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Traspaso de poder en Cuba:

La pesada herencia que deja Raúl Castro

martes, 17 de abril de 2018

Erika Lüters Gamboa
Internacional
El Mercurio

La serie de reformas que emprendió hace 10 años no logró hacer despegar la economía.



Todo indica que mañana, si no se produce un cambio de último minuto, Raúl Castro (86) traspasará la Presidencia que ejerció por 12 años, a Miguel Díaz-Canel, un civil tres décadas menor. Quien sea el nuevo gobernante tendrá el desafío de continuar con las reformas emprendidas por el hermano de Fidel a partir de 2008, una tarea que se vaticina difícil para una persona que no tiene la autoridad ni la "historia" de sus predecesores.

La sesión legislativa en la que se hará el cambio de mando estaba en principio fijada para el 24 de febrero. Luego se postergó para el 19 de abril. Finalmente, la Asamblea del Poder Popular se adelantó para mañana. "Esta decisión se adopta para facilitar el desarrollo de los pasos que requiere una sesión de tal trascendencia", dijo una nota oficial, que no ahondó en detalles.

Si bien es cierto que Raúl Castro cambió muchas cosas que en los años de Fidel eran impensadas, como restablecer las relaciones con Estados Unidos, autorizar los viajes al exterior, la compra y venta de viviendas y automóviles y los trabajos por cuenta propia, las reformas no han dado los resultados esperados para levantar la economía.

El propio Raúl admitió en marzo que hubo "errores e insuficiencias" que desaceleraron las reformas con las que prometió "actualizar el socialismo". El año pasado, el PIB fue de 1,6%, por falta de inversiones, problemas de disponibilidad de combustible y el azote del huracán Irma. El 2016 la contracción había sido del 0,9%.

Castro entregará un país que cuenta con un déficit de un millón de viviendas, un transporte público colapsado, problemas en el abastecimiento de agua potable, crisis en los sectores de educación y salud por falta de personal y un deterioro generalizado de la infraestructura.

"Lo que recibe Díaz-Canel es una 'papa caliente' que tiene que agarrar con las manos. Y sin guantes", comentó a "El Mercurio" Eugenio Yáñez, economista cubano, editor de Cubanálisis.

El nuevo gobernante, de 57 años, no tendrá la suficiente libertad para hacer cambios, pues Castro conservará hasta 2021 su cargo de primer secretario del Partido Comunista Cubano (PCC), el real poder en Cuba, según la propia Constitución de la isla, y su aliado más cercano, José Ramón Machado Ventura, se mantendrá como el segundo.

"Díaz-Canel ocupa el tercer lugar en el Politburó. Por lo tanto, tendrá que responder a los deseos del liderazgo superior", dijo a este diario Brian Latell, ex analista de la CIA y autor del libro "Después de Fidel".

"Raúl Castro, con cuatro estrellas en su uniforme, es el oficial de mayor rango en el Ejército cubano. El partido y el Ejército son las dos instituciones más importantes y poderosas. Entonces, Díaz-Canel no tendrá mano libre", añadió Latell.

Como civil, su autoridad se verá disminuida ante los militares que controlan el 60% de la economía cubana a través del conglomerado Gaesa, propietario de la gran mayoría de las empresas que operan en el sector comercial, desde hoteles y casas de divisas a puertos.

Por ejemplo, Gaesa tiene una participación del 27% de Etecsa (Empresa de Telecomunicaciones), controla el 40% de la capacidad hotelera y el 85% del sector minorista, incluido el 100% de las gasolineras y casi el 90% de las tiendas.

Sin tener historia guerrillera, Díaz-Canel no puede apelar a la épica heroica y pedir sacrificios o confianza ilimitada, "su principal desafío es ganarse la legitimidad", dice Yáñez.

"Necesita mejorar las condiciones de vida de los cubanos. Si no logra eso, el único camino que le queda es la represión: los cubanos soportaron la represión de Fidel Castro y de su hermano por su 'historia', pero no soportarán la de un mequetrefe como Díaz-Canel por simple inercia".

A continuación, el desempeño de algunas de las reformas de Castro.

"Cuentapropistas"

Una de las reformas impulsadas por Raúl Castro que más esperanzas generó fue la autorización para que los cubanos pudieran trabajar por cuenta propia. Así, en 2010 nacieron los "cuentapropistas", que instalaron negocios, como peluquerías, talleres de reparación de celulares, producción y venta de calzado, o pequeños restaurantes, conocidos como "paladares". Hoy, 580.000 personas, 12% de la fuerza laboral, se desempeña en las 201 modalidades permitidas. Sin embargo, en agosto se suspendió la entrega de licencias para nuevos emprendimientos, las modalidades se rebajaron a 122 y se impusieron trabas burocráticas que han hecho cerrar muchos negocios.

"Cuando la fuerza laboral de un país se encuentra atrapada entre la burocracia y la centralización, nada funciona bien, no se evoluciona, se involuciona. Cuando el gobierno persigue la generación de riqueza en vez de crear las condiciones para incentivarla, el sistema se degrada a sí mismo. Esto es lo que ha pasado en estos 10 años", dice a este diario Emilio Morales, presidente The Havana Consulting Group.

Agricultura

Al inicio de sus reformas, en 2008, Raúl declaró "estratégica" la producción de alimentos y entregó más de un millón de hectáreas de tierras ociosas a campesinos privados. Pero han transcurrido 10 años y Cuba aún importa el 80% de los alimentos que consume, a un costo de 2.000 millones de dólares anuales.

Inversión extranjera

Una de las mayores apuestas de Raúl Castro para conseguir inversión extranjera y estimular la economía fue la remodelación del puerto de Mariel, donde se edificó la Zona Especial de Desarrollo Mariel (ZEDM), en un área de 465 km cuadrados.

Pero una vez más, la burocracia mantiene casi paralizado al proyecto. A marzo de este año solo había 35 empresas aprobadas en la ZEDM, de ellas, 10 estaban en operaciones y 25 en proceso de inversión. De los 12.500 millones de dólares que se proyectó podría captar, a razón de 2.500 por año, solo ha conseguido 1.191 millones de dólares desde su inauguración, en 2014. En cinco años, solo ha generado 4.888 empleos, según The Havana Consulting Group.

Turismo

Dentro del estancamiento de la economía, el turismo ha sido la gran excepción.

Especialmente después del deshielo de las relaciones entre EE.UU. y Cuba, en diciembre de 2014, se produjo un boom de visitas, pese a que los estadounidenses aún no pueden ir oficialmente de turistas por las restricciones del embargo comercial impuesto en 1962. Se reanudaron los vuelos entre ambos países y los cruceros volvieron a atracar en los puertos cubanos.

La cantidad de turistas extranjeros que llegó a la isla aumentó de 2.200.000 en 2006, a 4.700.000, según lo estimado para 2017.

Sin embargo, la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca enfrió nuevamente las relaciones y Washington restringió los hoteles, tiendas y otros negocios a los que los estadounidenses pueden tener acceso, dependiendo de si tienen vínculos con las Fuerzas Armadas cubanas.

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