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"INSÓLITA COLECCIÓN" | En Pabellón de las Artes de la UCA:

20 artistas chilenos exhiben en Puerto Madero

domingo, 27 de mayo de 2018

CECILIA VALDÉS URRUTIA desde Buenos Aires
Artes y Letras
El Mercurio

En un escenario privilegiado -frente a un brazo del río La Plata- se inauguró una significativa muestra de artistas chilenos, en su mayoría mujeres, que reúne pintura, instalaciones, fotografía y objetos escultóricos, en una curatoría de Ernesto Muñoz. La "Insólita exposición" concita gran interés.



El Pabellón de las Artes se emplaza en el sector original de la histórica aduana del puerto de Buenos Aires, a 100 metros del puente de Calatraba y del museo Fragata Sarmiento. El privilegiado espacio de arte de la Universidad Católica Argentina (UCA) -además, con una de las mejores acústicas de Buenos Aires-, con cristales frente al río y 400 metros cuadrados, presenta muestras muy seleccionadas. "Funcionamos como museo, desde su fundación hace 15 años -señala a Artes y Letras, su directora, Cecilia Cavanagh-. Hemos expuesto importantes colecciones privadas inéditas, hacemos una muestra histórica anual y varias contemporáneas. Esta es la primera de arte chileno y nos parece una excelente exhibición, muy bien articulada y montada".

La exposición -inaugurada el miércoles con gran convocatoria- alude a un relato ficticio del curador Ernesto Muñoz, que habla de la historia de un naufragio de una colección, que se remonta a las vanguardia rusa, a Malévich, a los artistas sudamericanos que vivían en Montmartre y a esa valiosa colección de arte imaginada que naufragó en las aguas de Chiloé.

Pero el relato no es un pie forzado. La libertad de creación es el fundamento de esta muestra, aclara Muñoz. "Tuvieron toda la libertad para expandirse en sus propuestas y se enteraron de esta ficción al entregar sus obras. El relato es un homenaje a Malévich, fija límites entre el mundo del arte y el comercio artístico. Los artistas se explayan aquí sobre temas actuales: el discurso de la mujer, los límites geográficos, la fotografía y sus cruces, la vigencia de la pintura y sus bordes que estallan en lo textil y en el volumen. Es el ritmo de la época donde vemos una sociedad líquida".

Guiños al naufragio

La "Insólita colección" se inicia con un gran rostro pintado, del artista Francisco Peró . Plantea el tema de la identidad incorporando elementos que distorsionan los ojos, pestañas y boca. La fuerza remite a un artista como Chuck Close y sus interpeladores retratos.

Guadalupe Valdés -con varias muestras a su haber- trabaja directamente el tema marino. Recibe al público con un pequeño barco pictórico y matérico que supuestamente naufragó. Luego en una pared exhibe su proyecto extendido con restos de objetos y pinturas que desarma y rearma, en busca de un nuevo lenguaje . "Vengo abordando hace años el tema de la memoria, con retazos y fragmentos que he ido adquiriendo en ferias. La intención de estas obras es volver a mirar. Hablo del objeto poético, de la pintura in situ y escribo en la pared", nos explica frente al río.

El curador exhibe a Maite Izquierdo -una de las más destacadas en arte textil de la escena nacional- con su última propuesta, emplazada al centro de la sala. Es un gran cuerpo textil que cuelga del techo desde un gancho de barco. "Estoy haciendo volúmenes más escultóricos. Volví a esas formas que se desgarran y que tienen que ver aquí con el naufragio. Lo trabajé en shibori y es el desgarro textil el que se expande, que se hace más acuoso en un trabajo muy manual", nos detalla.

La artista Ángela Wilson presenta una nueva serie con un celebrado efecto. Se trata de capas de velos que se relacionan con el tema del agua, trabajados en gasas con impresiones digitales. "Partió con una fotografía del claustro de San Francisco que fue tirada al agua y se fueron creando estas composiciones más abstractas en las que aparecen formas hasta de peces, mientras las capas de velos metaforizan las capas de la pintura", cuenta a Artes y Letras. La obra sobre el piso recuerda una de Anselm Kiefer: el conjunto de láminas fotográficas en metal que expuso a la acción corrosiva de la sal de Venecia, en 2011, dando vida a formas abstractas.

Interactúan con el público

El mural móvil de A melia Errázuriz es una de la piezas que más seduce al público y llama la atención de la crítica, muy presente en la exposición, desde la revista Ñ, Art Nexus, Magenta a otros medios especializados. La obra de grandes dimensiones -de más de 2 metros de alto por casi tres metros de largo- puede recorrerse y observarse desde variados ángulos. El mural adquiere movimiento como parte de un entramado integrado por cientos de pequeñas maderas de restos de marcos de madera y cobre, "para el efecto de la luz. Esto implica darle una décima vida a lo que se descarta, y no solo en la estética (que también juega con lo cromático). El mural lo llevo al límite poético, porque cae como una cascada que barre", explica la artista mientras observa su movimiento, que juega con el espacio virtual y produce otra obra, en sombras.

Contiguo a ello, se exhibe una fina serie de láminas de papel japonés de María Elena Vial. El tema, materialidad y estética confluyen en la naturaleza. "Está hecha de fibra de piña realizada por mí y grabada con matrices de madera. El concepto tiene que ver con un pensamiento oriental: frente a situaciones extremas no hay que forzar las cosas... Busco la síntesis, un reencuentro con una belleza", admite la artista.

En pintura sobresale el trabajo, en gran formato, de Hernán Gana . Aborda la observación de la naturaleza y los efectos del calentamiento global, en una inundación. El curador seleccionó también un paisaje de agua de Lorenzo Moya .

Sobre la mujer y lo social

Una de las características de "Insólita colección" es que la mayoría de los participantes son artistas mujeres (13). Hecho muy bien recibido en la capital porteña y en la UCA. El tema de la mujer y crítica social, por tanto, está presente. Carolina Oltra recrea su preocupación por esta última, con una gráfica trabajada en cobre y aluminio. "Es una serie sobre el río Mapocho, pero a través de él contrasto edificios ícono del capitalismo con los bordes de extrema pobreza. También resalto la importancia de la conservación de la naturaleza".

Teresa Ortúzar -conocida por sus series de ángeles- pinta solo a mujeres: "Es mi opción si me enjaulo o soy libre. Me tocó la primera revolución feminista en los años 60 y ahora ésta. La anterior era más intelectual, la actual es un "quiero vivir sin miedo". En su díptico pinta, con óleo y oro, un grupo de mujeres libres y las mismas, luego, tras rejas.

La artista Catalina Mena trata la fragilidad de lo doméstico en su propuesta gráfica. Mientras María José Mir rescata con sus evocadores volúmenes transparentes -y un sugerente montaje- un tema que ha venido investigando y exhibiendo hace un tiempo. "Es mi propio cuerpo el que trabajo con moldes de Burda -llevado a velos-. Es un lenguaje que se está extinguiendo y me interesa mucho el tema del cuerpo en la historia del arte y el usar aquí las líneas del textil para dibujar... El resultado son como fantasmas de mi cuerpo...".

María Elena Covarrubias está con una obra pictórica de gran dimensión pero sutil. Se exhibe con un sorprendente montaje que continúa visualmente hacia el piso subterráneo. "El mural se inspira en los tejidos precolombinos. Voy tejiendo pictóricamente a través del papel, del acrílico y con pasta", nos detalla. Su obra retexturiza y relee el collage , agrega el curador.

Sumergida bajo el mar

La instalación de Pedro Tyler recrea un gran candelabro que cuelga y fue construido con recortes de cinta de medir en metal. "Trabajo lo inmedible. Son trece cadenas hechas de ese material, las que por un lado tienen centímetros y por el otro, medidas chinas" -subraya-. Incorpora la luz y la sombra en esta obra de dualidades.

La artista Carolina Barros fue seleccionada con una de sus obras pictóricas recientes, que se vuelve cinética y se inserta en su reconocida investigación en el paisaje natural que transita hacia lo urbano. "Esta pintura 'Red de alerta' transfigura un elemento pobre de la señalética en arte, donde esta malla de alerta en movimiento provoca variables ilusorias", señala.

Flavia Rebori , discípula de Lea Kleiner, exhibe acuarelas que le implican un reencuentro con la naturaleza. La obra de Martín Eluchans , en tanto, traspasa fronteras a través de sus mapas que incluyen puntos de conflictos, realizados con bordados hechos a mano, donde cada puntada es un avance y un símbolo en su colorido. Exhibe "Argentina versus Islas Malvinas".

Mientras, Benjamín Guzmán nos comenta que quiere ver bien si el público se atreverá a dar vueltas las páginas del libro que construyó. Algunas de estas hojas están hechas con relieves en metal, otras son collages de maderas, "trabajadas desde mi experiencia de lutier", añade, mientras vamos dando vuelta las páginas de su pesado y sorprendente libro anillado.

Un vía crucis en pequeños cuadrados de mármol exhibe Carlos Edwards . Su estética y silencio seducen. Culmina la muestra con una enorme cruz, de cielo a suelo, de Paz Lira, premio de la Crítica 2017. Inspirada en las obras de San Juan de la Cruz, realizada en fieltro con alquitrán, sumergido por 30 años en el mar, dialoga en profundidad con este brazo del río La Plata, donde sí ha habido naufragios.

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