, además invierten $3 de su bolsillo.

"Si a una microempresa le das el 1%, no le alcanza ni para comprar un curso para elevar volantines. Para las micro, debería ser de 3% y se debería restituir mensualmente".


Visiones a favor y en contra

El más poderoso argumento contra la franquicia tributaria es que favorece fundamentalmente a las grandes compañías. De hecho, 250 grandes empresas usan el 42% de esos recursos.

Otro elemento que juega en contra -a juicio de un grupo de consejeros- es que los Organismos Técnicos de Capacitación (OTIC) acentúan el sesgo a favor de las grandes empresas de este sistema. De hecho, las micro y pequeñas organizaciones no suelen acceder a los OTIC.

A favor del actual modelo están aquellos que ven a los OTIC como organismos altamente eficientes en la utilización del 1% de franquicia que reciben las empresas afiliadas.

Además, sus defensores alegan que para sumar a las micro y pequeñas empresas, la mejor opción es incrementar de 1% a 3% la franquicia para las organizaciones menores.

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