Fondos Mutuos
-Quería dar un mensaje: "Estoy en otra". Soy una mujer de 63 años. He vivido muchas vidas. He abandonado sistemas de creencias. Creo cada vez más en las cosas más esenciales del ser humano. No estoy mucho ni en el ego ni en la vanidad.
La actriz Loreto Valenzuela se refiere al momento en el que decidió teñirse el pelo de blanco. Fue un día de 2016. Por seis décadas lo ocupó castaño oscuro.
-Me sentía como obligada, por ser actriz, a quedarme estática en una edad y a mí siempre me han gustado las canas. Siempre las he encontrado preciosas. Dignas. Elegantes. Tienen ese cariz -agrega mientras sostiene una taza con café de grano en su interior. Está en su casa en La Reina, donde vive hace casi dos décadas con su marido, el ingeniero Juan Ramón Ibáñez, y Luciana, la hija de ambos, hoy de 19.
-Nunca he estado aferrada a una imagen de mí -agrega-. Hubo un minuto en el que me dije: 'No quiero seguir una pelea que no estoy dando y que los demás creen que estoy dando', que es esa pelea de ser joven, de quedarse en los 40, edad en la que hay un millón de mujeres. (...) Nunca había estado más cómoda conmigo que a esta edad. Me siento más preparada que nunca. Me siento mejor actriz que nunca. ¿Por qué los hombres se ponen más atractivos a los 60 y las mujeres nos ponemos viejas? No estemos dispuestas a eso. Es mi mensaje. No tenemos que vernos menores para ser atractivas. Somos atractivas así. Este es nuestro atractivo.
Han pasado cuatro meses desde que se operó de las cuerdas vocales -tras el hallazgo de un nódulo ya extirpado- y supo que el tiempo que había dado por finalizado en las tablas, se extendía. Que la vida como actriz ahí en los escenarios seguía en pie. Y que si continuaba así las cosas seguirían siendo a su manera. Loreto Valenzuela, vistiendo un blusón azul eléctrico holgado, el pelo blanco, suelto y chascón, se ve diferente a su último personaje televisivo, el de una villana en la teleserie "Amanda", que le valió un "Premio Caleuche" este verano. Un reconocimiento a su carrera, sin pausas, en Teatro y en Televisión. Este año volverá a la pantalla chica con un proyecto en el área dramática de Chilevisión, que ya empezó a grabarse, y será parte de un proyecto audiovisual. Pero de nada puede dar información.
-Por primera vez creo que, de alguna manera, tengo un poquito las cosas seguras. Igual esto son seis meses.
Entre grabaciones, hoy Loreto Valenzuela pasa días en su casa.
-Aprecio muchísimo mi tiempo de ocio. Es un prejuicio creer que es malo. Se necesita tiempo libre para descubrir y para descubrirte a ti misma. Hay una obsesión del "tiempo ocupado". Creo en el tiempo libre y tiempo tonto. Yo paso mucho tiempo con mi marido. Estoy mucho con él sobre todo después de lo que pasó.
Antes y después
Al entrar a su casa hay que traspasar una cortina gitana. Al medio de un antiguo amoblado de living dorado -heredado de su suegra- hay una mesa de centro repleta de esferas de cristal de todos los portes y colores. Las ha coleccionado en viajes y sus amigos, al verlas en su casa, han decidido obsequiárselas también.
-Las esferas han llegado como todo en mi vida: por casualidad -dice.
También hay cuadros heredados de la familia: Cienfuegos, Hardy Wistuba. Y un retrato de grandes proporciones de ella, donde sale recostada, con la espalda desnuda, el pelo frondoso y café, en el papel que interpretó a mediados de los ochenta para la teleserie "La dama del balcón", que giraba en torno al extraño parecido de tres mujeres, dos que aún vivían y una tercera que aparecía retratada en una pintura, el único protagónico en cuatro décadas de carrera.
-(Después de participar) quedé fundida. Hacía tres personajes. (Me lo plantearon) como un desafío actoral. Quedé muy agotada y no quise hacer teleseries por mucho tiempo. Ya lo había demostrado, como quien dice.
En su living hay fotos familiares. En ellas aparecen su hijo mayor, Sebastián Huneeus, de 32, de su primer matrimonio, y Luciana.
Hay una fotografía grande de toda la familia, en blanco y negro, donde todos salen saltando. Es del día de su segundo matrimonio, en 2011, con Juan Ramón Ibáñez. Ella sale de polera y pantalones blancos.
-Yo me iba a casar vestida de cualquier manera y la Coca (Guazzini) me dijo: ¡Ay Lore, no te puedes casar de cualquier manera! ¡Ya ven! Y me llevó a una tienda donde me compré una tenida blanca. (Ríe) Yo no quería casarme en la vida. Uno se casa en el corazón. Son tantas las cosas que las mujeres pierden... Y no tengo esa cosa de asegurarme económicamente. Y si me casé con Juan Ramón fue porque dijimos después de 20 años juntos: "casémonos".
En la foto aparecen varias jóvenes. Son las hijas de su marido, quien fue su ex pololo de adolescencia. Con él se reencontró décadas después cuando ambos estaban separados. A sus hijas las conoció de niñas y las siente hoy como hijas también: Carolina, Daniela y Magdalena Ibáñez, actriz en la serie Bim Bam Bum en TVN, quien falleció en un accidente vehicular en 2014.
Sus cenizas están guardadas en un cofre a un costado del living, en un altar, rodeado de fotos de ella.
-De repente venimos, estamos con ella, le prendemos velitas -dice.
El auto en el que ella iba con su pareja de entonces fue impactado por accidente en una persecución policial. Un grupo de ladrones escapaba tras robar un cajero. La muerte de Magdalena es además la razón, dice, por la que las dos hijas mayores de su marido, radicadas en el extranjero, estuvieron por años y hasta hace poco viviendo en la casa también.
-Uno quiere buscarle sentido y estás siempre en esa. Es un proceso que no es fácil. Uno cree que nunca te va a pasar. Antes creía que mi vida era antes y después de mis hijos. Pero esto para mí es un antes y después.
-Frente a una muerte tan violenta, ¿cómo se maneja la rabia?
-Es muy difícil. No puedes evitar las emociones. Además yo no ando hablándolo. En los demás provoca cierta incomodidad. Es difícil hablarlo sin llorar. Entonces uno va recorriendo el camino que hay que recorrer. No puedes saltarte nada, tienes que vivirlo. Y lo vives con rabia, con pena, con desconcierto, con impotencia, con no entender, con lo que implica. Y además que -se queda en silencio- dentro de todo a mí me ayuda la compasión, porque yo sé que mi dolor es menos que el de mi marido o el de mis hijos, porque por más que yo la amara con todo mi corazón, no era mi hija. Nunca vas a comparar dolores. Pero sí ayuda sentir compasión y ayudar a otros. Yo he sido una especie de punto de apoyo para la familia. Y lo hemos arreglado con mucho amor entre nosotros. Lo que más hemos hecho ha sido cuidarnos.
-¿Qué cambió en su manera de ver las cosas?
-Creo cada vez en el seamos felices ahora. Exijo muy poco.
Recuperar la confianza
Antes de ser actriz, Loreto Valenzuela, de San Antonio, hija de un actor aficionado que llegó a ser gerente de una empresa, y de una dueña de casa, la penúltima de cinco hermanos, estudió Economía en la Universidad de Chile.
Aunque fue poco el tiempo -entre 1971 y hasta el 11 de septiembre de 1973- bastó para que compartiera aula con personalidades del mundo de la economía. Carlos Ominami, Víctor Barrueto, Máximo Pacheco, Sebastián Edwards.
-La recuerdo como una mujer enormemente inteligente y con un gran sentido del humor -dice Edwards-. Eran tiempos muy políticos, y los representantes de todos los partidos tratábamos que Loreto militara con nosotros. Ella era de izquierda, pero mantenía una sana independencia. Loreto tenía, y aún tiene, una sonrisa que desarmaba a cualquiera. Pero su distintivo era el pelo azabache y largo, un pelo precioso. Hacía pocas preguntas en clase, pero cuando hablaba siempre lo hacía desde la profundidad.
Loreto "que no tenía ningún amor por la carrera", se cambió a Secretariado, estudios que compatibilizó con los de Teatro que cursó en la Escuela de Arte de la Comunicación, que más tarde se transformaría en la Escuela de Teatro de la Universidad Católica. Ahí cursó el Taller de Investigación Teatral donde trabajó junto a la Vicaría de la Solidaridad. El resultado fue "Tres Marías y una Rosa", que la llevó a recorrer el mundo, siendo estudiante y que le abriría las puertas de las tablas en el corto plazo.
La actriz Grimanesa Jiménez fue su compañera y amiga. Ella recuerda la gira que siendo debutante Loreto hizo por Europa.
-Esa obra todos los chilenos querían verla, en las afueras, en el exilio -dice Jiménez.
-Pero esto también tuvo costos-agrega Valenzuela-. Siendo un espacio que me interesaba teatral y políticamente. Tuve profesores abusadores y acosadores que me hicieron sentir muy mal, que me enseñaron a tenerle miedo al escenario y a tener desconfianza en mí en vez de lo contrario y ya por fin me liberé de eso. Y ahora me siento muy bien, con muchas herramientas. Pero yo siento que fui muy insegura por mucho tiempo.
-¿Denunció?
-No existía como figura legal. Las mujeres estábamos muy indefensas y uno más bien se avergonzaba y se sentía culpable y no se lo contabas a nadie. A mí me interesaba seguir en ese grupo donde yo sentía que hacía lo que me interesaba hacer artística y políticamente.
-¿Cómo revirtió ese temor?
-Me costó mucho. Los artistas somos medio melancólicos, inseguros, entonces cuando tienes un profesor, que para ti es importante, que ahí es donde pone el dedo y te dice: "No creas en ti", tiendes a que te pase eso y pierdes la confianza en tus talentos. Eso es un pecado.
-¿La recuperó?
-Muy de a poco. Creo que la tengo recién ahora. Como decía mi mamá: "A la vejez, viruelas" pero bien.
Tras su debut en la TV -con "La dama del balcón"- después de haberse negado a trabajar en la pantalla chica ("No quería nada con la TV. Muchos actores nos negamos. La TV estaba en manos de la dictadura", dice), Loreto Valenzuela incursionó en otros formatos masivos. Hizo radio, fue entrevistadora, animó un matinal,
-Me arrepentí un tiempo de haberlo hecho -dice Loreto Valenzuela de esa irrupción- . Los actores somos prejuiciosos. Les cuesta aceptar que tú hayas estado en un espacio. Dicen: "Ella ya no pertenece". Cuesta volver a integrarse al medio.
A pesar de esas experiencias televisivas, Paula Sharim, con quien ha compartido en el Ictus, dice que Loreto Valenzuela no dejó ni ha dejado de ser para las tablas "una actriz muy respetada".
-Ha contribuido y se ha paseado por un universo de expresiones artísticas dentro del teatro que hace que ella sea aún más meritoria. Es una pieza muy importante del teatro de hoy en Chile.
Al tiempo, sin embargo, Loreto Valenzuela volvió a hacer cine, teatro, TV. Y Cecilia Stoltze, ingeniera y productora de TV, ex ejecutiva de TVN, su compañera en la universidad, subraya su presencia ininterrumpida y su versatilidad.
-¿Si a lo mejor podría haber estado más? Por supuesto que sí. Es una muy buena actriz y no ha hecho papeles chicos. Ha tenido papeles de harta visibilidad, importantes en teleseries. Y hoy se le ha reconocido su trayectoria.
Hacerse necesaria
Loreto Valenzuela no tiene hoy contrato con CHV. Tampoco tuvo contrato con Mega ni con TVN ni con C13.
-Pero yo me quejo re poco. Todo tiene ventajas y desventajas. Me encantaría tener un sueldo. A quién no. Vivo en la inseguridad, pero al mismo tiempo vivo confiando y al mismo tiempo siempre he tenido trabajo. En TV o en Teatro o en Cine o en radio o en un corto o en lo que sea. He aceptado y asumido que mi vida es así. Me da bastante libertad.
-¿A qué le atribuye la falta de continuidad en las áreas dramáticas?
-Hay veces que uno se lo pregunta. Uno no sabe por qué, si has tenido personajes exitosos, no la tienes. De repente pienso, como decía mi mamá: "Así le tocó mijita". "Si la vida te da naranjas, haz naranjada". A mí, no tener estos contratos por otro lado me ha permitido ser una madre presente y eso me ha dado mucha satisfacción. Estar con mi marido. Y tener una vida con mucho equilibrio. En mi vida mi carrera pesa, pero también pesa igual o más pesa mi ser madre, mi ser esposa.
-¿Revivió en TV con Amanda?
-Sí. Yo sostengo que uno trabaja lo mismo para trabajos más y menos exitosos. Lo que pasa con el público, es otra cosa. Y en este caso, lo que ha pasado con el público ha sido muy bueno. Como en los mejores tiempos, como en "La dama del balcón".
La actriz Daniela Ramírez, protagonista en "Amanda", recuerda las anécdotas que Loreto Valenzuela compartía de su carrera.
-A veces ella se refleja en uno. Cuando me veía agotada en la exigencia del personaje, empatizaba conmigo. Era una actriz que no solo veía su trabajo, le interesaba potenciar el trabajo de la escena en general -dice Ramírez-. Siempre me dijo que confiara en mí, en mi intuición, que a ella se le había hecho difícil entrar a la actuación. Había energías que obstaculizaban su trabajo y ella fue muy fuerte, y creyó en ella. Fue muy perseverante. Eso a mí me llegó mucho.
-¿Le recordó "Amanda" el lugar donde estuvo décadas atrás?
-Pero viviéndolo con menos resistencia -dice Loreto-. Antes me cargaba que me pidieran un autógrafo. Y he asumido esa parte pública. Lo vivo con más tranquilidad. Nosotras, las actrices de mi generación, no queríamos ser famosas. No nos interesaba. Era la añadidura. Habíamos visto al Ictus, el Teatro Aleph, en que lo que importaba era lo que decían. Tú no podías antes no ver algunas obras porque te quedabas fuera de la conversación social. Y las obras siempre eran algo que a todos nos decían cosas, eran actos de reflexión. Nosotros queríamos entrar ahí, por eso empezamos a estudiar teatro. Queríamos participar en la transformación de una sociedad.
-¿Qué motor mueve a las generaciones actuales de actrices?
-Las hay con este mismo interés y opinión, pero hay muchas que están por ser famosas. Que quieren "ser". Lo ves en su trabajo. Cómo lo enfocan y se comportan. Al menos en mi grupo esto no estaba en nuestras variables.
-¿Cómo se ve usted en el futuro?
-Me veo trabajando siempre, ejerciendo el oficio hasta el final. No tengo pretensiones. Es muy lindo ver a las actrices como la Helen Mirren que siempre tuvo una carrera buena, pero que le llegan ciertos reconocimientos siendo mayor y está pasando mucho.
-Mirren dice que las actrices mayores están de moda.
-Le encuentro toda la razón. Después de un tiempo que hubo una especie de idolatría a la juventud; los que tenemos más años tenemos mucho que entregar con nuestra experiencia. Tenemos el peso y la serenidad.
-¿Hay algún papel que se negaría a interpretar?
-No me gusta mucho que uno esté para tocar los temas del deterioro. Uno también está para tomar los temas de la pelea. Es como seguir diciendo: "No, no servimos". Si no, es seguir en la misma tecla. "La vieja que se deteriora". Yo creo que hay cosas que han ido cambiando. Esto es como el cenital. En la vida, de repente, el cenital va cambiando de un lugar a otro. Y en este minuto yo creo que el cenital está sobre las mujeres mayores. Hay un montón de mujeres fantásticas. La Susan Sarandon, la Helen Mirren, la Meryl Streep y tantas más que no se han echado a morir. Lo peor en la vida es andar quejándose. Y ahí tú eres la que lo tiene que demostrar. La que tiene que hacerse necesaria. *