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El servicio pronto se expandirá a regiones:

Crece el uso de bicicletas públicas, pero falta el control ciudadano para cuidarlas

viernes, 18 de mayo de 2018

C. González
Vida Ciencia Tecnología
El Mercurio

Las han robado y lanzado al río Mapocho, pero ese vandalismo también ocurre en ciudades como París. Expertos sugieren mejorar la infraestructura y la educación vial.



Casi todos los días, el psicólogo Felipe Peña (35) realiza el trayecto desde su casa en Ñuñoa a su trabajo en el centro de Santiago en bicicleta. Aunque tiene una propia, hace un par de meses comenzó a usar uno de los sistemas de bicicletas compartidas que existen en la capital. "Da mayor libertad; te puedes mover de un lugar a otro y si en la tarde quieres hacer algo o cambias de planes, no tienes el problema de qué hacer con tu bicicleta o tu auto".

Durante esta década, el mercado de las bicicletas de arriendo o públicas comenzó a llegar a las calles de Santiago. Hoy ya son tres las empresas que ofrecen el servicio y el número de inscritos -que bordea los 150 mil- y de unidades disponibles -alrededor de 6 mil- promete seguir aumentando a futuro.

No obstante, su llegada no ha sido fácil: las bicicletas han sido robadas y vandalizadas. Además de los conflictos suscitados por dejarlas en lugares públicos obstaculizando el paso, en el caso de una de las empresas, se suma también la falta de ciclovías.

¿Están las ciudades chilenas y sus habitantes preparados para sacarle partido a este servicio?

"Que existan estos problemas no debe hacernos perder de vista lo positivo del sistema. Y que se extienda a regiones, en donde hay condiciones similares o incluso mejores", opina Carlos Melo, especialista en ingeniería de transporte y director (i) de la Escuela de Ingeniería Civil Industrial de la U. Diego Portales.

De hecho, el robo o mal uso de las bicicletas no es algo que pase solo en Chile. "Las bicicletas públicas han sido objeto de destrucción en todas las ciudades en donde se han implementado; aparecen en el Sena, en París, igual que en el Mapocho", comenta Amarilis Horta, directora de Bicicultura y presidenta del Consejo de la Sociedad Civil de la Subsecretaría de Transportes.

Para Felipe, su percepción es positiva. "He visto que la gente es muy consciente del uso. En mi caso funciona perfecto, porque hay ciclovía casi todo el trayecto".

La aparición de este sistema ha ido de la mano con el auge "cletero". Según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), después de Bogotá, Santiago es la segunda ciudad latinoamericana con más cantidad de viajes en dos ruedas: más de 510 mil al día, en promedio.

"Para cualquier ciudad del planeta resulta altamente favorable que cada vez más viajes se resuelvan en bicicleta. Las públicas son un ejemplo de eso y su aporte es innegable", dice Horta, quien agrega que ya es hora de que el Estado "invierta seriamente" en el tema.

Eso implica, por ejemplo, una infraestructura vial adecuada. Aunque Santiago cuenta con casi 300 km de ciclovías -en 2003 apenas había 20 km-, "aún tenemos una discontinuidad de la oferta y es insuficiente", comenta el arquitecto Rodrigo Martin, experto en transporte urbano y académico de la U. de Santiago.

Esto ayuda a que se den las condiciones para que la gente se mueva con seguridad, y sin tener que competir por espacio con peatones o autos. "Conocer bien por qué y por dónde se mueven los ciclistas, y con qué objetivo. Por razones de trabajo, en general la gente se moviliza entre comunas y, hasta ahora, los sistemas de bicicletas públicas no están integrados", agrega.

La pronta entrada en vigencia de la Ley de Convivencia de Modos producirá un gran cambio, dice Horta. "Si bien no es una ley relacionada con infraestructura, cumple el objetivo de establecer condiciones para la circulación segura y protegida".

El Ministerio de Transporte también ha propuesto una "certificación" de los usuarios. "Es útil para capacitar en cómo moverse en la ciudad; es avanzar en educación vial, pero debe ser para todos", opina Melo.

Las empresas han mostrado su buena disposición al proyecto. "Una comunidad bien informada va a ayudar a mantener estos servicios", comenta Leonardo Estrada, country manager de Mobike, presente en más de 250 ciudades en el mundo.

Eso también ayudaría a mejorar el comportamiento en la vía. "La clave es el control ciudadano, que cualquier persona sienta el impulso irrefrenable por parar a quienes las vandalicen, por ejemplo. Eso se logra con un buen servicio, y con una política institucional y pública", acota Amarilis Horta.

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