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Elecciones en la CUT: Todas las fichas están por ahora con Arturo Martínez

domingo, 04 de mayo de 2008

Pablo Obregón Castro
Enfoques, Economía y Negocios

En una semana en que la Central Unitaria fue protagonista, su actual presidente, Arturo Martínez, se perfila para encabezar un tercer período consecutivo al mando.





Si finalmente Arturo Martínez postula a un tercer período consecutivo al mando de la CUT -decisión que ha dilatado públicamente, aunque la disidencia interna dice que está trabajando hace tiempo en su tercera candidatura-, será prácticamente imposible que algún candidato alternativo logre amagar su opción.

La correlación de fuerzas entre el sindicalismo tradicional -base histórica de apoyo a Martínez- y el denominado "neosindicalismo" -detrás de la opción de líderes emergentes- favorece ampliamente al primero.

Hasta ahora, la democracia indirecta que gobierna la CUT ha operado como el cemento perfecto para fundir al Partido Socialista y la facción del PC más cercana a la directiva desde hace ocho años, cuando la lista de Martínez negoció abiertamente con el comunismo en desmedro de la mayoría relativa que alcanzó una lista de la Democracia Cristiana.

La Central elige a sus representantes a través de un método complejo: los dirigentes escogidos por los sindicatos base designan al consejo directivo, conformado por 45 personas. Dentro de este órgano, se elige a los 15 integrantes de la directiva.

En el proceso de 2000, la Concertación obtuvo la primera mayoría nacional, con 20 consejeros, y Martínez -socialista, pero descolgado de esa alianza oficialista- alcanzó 12 consejeros, pero negoció hábilmente un pacto de co-gobierno con el Partido Comunista que le permitió sumar 13 consejeros y, con ello, la presidencia.

Sobre la representatividad real de la multisindical, no hay cifras muy claras: la CUT dice tener 782 mil afiliados; la Dirección del Trabajo reconoce 370 mil y en la elección de 2000 se acreditaron 317 mil.

Voto ponderado
Si el escenario actual se mantiene, en agosto próximo se presentará un panorama parecido. El voto de cada sindicato, federación y confederación se pondera de acuerdo al número de trabajadores con cuotas al día que son capaces de acreditar. Si, por ejemplo, el Colegio de Profesores tuviera los cheques para acreditar el pago de cuotas al día de cada uno de sus 90 mil afiliados, su voto sería el más "pesado" de la elección.

Este último dato cobra mayor relevancia si se considera que el magisterio mantuvo congelada su afiliación a la Central durante dos años y decidió reanudar el pago de las cuotas justo antes del Octavo Congreso de la Multisindical (abril), lo que le permitirá participar de las elecciones de agosto. Esa fue una de las primeras medidas que adoptó el nuevo presidente de los profesores, Jaime Gajardo (PC), quien también es secretario de la CUT.

Es en este punto donde surgen las dudas. Las maquinarias que exhiben mayor poder económico pueden desequilibrar por sí solas las elecciones y hacer estériles las opciones de las listas independientes. Entre el magisterio, los empleados públicos (ANEF) y los trabajadores de la salud (Confenats) suman cerca de 180 mil afiliados.

A estos actores mayores se suman varias organizaciones del mundo privado que tienen un tonelaje respetable y que son cercanas a la Concertación.

Las confederaciones bancaria, minera y del comercio suman unos treinta mil representados y tienen dirigentes cercanos a la alianza oficialista.

El "compañero" Cuevas
La opción real de que el líder de los contratistas, Cristián Cuevas, amague el liderazgo de Martínez es escasa. Representa una de las corrientes duras del movimiento -el denominado sindicalismo de clase- que en el discurso no encuentra sintonía con los dirigentes tradicionales, acostumbrados a limitar su acción a las reivindicaciones salariales, pero sin vocación de poder.

El sindicalismo de clase tiene su base de apoyo entre los subcontratistas del cobre y también en el mundo forestal y la salmonicultura, donde Cuevas y José Ortiz (encabeza una facción del PC) lograron una penetración importante durante los últimos años, de la mano del uso intensivo que esas industrias hacen de la figura de la subcontratación. En el caso de los forestales se trata de unas 12 mil personas, mientras que en la salmonicultura operan otros 15 mil trabajadores bajo la influencia de esta forma de sindicalismo.

En el largo plazo, las posibilidades de que estas corrientes ganen posiciones no son escasas. A partir de 2012, la multisindical cambiará su actual mecanismo de elección por uno de votación directa y en esa línea el trabajo de las maquinarias tradicionales se hará menos relevante.

Además, en el mundo de los contratistas operan varias colectividades al margen de la CUT, pero que son cercanas al estilo Cuevas. El Sintrac, de Sergio Alegría, por ejemplo, adhiere al sindicalismo de clase y representa a unos 15 mil trabajadores tercerizados.

A éstos se suman los sindicatos afiliados a la CGT (antiguo Mosicam), dirigida por el ex comunista Manuel Ahumada, que arrastra a unos 25 mil trabajadores, enarbola las banderas del clasismo obrero y predica la necesidad de fundar una central única, pero sin lo que consideran los vicios de la burocracia sindical.

Ambas estarán al margen de los comicios de agosto, pero serán una fuerza respetable de cara al futuro del sindicalismo.








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