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Entrevista Sobre la corrupción mexicana:

El alegato político de Jorge Volpi

domingo, 22 de abril de 2018

Roberto Careaga C.
Revista de Libros
El Mercurio

El escritor mexicano publica Una novela criminal , un relato de no ficción, ganador del Premio Alfaguara 2017, fruto de una larga investigación de un caso de secuestro, en 2005, montado por la policía. "Es una queja contra este sistema judicial corrupto, torturador, políticamente cargado e ineficiente que tenemos en México", asegura.



El 9 de diciembre de 2005, millones de mexicanos se despertaron viendo por televisión el despacho en vivo y en directo del rescate de tres personas secuestradas. Desde las 6:47 de la mañana, la TV mostró el allanamiento de la policía de una casa en las afuera de Ciudad de México donde estaban retenidos hacía semanas una mujer, un hombre y un niño, y junto con ellos sus inequívocos captores: Israel Vallarta y la ciudadana francesa Florence Cassez. La transmisión incluyó entrevistas a todos los involucrados, tanto a los secuestradores como a los héroes del día, los agentes de la Agencia Federal de Investigación. Las casi dos horas que la televisión reportó en vivo el "duro golpe a la industria del secuestro" se convirtieron en el inicio de un caso que creció como una bola de nieve. Llegó a tanto que desató una crisis diplomática entre México y Francia, y en el inicio de todo estuvo ese allanamiento en vivo para la televisión que, en realidad, era un montaje. Era falso.

"¿Qué ven los espectadores que encienden sus aparatos en el canal 2 de Televisa o en el 13 de TV Azteca ese 9 de diciembre a partir de las 6:47 horas?", pregunta retóricamente, el escritor Jorge Volpi y, entre otras respuestas, todas descriptivas, entrega en la última un dato definitivo: "Ven, sin saberlo, una ficción". Volpi escribe aquello en Una novela criminal , su último libro, desde hace unos días disponible en Santiago y reconocido en 2017 con el Premio Alfaguara de Novela. Lo del género es complicado eso sí, pues, como el mismo autor insiste varias veces a lo largo del libro, aquí no hay ficción. Es una novela sin ficción. Y aunque tampoco es exactamente periodismo, sí se trata del fruto de una profunda investigación en torno al caso de Israel Vallarta y Florence Cassez y que mucho más que revelar un montaje para la televisión, ilumina la desatada criminalidad mexicana, la corrupción sistémica de la policía y lo kafkiano que puede ser el sistema judicial.

Jurado de esta versión del Premio Revista de Libros de El Mercurio, Volpi es un narrador protagónico de la literatura mexicana actual: ensayista, columnista de prensa, ex director del Canal 22, la televisión cultural de su país, despegó internacionalmente con En busca de Klingsor (Premio Biblioteca Breve 1999), una novela en torno al nazismo que prefiguró su estilo: cosmopolita y ambicioso. En sus siguientes libros, Volpi se volcó a desentrañar el siglo XX desde la política, la ciencia y el pensamiento. Hoy, a los 49 años, está explorando a su país: en 2016 publicó Las elegidas , una novela sobre la trata de mujeres en Tijuana; luego, Examen de mi padre (2017), que le permitió recorrer la historia reciente, y ahora, con Una novela criminal , desciende a un verdadero infierno: los culpables ante el país y el mundo son chivos expiatorios inventados por la policía, que cuenta con el aval de la justicia para enterrar todo atisbo de verdad.

El caso desató una gran controversia en México, pues pocos días después del despacho en vivo en televisión del rescate de los secuestrados, la prensa descubrió que había sido un montaje realizado por la policía. Fue una actuación para las cámaras, la punta de iceberg de engaños y delitos. Pasaron años hasta que empezaran las dudas en torno a la culpabilidad de Israel Vallarta y Florence Cassez: el expediente judicial contiene innumerables contradicciones, testimonios ficticios y, tras leer la novela de Volpi, parece evidente que la policía los responsabilizó falsamente como parte de una trama de venganzas privadas y tratos corruptos. Vallarta aún está en la cárcel y sigue sin ser condenado. En cambio, Cassez fue liberada en 2013 por inconsistencias en las declaraciones. Quizás si no fuera porque ella es francesa, el caso no habría sido tan conocido: ante los hechos, el Presidente francés de esa época, Nicolas Sarkozy, se enfrentó públicamente a su par mexicano Felipe Calderón, y llegó a suspenderse el año de México en Francia programado para 2011.

Por esos días, Volpi vivía justamente en Francia y seguía por la prensa cada movimiento. "Lo seguí siempre, aunque cuando ocurrió el montaje televisivo no vivía en México, ni tampoco cuando se develó que era un montaje. Pero sí ya estaba allá en la época del enfrentamiento entre los presidentes Calderón y Sarkozy", cuenta al teléfono. "Me tocó vivir la cancelación del año de México en Francia, pero de todas maneras fui invitado por grupos artísticos que no querían la cancelación y el único tema del que se hablaba, por supuesto, era de Florence Cassez. Luego de leer un reportaje belga, me pareció que ahí había una gran historia que no se había contado completa, tanto en su parte humana como policiaca y política, y en ese momento decidí escribir el libro", añade.

-Leer "Una novela criminal" permite internarse en un universo donde la verdad va cambiando continuamente. ¿Cómo fue la investigación que realizó?

-Tres años fueron de investigación, sobre todo trabajando con el expediente judicial, que es larguísimo, debe tener unos 20 mil folios, de entrevistas y todos los materiales previos. El caso era un laberinto y el expediente está lleno de mentiras y contradicciones que hay que descifrar. Era un material enorme y mi desafío era saber cómo, a partir de todo ese caos, construir una historia más o menos coherente. Terminé por hacer un manuscrito original que tenía unas 800 páginas, se los di a leer a algunos amigos lectores y todos coincidieron en que en ese estado era ilegible. Y lo reescribí por completo para darle cuerpo a la versión que se ha publicado.

-Usted insiste en el libro que se trata de una "novela sin ficción". ¿Por qué decidió ajustarse a los hechos y no echar mano del recurso de la ficción?

-Yo no soy periodista, y me parece que llego a este libro -que en rigor requiere una investigación periodística- desde la literatura. Muchas de las decisiones formales provienen de la literatura. Pero en cuanto vi la historia, me pareció que debería ser contada a partir de sus protagonistas y las fuentes del caso. En algún momento es tan inverosímil, da tantas vueltas y tantos giros, que convertirla en ficción me parecía que no funcionaba. De hecho, las ficciones de esta novela son las ficciones armadas por la policía. Y en ese sentido, es un libro de no ficción que intenta develar lo ocurrido en una historia real que está llena de mentiras y, por lo tanto, de ficciones.

-La historia que narra en "Una novela criminal" es la de Vallarta y Cassez, pero también cuenta un momento de su país. ¿Qué simboliza este caso para usted?

-Al mismo tiempo que tratar de contar esta historia lo mejor posible, también se convirtió en una novela que denuncia el sistema de justicia mexicano. Este caso se volvió más notorio por la nacionalidad francesa de Florence, pero en realidad se parece a muchos otros casos que revelan cómo funciona, o más bien no funciona, la justicia penal en México.

-Como usted plantea en el libro, el caso explota justo antes que el narcotráfico se convirtiera en el asunto más alarmante de México.

-Este caso es el preludio de la guerra contra el narcotráfico en todo sentido. Primero, porque el jefe de la policía en ese momento, Genaro García Luna, llega a ser ascendido a secretario de Seguridad Pública por el Presidente Felipe Calderón, y por lo tanto es uno de los responsables de la guerra contra el narco. Y ahí sigue aplicando los mismos tipos de maniobras que están presentes en este caso: la manipulación mediática, la tortura, la invención de pruebas. Y, por otro lado, este caso revelaba que la policía tenía tales grados de corrupción que no estaba preparada para dar esta guerra.

-El lector va enterándose de los que parecen ser los verdaderos hechos en el recorrido de investigación plasmada en la novela. ¿Cuánto cambió su visión de los involucrados mientras trabajó en "Una novela criminal"?

-Cuando empecé la historia tenía la idea, ingenua quizás, de que podría llegar a tener una visión clara de quién era inocente y quién era culpable, pero lo que terminé por descubrir es otra cosa: la acción de las autoridades, de la policía, de los jueces, fue la de destruir por completo la verdad, de obstaculizar de todas las maneras las posibilidades de entender qué fue lo que ocurrió entre el 8 y el 9 de diciembre del 2005, cuando Florence e Israel fueron detenidos. De tal manera que soy un convencido de que ante esta acción irregular de las autoridades hay que mantener la presunción de inocencia, y así es correcta la liberación de Florence y con Israel se debería actuar del mismo modo.

-Así, la novela se vuelve también un alegato político

-Pues sí, inevitablemente tiene ese componente. No estamos en la época de las novelas comprometidas, pero la novela, al menos desde el siglo XIX y probablemente antes, tiene esta tradición de ser también la denuncia por parte del escritor de condiciones de su época que le parecen inadmisibles. Y creo que finalmente esta novela terminó sumándose a esta tradición, que ya estaba en Victor Hugo o Zola y que llega hasta nuestros días. Es un alegato en contra de este sistema judicial corrupto, torturador, políticamente cargado e ineficiente que tenemos en México.

-¿Un escritor tiene el deber de pronunciarse políticamente?

-La gran ventaja de nuestra época es que no existe esa obligación que en algún momento se pensó que tenía el escritor de estar políticamente comprometido. Creo que hay muchos escritores cuyo compromiso se manifiesta únicamente a través de su escritura de ficción. Pero también creo que si las condiciones de nuestros países siguen siendo tan terribles o alarmantes, ciertamente el escritor puede y debe denunciar claramente estas situaciones.

-¿Qué tan distante está para usted "Una novela criminal" de "En busca de Klingsor", donde jamás se menciona la palabra México?

-No están tan lejos. Formalmente, sí; pero en otro sentido, no. Tenía muchas ganas de escribir un libro sobre México. Ni siquiera sabía que este iba a ser, que se iba a convertir en mi novela sobre el México de estos últimos años, amenazado constantemente por una sensación de peligro y violencia. Y al terminar el libro me di cuenta de que aunque Una novela criminal sea tan distinto a En busca de Klingsor , tienen el mismo tema central: son dos novelas sobre la búsqueda de la verdad, y la verdad, al final, se revela imposible.

"La historia del caso tan inverosímil, da tantas vueltas y tantos giros, que convertirla en ficción no funcionaba. De hecho, las ficciones de esta novela son armadas por la policía"

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