BUENOS AIRES.- La huelga agraria contra un aumento impositivo a las exportaciones de soja seguía firme hoy pese a la exhortación conciliadora del Gobierno argentino, provocando incertidumbre en el sector financiero e impactando las ventas externas de granos.
Los dirigentes agropecuarios mantenían hoy reuniones para decidir sus próximos pasos, tras el llamado al diálogo el miércoles de la presidenta Cristina Kirchner, quien instó a evitar divisiones en un país de fuerte perfil agrícola y con potencial para alimentar a 300 millones de personas por año.
El Banco Central colocó en el mercado el miércoles US$200 millones para sostener el tipo de cambio, en una jornada en la que se sostuvo la creciente demanda del billete estadounidense, en medio de rumores especulativos sobre corridas bancarias y bloqueos de fondos.
El martes, la autoridad monetaria había vendido unos US$300 millones para mantener la cotización del billete a 3,20 pesos.
La huelga complicaba el cumplimiento de los embarques de cereales para el exterior, porque los camiones cargados de granos son frenados por los miles de productores movilizados en las rutas, que planean mantener la medida de fuerza hasta que el gobierno acepte modificar su política fiscal para el campo.
"La presidenta llamó a los productores al diálogo, pero vamos a sentarnos a dialogar sólo cuando nos presenten soluciones al tema de las ’retenciones’ (tributos a las exportaciones)", dijo el jueves Alfredo De Angeli, dirigente de Federación Agraria, que nuclea a 100.000 pequeños productores.
La rebelión de los agricultores estalló en marzo luego de que el gobierno impusiera un programa de tributos móviles a las exportaciones sojeras, por el cual la tasa impositiva aumenta en forma proporcional al crecimiento de los precios internacionales, y baja cuando los valores caen.
La soja es el principal cultivo del país, que se destina en un 95% al mercado externo, y su cosecha en 2008 está valuada en US$24.000 millones, de los cuales el Gobierno intenta recaudar unos US$11.000 millones.