"Hoy, como nunca, hay un flujo fantástico de dinero para financiar la producción verde. Hablamos de 350 billones de dólares solo en los últimos 18 meses", dice enfático Philip Hardwick, británico especialista en financiamiento de cambio climático y colaborador del CLG (Lideres contra el Cambio Climático, por sus siglas en inglés) en Londres, en representación de HCBL -representado en Chile por Tradition Green-, donde desarrolla proyectos en conjunto con el experto chileno Arturo Brandt. El inglés explica que detrás de este giro desde la inversión tradicional a la verde está lo que se denomina "sentimiento público"; es decir, inversionistas que ya no quieren los fondos o sistemas en los que invierten en proyectos productivos tradicionales, sino que buscan que sus recursos apoyen de alguna forma la lucha contra el cambio climático y la protección del medio ambiente. Son millenials que están empezando a entrar en el mercado laboral de hoy y ellos saben donde van sus fondos. Es muy distinto de lo que ocurría antes, en que la persona solo invertía sin saber a qué áreas específicamente irían esos recursos. Y aún más, hoy ellos no solo saben, sino que se preocupan de que vayan donde ellos consideran más importante. Ello implica que no solo los bonos verdes -una de las formas más difundidas-, sino que también los fondos de pensiones, privados y gubernamentales, fondos de inversión e incluso los bancos, estén girando su mirada a los proyectos verdes. "Los fondos de pensión están peleándose entre ellos para colocar sus inversiones en estos ámbitos. Hoy hay una inmensa cantidad de dinero buscando un hogar", destaca. Y agrega que "lo más increíble, lo más potente, es que esto ya no viene desde una decisión política, de un Presidente que dice tenemos que invertir estos recursos públicos (como los fondos de pensión) para salvar el planeta, sino que es la gente la que dice tenemos que invertir en mejores cosas... Y eso es lo que está ocurriendo. Es una muy buena noticia en una época de muchas negativas". Y al menos el 5% de esos recursos ha ido al agro, es decir, US$17,5 billones. "La mayor cantidad del financiamiento va a energías renovables, al sector transporte o a construir hospitales. Aun así, esos US$17,5 billones son una suma inmensa para un solo sector", plantea. Es dinero que se orienta, principalmente a financiar proyectos que buscan mejorar el manejo de desechos, el tratamiento y el uso de las aguas, instalar biodigestores y a la agricultura sustentable; es decir, que sin perder productividad ni eficiencia disminuye su impacto sobre el entorno. E insiste que Chile tiene una gran oportunidad en este ámbito, especialmente para incorporar y desarrollar nuevas tecnologías que luego se reexporten al resto del mundo. Una oportunidad para Chile Chile es, desde hace ya varios años, un líder mundial en la exportación de alimentos, especialmente algunas frutas. Sin embargo, cada vez le sale más competencia al camino. Por ello, para el país se ha vuelto prioritario dar un nuevo salto, no en volumen si no en lo qué produce, haciéndolo de acuerdo a las demandas del mañana. O sea, haciendo que sustentable sea el apellido con que se comience a identificar a nivel global. Y Hardwick cree que el sector agrícola del país tiene, en este camino, "una tremenda y real oportunidad. Por el tamaño del país y su natural aptitud para la agricultura tiene una capacidad para levantar recursos y desarrollar las nuevas tecnologías verdes que luego puede exportar a Europa", recalca. Explica que ya se ve cómo países que parecen pequeños o que no están entre los desarrollados, han generado nuevas tecnologías para enfrentar un problema, la que luego se convierte en un bien exportable, como ocurrió con una tecnología que se llevó a África para solucionar el problema eléctrico de las comunidades rurales, pero que al ser mejorada ahora es importada por el Reino Unido. "Hay mucho que ustedes pueden desarrollar. Veo oportunidades. Por ejemplo, ustedes han aprendido cómo hacer un mejor uso de los desechos de la producción agropecuaria, como los del sector del vino o en algunas producciones animales, ya sea a través de biodigestores y tratamiento de los desechos. Si ustedes aprenden esas habilidades, podrán reexportarlas a Europa y América. Porque los países más pequeños han aprendido a hacer un muy buen uso de lo que tienen. Por ejemplo, Chile no tiene un tren que lo cruce, pero ha aprendido a cómo manejarse como un país de mayor tamaño. Es un país que tiene una gran capacidad de desarrollar nuevas tecnologías". No solo plata más barata La producción agroalimentaria ha sido un importante causante de gases efecto invernadero. Ya sea por la deforestación y tala de bosques, las producciones animales u otros procesos de degradación, la agricultura sería responsable de cerca de un cuarto de esas emisiones. Por eso Hardwick es enfático en que los recursos están disponibles para la agricultura sostenible y sustentable. "Hay un área masiva, gigantesca para la inversión en agricultura sostenible, pero tiene que ser un esfuerzo amplio. Por ejemplo, si utilizan un vehiculo eléctrico, pero el sistema de carga se obtiene del sistema eléctrico nacional, y este genera a partir de carbón, entonces... no es tan verde, aún cuando la agricultura sea sustentable. Esa es un área de desarrollo", dice. Si bien, por ahora, el gran volumen de recursos va a las energías renovables, que son las que tienen tasas más baratas, para el agro ya es beneficioso contar con este tipo de financiamiento privado. "En términos de números, acceder a estos recursos está ya en rangos muy similares a los que no son financiamiento verde; por ejemplo, si un financiamiento no sostenible presenta una tasa de 4%, uno verde podría acceder a una de 3,7%, eso en términos genéricos", dice el inglés. Agrega que "el financiamiento verde es más barato, definitivamente, que el financiamiento tradicional. Para cualquier proyecto sostenible el acceso al financiamiento es más barato y fácil que para otros tipos de proyectos. Cien por ciento seguro". Y tiene experiencia, ya que en algún momento de su desempeño profesional fue banquero. Pero hay otras razones para buscar el financiamiento verde, además de porque es más barato y porque hay una mayor demanda para invertir en ellos: las futuras regulaciones, que cada vez se volverán más exigentes en términos de protección del medio ambiente. Y empezar a incorporarlas implica, dice, anticiparse a lo que viene. "Al usar las tecnologías del mañana, se está aprendiendo y preparando para operar un negocio del 2025 o 2030 y no uno del 2010. Y eso dejará al negocio en una posición más sólida. Y con eso se accede más fácilmente al financiamiento". Unirse y mostrarse es la clave El experto inglés insiste que si bien hay mucha plata, en un sector como el agrícola resulta clave actuar de manera unida al salir a buscar los recursos. "Los productores agrícolas y la industria alimentaria necesitan tener la escala para salir a buscar estos recursos y que puedan incorporar estas tecnologías en toda una región o un rubro. Con un solo campo no se puede enfrentar el cambio, pero si son 30, sí... Los inversores no quieren invertir un millón, sino US$20 millones", dice. Agrega que "lo irónico es que mientras más se pide, es más fácil obtenerlo". Aunque, insiste en que los chilenos tienen que mostrarse. "Los chilenos todavía no se han imaginado cuáles son sus reales posibilidades. Tienen que salir a mover la banderita y pedir el dinero. Deben demostrar innovación y emprendimiento y van a encontrar a los inversores. Pero si nadie sabe qué están buscando, ¿cómo podrán acceder a eso?", recalca. Y el riesgo de no hacerlo es alto. "Si el país y el agro no es sostenible, en unos 10 años no será sujeto de financiamiento y quedará fuera del mercado. Es lo que ha ocurrido, por ejemplo, con las energías fósiles. Hoy ya no hay quien financie ese tipo de proyectos. Ocurrirá luego con otros productos y también con la agricultura no sostenible. No se podrán esconder de esto. Un agricultor ya no pude pensar "esto no me interesa, no me afecta". Los chilenos producen para el mundo, y el mundo está pidiendo un agro más sostenible". 17,5 billones de dólares fue el flujo de inversiones verdes para el agro en los últimos 18 meses.