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El conflicto armado ya no es el eje de las campañas:

Reactivar la economía de Colombia, la promesa que inclina las presidenciales

sábado, 26 de mayo de 2018

Alejandra de Vengoechea Especial para ?El Mercurio?
Internacional
El Mercurio

Bogotá Si bien el país está creciendo, desde la derecha con Iván Duque a la izquierda con Gustavo Petro coinciden en que el país andino rico en recursos naturales y con 50 millones de personas está bajo su potencial. Una crítica a dos frentes a la gestión de Santos.



Cuando el Presidente colombiano, Juan Manuel Santos, firmó el acuerdo de paz con los rebeldes de las FARC, hace casi dos años, y 7.000 guerrilleros dejaron de seguir atacando el aparato productivo del país, los economistas estaban eufóricos: en un libro que se vendió como pan caliente llamado "Costos Económicos y Sociales del Conflicto en Colombia", la economista Ana María Ibáñez explicaba cómo el PIB tardaba más de 18 años en duplicarse por culpa de la guerra interna. Sin confrontación, la cifra se reduciría a solo ocho años. "¡Se ganaría una década de crecimiento económico!", decía entonces.

Aunque el silencio de los fusiles de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) ha tenido resultados tangibles en materia de reducción de la violencia y los costos asociados en vidas y daños a la infraestructura, las sobreexpectativas de la paz como multiplicador del crecimiento no se han cumplido, al menos por ahora.

Es cierto que el turismo, antes inexistente, se disparó en 150% comparativamente con el 2010, pero la llegada masiva de capitales para explotar terrenos antes inaccesibles por razones de seguridad sigue al debe.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) y también el gobierno del centrista Santos sostienen que la economía local está en un punto de inflexión, tras la desaceleración de los dos últimos años, al verse una recuperación luego del efecto de los choques externos, como la baja de los precios del petróleo.

Una reciente misión del organismo que estuvo en Colombia decidió bajar la proyección de expansión del PIB para este año desde un 3 a un 2,7%. De todas maneras, mejor que el 1,8% con el que cerró el 2017.

El organismo sostuvo con cierto optimismo que la relajación de la política económica, los precios más altos del petróleo y la coyuntura mundial más favorable elevarán el crecimiento considerablemente, previéndose que la inversión y las exportaciones impulsen la recuperación.

Pero también encendió luces rojas. "La infraestructura deficiente y el transporte ineficiente implican una desventaja competitiva para las empresas colombianas", dijo su último informe.

Ni hablar del desempleo de 9,4% en 2017, el hecho de que casi un cuarto de la población vive en la pobreza y que actualmente del 50% de los trabajadores en las principales ciudades y más del 60% de los trabajadores a escala nacional siguen siendo informales.

Por todas estas razones, y con la página de paz con las FARC casi dada vuelta, los candidatos presidenciales que lideran las encuestas, el ex senador del Centro Democrático Iván Duque (un abogado tecnócrata de 41 años que llegó a la política de la mano del ex Presidente derechista Álvaro Uribe), y la izquierda, representada por el ex guerrillero y ex alcalde de Bogotá, el economista de 58 años Gustavo Petro, han enfocado sus campañas en lo económico.

En el debate televisado del jueves por la noche, Duque (que tiene entre 35 y 39% de las intenciones de voto) habló de hacer una reforma fiscal integral para tener un sistema tributario sencillo, transparente y predecible, y prometió diversificar la economía con energías renovables, turismo, infraestructura e impulso a la agenda industrial.

Para mejorar los índices de empleo, este ex funcionario del Banco Interamericano del Desarrollo (BID) habló de crear una agenda nacional de productividad que integre la educación y la formación técnica.

Petro (que tiene entre 29 y 34% de las intenciones de voto), en cambio, ha hablado de fortalecer la agricultura, la reindustrialización en sectores estratégicos, incrementar la inversión ambiental y en ciencia y tecnología y renegociar los tratados de libre comercio. También ha causado polémica al sugerir un impuesto por "la improductividad de la tierra fértil mayor a 500 hectáreas". Dada su amistad con el fallecido líder venezolano Hugo Chávez, sus detractores lo acusan de buscar expropiaciones.

Según una encuesta realizada por la Universidad EAN y la Asociación de Emprendedores de Colombia, los nuevos empresarios prefieren a Sergio Fajardo, un matemático centrista, ex alcalde de Medellín y cuarto en las encuestas, o a Duque ocupando la Presidencia.

El legado de Santos

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), una especie de 'club de las buenas prácticas' en la que solo estaban dos países de América Latina (Chile y México), anunció el ingreso de Colombia.

"Entrar en la organización es un paso importantísimo para modernizar nuestro país; es como pertenecer a las grandes ligas: nos estamos comparando con los mejores para poder ser los mejores (...). Abre inmensas oportunidades para seguir avanzando en materia de educación, salud, generación de empleo", dijo Santos.

Sin embargo, ese reconocimiento al país no hará que su popularidad suba del 14% o revertirá el hecho de que los candidatos con más opciones a sucederlo, tras la probable segunda vuelta del 17% de junio, no son sus delfines y viven de criticar el débil desempeño de la economía bajo su mandato.

Para Francisco Miranda, consultor político, director de Eme Tres Comunicaciones, Santos cometió errores garrafales que lo desconectaron completamente de los colombianos.

El primero. En 2013, cuando miles de campesinos bloquearon vías como forma de protesta por la entrada en vigor de tratado de libre comercio con Estados Unidos, las principales ciudades colombianas se vieron desabastecidas y hubo varios muertos y heridos. "Ese tal paro no existe", fue la declaración de Santos. "Ahí apareció como el Presidente elitista, distante, que le gustaba estar más en el carruaje de la reina Isabel de Inglaterra que manejando el campo, a diferencia de su antecesor Álvaro Uribe, un hombre que se la pasaba en el lugar de los hechos", explica Miranda a "El Mercurio".

Otro error fue haber permitido que en la segunda reforma tributaria subiera el Impuesto al Valor Agregado (IVA) del 16 al 19%. "Eso afectó el bolsillo de los colombianos, pues empezaron a ser gravados artículos claves, como ropa, productos de aseo personal y del hogar, celulares, entre otros.

Mientras esto ocurría, la corrupción de cuello blanco aumentaba en forma rapante. Muchos amigos de Santos cayeron investigados en varios negocios, e incluso su campaña presidencial se vio en entredicho cuando se dijo que Odebrecht, la cuestionada multinacional brasileña que corrompía empresas y gobiernos para obtener contratos de infraestructura, había financiado la campaña de Santos con un millón de dólares", añadió.

Olvidando todo eso y celebrando el logro que significa ingresar a la OCDE, el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, insistió ayer en que el país ahora entra a "una organización que abre puertas porque nos va a permitir insertarnos mejor en el mundo, tener más oportunidades de inversiones en Colombia".

Si eso prueba ser cierto, y trae por fin la avalancha de capitales que alguna vez se asociaron a la paz con las FARC, lo tendrá que ver Duque, Petro, o quizás un candidato que dé la sorpresa el domingo.

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