Acusaciones de siete víctimas por abuso sexual y abuso de poder contra el director de teleseries Herval Abreu fue lo que destapó la revista "Sábado" la semana pasada. Uno de los casos ocurrió hace 21 años, pero recién ahora la afectada se atrevió a hablar. Dos días después de este reportaje, la actriz Catalina Bianchi denunció a través de las redes sociales -y luego puso una denuncia en la PDI- a Roberto Farías por un intento de violación en 2014. Y este miércoles James Hamilton, Juan Carlos Cruz y José Andrés Murillo, los denunciantes de los abusos de Fernando Karadima, se reunieron con el Papa en el Vaticano. "Durante casi 10 años hemos sido tratados como enemigos de la Iglesia, porque luchamos en contra del abuso sexual y el encubrimiento en la Iglesia", fue parte de la declaración que leyó Hamilton a nombre de las tres víctimas. Para los especialistas en salud mental entrevistados por "El Mercurio", aunque hay causas diversas, todos coinciden en que, sin importar si se era niño o adulto cuando ocurrió el abuso, lograr asimilarlo puede ser un proceso lento. "No tener recuerdos puede ocurrir con cualquier trauma, es un fenómeno súper habitual. Es un recurso psicológico que se ve", dice el psiquiatra de la Red Salud UC Christus, Pablo Toro. El Presidente Sebastián Piñera también lo reconoció el jueves al apoyar un proyecto que establece la imprescriptibilidad de los abusos sexuales contra menores: "(Se busca) impedir que el lento proceso de asimilación de un abuso termine transformándose en cómplice de la impunidad". Disociación La doctora Tamara Galleguillos, psiquiatra forense y académica del Departamento de Psiquiatría Norte de la Facultad de Medicina de la U. de Chile, es clara: "El abuso sexual es un evento traumático, y el trauma es en términos psicológicos y psiquiátricos un evento muy duro, muy dañino, incluso a nivel neurobiológico, a nivel cerebral". Y agrega: "El trauma a veces genera cambios a nivel cerebral y uno de esos cambios es que afecta la memoria: los traumas se graban con fragmentación. Las personas abusadas pueden incluso bloquear, no recordar lo que pasó. Y mucho tiempo después, con situaciones parecidas, con algo que ven, aparece una memoria que no tenían consciente. A veces tienen dudas de si lo soñaron o no. Y es difícil poder contarle algo a otro cuando son cosas así de vagas, y más si se trata de personas cercanas, queridas o admiradas públicamente". Esa, dice, es otra razón para no hablar. Pero además de la posible falta de recuerdos, la víctima puede sentirse cuestionada. "Relatarlo implica vergüenza. Además, la condición de víctima es bien violenta: ¿Por qué no contaron antes? ¿Por qué se quedaron calladas?", dice Rodrigo Venegas, psicólogo experto en tratamientos a agresores sexuales y académico de la U. San Sebastián. En Twitter, por ejemplo, aunque la mayoría de los mensajes son de apoyo, también hay algunos que cuestionan a las víctimas de abuso: "No quiero restarle importancia a la (supuesta) conducta de #HervalAbreu, pero niñas... ir a casting/ensayo privado a casa del director a las 22 hrs? Really?". "Y donde están las otras abusadas #CatalinaBianchi? Supongo que si #RobertoFarias es un abusador sexual deben haber más, y este no es el caso" (sic). A esto se suma la sensación de sentirse que se es responsable, en cierta forma, de los abusos. Para el psiquiatra Pablo Toro, "en general el abusado siente culpa de lo que está pasando y vergüenza. (...) Y las dinámicas con adultos no son muy distintas que con los niños. Siempre es una persona en situación de poder frente al abusado: el jefe, el que decide si trabaja o no, el sacerdote, el profesor. Siempre hay desigualdad de poder. El mismo doctor Hamilton ha señalado que él se sentía culpable, o visto ahora, que Karadima lo hacía sentir culpable de lo que estaba pasando". Para poder hablar del abuso puede ser necesario "tomar distancia", recuerda el doctor Toro. "Tomar distancia del abusador, distancia emocional y mental, para tener una visión más amplia". También sirve, dice Venegas, cambiar de etapa. "Algunos denuncian cuando se casan, cuando tienen su propia familia, cuando se empoderan". Sin embargo, en muchos casos, dice la doctora Galleguillos, es un proceso que puede tardar años. "A veces hay que hacer un proceso terapéutico largo, y solo al final de la reparación la persona puede contar, denunciar". El tiempo que esto tome, advierte, va a depender de cada persona, y de cómo reacciona el entorno (ver recuadro). Pero el aumento de las denuncias en los últimos meses, tanto en Chile como en el exterior, tiene efectos positivos: "Algo que individualmente no podía hacer, que otro lo haga hace que yo tenga valor para denunciar", ejemplifica Venegas. Para la doctora Galleguillos, este aumento de denuncias también permite avanzar: "El que sea más común denunciar y que se logren cosas denunciando ayuda a sacarse de encima la sensación de las víctimas de que contar no va a servir de nada y que a ellas nomás les ha pasado", explica. Una de cuatro
"Se plantea que una de cada cuatro niñas en Chile ha sido abusada. Las cifras son así de terroríficas", dice la doctora Galleguillos. Por eso, explica, no le parece raro que empiecen a aparecer más denuncias.