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Testimonio de prima del ex senador:

El dramático relato de la familia Bitar para escapar de Siria

domingo, 22 de abril de 2018

Carlos Saldivia.
Reportajes
El Mercurio

La pariente de Bitar logró abandonar el país en febrero pasado. La decisión la habían adoptado el 5 de septiembre de 2016. "Mi esposo y yo íbamos en el autobús a trabajar, a las 7:30. De pronto escuchamos un gran ruido. Estábamos a 50 metros de un autobús que fue bombardeado. La explosión fue cerca de nuestro lugar de residencia. Los niños estaban en casa", dice al teléfono.



Por seis años lo resistió todo. El temor al terrorismo, aviones lanzando misiles por las noches, la transformación de su casa en escombros, vivir sin luz eléctrica, las pesadillas de sus hijos, huir a pie por las montañas, negociar con contrabandistas y la pérdida de amigos.

El límite llegó el 5 de septiembre de 2016. Ese día, M.A. B. -prima segunda del ex ministro Sergio Bitar, que pide por razones de seguridad no revelar su nombre ni que se publique su fotografía- salió de su casa de tres pisos en el barrio Al Hamidiya, en el corazón turístico de Homs, sector habitado casi exclusivamente por cristianos.

"Mi esposo y yo íbamos en el autobús a trabajar, a las 7:30. De pronto escuchamos el sonido de una gran explosión. Estábamos a 50 metros de un autobús que fue bombardeado y explotó. La explosión fue cerca de nuestro lugar de residencia. Los niños estaban en casa, porque eran las vacaciones de verano. Ese día nos sentimos aterrorizados. Fue un gran shock. Mis oídos dejaron de escuchar casi un día entero, mis nervios se rompieron", dice al teléfono.

Recuerda que algo mareada, bajó del bus y corrió hasta su casa. Sus hijos estaban ilesos y se abrazaron.

"Entonces decidimos ir al Líbano. Cuando salimos de la ciudad nuestro barrio estaba bajo el control de los grupos armados. Mi familia y yo llegamos a través de contrabandistas, porque nuestro ingreso era ilegal. Nos establecimos allí en una casa de la montaña de la hija de una tía. Mi tía vivía en el Líbano hace más de 55 años", cuenta.

Otra prima, Julie Bitar, que desde hace algunos años se radicó en Sydney, Australia, logró que ese país los aceptara como refugiados. M.A.B se instalaron en Melbourne en febrero pasado, luego de un largo periplo. Hoy, su hija mayor, y dos de sus hermanos menores, se mantienen en clases intensivas de inglés. La mujer se siente liberada.

"El Mercurio" reconstruyó su relato durante tres días de conversación. Los contactos telefónicos fueron realizados en árabe y francés, y con ayuda de su hija mayor, de 20 años, que la ayuda en la traducción.

"Vimos cosas horribles"

El parentesco que une a Sergio Bitar con M.A.B. proviene de su padre, Nazmir Bitar, quien llegó a Valparaíso en 1927 desde lo que entonces se llamaba la Gran Siria, parte del Imperio Otomano, que comprendía Palestina, Líbano y Siria. En Homs, este dejó a su padre Habib Bitar, hermano del abuelo de M.

Eligió Chile, porque una hermana lo había hecho años antes. Nazmir partió en barco desde Beirut, pasó por Marsella, Buenos Aires y de ahí a Valparaíso, a través de la ruta por el Estrecho de Magallanes. Él era cristiano y además de árabe hablaba francés, por lo que no le fue difícil adaptarse.

En cambio, M.A.B., aunque también es cristiana, solo habla árabe. Distingue algunas palabras en francés que la ayudan a expresarse cuando la conversación se traba. Sergio Bitar activó todos sus contactos en las embajadas y con un conocido de la Embajada de Chile en Siria logró enviarle dinero en los momentos más difíciles. Hoy siguen en contacto, al igual que con hermanos del ex senador, Lorenzo y Carlos.

La prima de Bitar vivía en Homs, la tercera ciudad más grande de Siria, después de Damasco y Alepo. Su esposo, Z.B., ingeniero mecánico, trabajaba en una refinería de petróleo local. Ella era funcionaria de una oficina pública, que prefiere no detallar. Solían de ir de paseo con sus hijos a las montañas. En el verano, a la piscina o el mar.

"Mi familia y yo estábamos viviendo una vida feliz y tranquila antes de la guerra. Mi esposo y yo éramos empleados en puestos de trabajo del gobierno y mis hijos estaban en la escuela, también del gobierno. La vida en Homs era muy barata, podíamos comprar lo que queríamos. Desde fines de 2011 a febrero de 2012 los ataques comenzaron en la noche. En la mañana era normal. A veces hubo enfrentamientos en la ciudad, pero fue un tiempo corto, terminó con rapidez. La guerra nos afectó mucho. Mi esposo y yo dejamos nuestros trabajos debido a la mala situación y mis hijos sus escuelas. Vimos cosas horribles", relata .

En enero de 2011 la ola de protestas contra gobiernos de Medio Oriente reclamando mayores libertades civiles, conocida como Primavera Árabe, llegó a Damasco. El levantamiento contra el Presidente Bashar al-Assad se convirtió en guerra civil cuando grupos armados opositores se unieron al Estado Islámico (ISIS) y el Ejército sirio los enfrentó en diversas ciudades.

Luego de que opositores sirios denunciaran hace 10 días un supuesto ataque con armas químicas contra la población civil en Duma, al norte de Damasco, Estados Unidos, Francia y Reino Unido lanzaron misiles contra objetivos militares del gobierno siria en Damasco y Homs.

"Cuando llegué vi mi casa destruida"

El matrimonio residía en la calle Ishal Al-musili, un recinto tranquilo y turística. Su barrio -llamado Al Hamidiya, en el centro de la Ciudad vieja-, estaba a pocas calles de la Iglesia del Sagrado Cinturón de María Santísima, un templo construido el año 50 d.C.

El recinto quedó destruido tras ser usado como fuerte por los grupos armados de oposición durante los disturbios de la guerra civil.

En 2012, el barrio cayó bajo el dominio de los grupos armados, pese a que a tres kilómetros de distancia el control estaba en manos del Estado sirio. El fuego cruzado los atrapó.

Las guerrillas que controlaban la zona: decapitaban o ejecutaban a los empleados del Gobierno y cobraban impuestos. Aún así, M.A.B cuenta: "Pensamos que la crisis terminaría pronto, pero fue difícil por varios años por los bombardeos, los altos precios, la falta de electricidad y la calefacción. La mejora fue muy gradual y lenta".

"La mayoría de los ataques era de noche -prosigue- y luego se pasaron al día. Nosotros solíamos ir a nuestros trabajos normalmente, aunque a veces hubo enfrentamientos en el centro de la ciudad".

La violencia se agravó para la Navidad de 2012. El matrimonio decidió entonces escapar a las montañas por unos meses. Irían a la casa de una tía de ella, también familiar de Bitar, que vive en Siria, cerca de la frontera.

"La electricidad no estaba disponible todo el tiempo, y después del ingreso de terroristas dejamos el vecindario. En 2014 pensamos que lo peor había pasado. Las fuerzas del Ejército lograron sacar a los grupos violentos de Homs, así que regresamos a casa", cuenta.

Al llegar a su casa se encontraron con una imagen que aún recuerda con amargura. Tres cuartas partes de su hogar estaba convertido en escombros. Un misil había ingresado por el techo del tercer piso, atravesado la pieza de sus hijos en el segundo para luego explotar en el living. La casa quedó inhabitable (ver fotografía).

La mayor de sus hijas, quien sacó fotografías, junto a su padre, treparon entre los trozos de muros y lograron llegar a lo que quedaba del segundo piso: la habitación de los hijos de menor edad. Solo un clóset seguía de pie, aún con prendas de vestir en su interior. Los fierros del suelo del tercera planta cayeron sobre las camas. El misil dañó hasta la vereda de enfrente y las casonas colindantes.

Fue la segunda vez que decidieron mudarse, esta vez al Líbano. "Las montañas eran áreas seguras, porque la mayoría de la población era cristiana. Antes la ciudad era habitada por 25.000 familias, ahora se estima que hay solamente 1.000. Aunque paulatinamente ha vuelto la tranquilidad", dice.

Hoy, desde Melbourne, M.A.B. cuenta que por estos días el Ejército sirio controla el 75% del país, pero que "ahora, Homs y Alepo, y la mitad de Damasco, están mejores que un año atrás". "A veces hay bombardeos de grupos armados en los alrededores de las ciudades que siempre son un peligro".

Desde Australia, reinventándose otra vez, sigue la guerra a través de las cadenas de televisión Al Yazira y Al Arabiya.

"Después que dejamos nuestro vecindario en 2012, nuestra casa fue destruida. No sé específicamente en qué momento. Volvimos en mayo de 2014, después de que los grupos armados abandonaron Homs".

"Decidimos ir al Líbano. Cuando salimos de la ciudad, nuestro barrio estaba bajo el control de los grupos armados. Mi familia y yo llegamos a través de contrabandistas, porque nuestro ingreso era ilegal. Nos establecimos allí en una casa de la montaña de la hija de una tía".

"La guerra nos afectó mucho. Mi esposo y yo dejamos nuestro trabajo debido a la mala situación en la que estábamos y mis hijos dejaron las escuelas. Vimos cosas horribles".

"Usualmente veían convoyes de soldados sirios y rusos en las carreteras, militares estadounidenses o franceses no se aparecían por la región", relata M.A.B."En la ciudad de Homs, el agua estaba disponible con facilidad y no estaba contaminada, pero no sé qué sucedió después de eso", agrega.

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