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Chevrolet Cavalier [Prueba de manejo]

Eficiencia oriental

miércoles, 16 de mayo de 2018

Leo Mellado
Clasificados Especial
El Mercurio

Este desarrollo de GM China recoge un nombre conocido en nuestro país para proponer una elegante combinación de funcionalidad y simpleza.



Es muy fácil tomar una posición reduccionista con el Chevrolet Cavalier: un sedán mediano con un motor de 1,5 litros. Claro que parece un motor pequeño para un segmento donde se pueden encontrar hasta maquinarias de dos litros; sin embargo, como veremos, ese no es el único punto de vista para analizar a este modelo.

Ubicado por debajo del Cruze y por encima del Cobalt, el Cavalier densifica la oferta de sedanes como pocas marcas lo hacen en Chile, de manera que entra a la pelea contra los Hyundai Elantra, Kia Cerato, Mazda3 o Toyota Corolla.

La diferencia es que buena parte de sus rivales portan motores de mayor cilindrada (generalmente de 1,6 litros) de modo que el desplazamiento de litro y medio de este Chevrolet empieza a mostrar su mayor virtud: su economía de combustible.

Eso se hace evidente cuando empiezan a pasar los kilómetros. No es que alcanzáramos los 16,6 km/l que calculó en promedio el 3CV, pero muy decentes 14 km/l sí logra y sin dificultad. Claro, esto se explica porque este Cavalier es relativamente liviano para un auto de 4,5 metros de largo, pues pesa unos 1.100 kilos. Además, su diseño exterior, con una proa ahusada y unos pilares A bastante inclinados hacia atrás, hacen que el vehículo perfore el aire con eficiencia.

Desde el punto de vista puramente estético, el Cavalier es un auto correcto, perfectamente alineado con el ADN de Chevrolet, lo que podría significar que busca gustarle a la mayor cantidad de personas que pueda; sin embargo, elementos clave, como los grandes focos delanteros y el panel de instrumentos, son lo suficientemente distintivos como para sentir que se está en un auto que quiere ir algo más allá de lo estándar.

Para destacar los asientos frontales, con una cabecera bien ubicada, buen soporte y poca fatiga pese a que no hay apoyo lumbar.

Las calidades están bien resueltas en general, aunque lo muy vistoso no es algo en lo que la gente de Chevrolet parezca interesada. Saca la cara una lámina texturizada que recorre parte del tablero y continúa en las puertas.

Los asientos traseros son cómodos y adecuadamente reclinados, con una buena luminosidad. El espacio para las piernas es también adecuado. En tanto, el maletero es bastante amplio y bien aprovechable.

En cuanto al comportamiento, el cuatro en línea aspirado de 1,5 litros proviene de la familia S-Tec, de largo recorrido en China e incluso en Latinoamérica, pues un derivado del 1,4 litros está presente en el Sail.

Sus 107 caballos y 141 Nm asustan solo a aquellos que juzgan desde su escritorio, pues la relación peso/potencia es de unos convencionales 10,2 kilos por equino de poder. En la vida real, se trata de un conjunto pensado a conciencia por lo bien aprovechado.

Lo poco que hay logra cumplir a cabalidad su tarea porque General Motors supo relacionar muy bien la caja automática para que esta, en las lentas y no siempre refinadas transiciones entre sus seis escalones (suele haber alguna patadita de segunda a tercera), no haga al propulsor caer demasiado de vueltas, así que la operación procura no salirse de la zona eficiente y además se favorece por un acelerador con poco retraso.

O sea que no se trata de un auto trágicamente lento, como podrían haber vaticinado los jueces de escritorio, sino que se desenvuelve con dignidad en la mayoría de las situaciones. Tampoco es lo contrario, aclaremos; el Cavalier necesita un conductor que practique la anticipación y que no le tenga miedo al pedal derecho. Por encima de las 3.500 rpm está el máximo despliegue de energía, pero si el conductor no se fija en el tacómetro, no es problema porque el motor mismo le va a avisar mediante el claro ruido que se filtra en el habitáculo.

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