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Se encuentra aquejado de una grave enfermedad:

Los días más difíciles del juez Carlos Aránguiz

domingo, 08 de abril de 2018

Andrés López
Reportajes
El Mercurio

Adquirió notoriedad pública en 2002, al ser designado como ministro en visita del denominado caso Coimas, y en 2014 asumió como ministro de la Corte Suprema. Hace tres meses su salud empeoró, afectado por un cuadro de fibrosis. "Pienso retirarme apenas pueda", dice por escrito, aludiendo a su carrera judicial.



Su salud comenzó a deteriorarse con un edema pulmonar que se le detectó en Quito, Ecuador, hace dos años. Carlos Aránguiz, abogado y escritor, había viajado a la ciudad para participar en una cumbre de máximos tribunales iberoamericanos, después de haberse convertido el 28 de enero de 2014 en ministro de la Corte Suprema.

La situación empeoró en enero pasado. Aránguiz sufre actualmente de fibrosis actínica, producida por efectos de tratamientos con radioterapia, lo que le ha generado cicatrices permanentes en los pulmones y disminuye su capacidad respiratoria.

"Mi familia es muy unida, mi señora y mis hijos son ángeles de Dios; pero indudablemente sufren, porque saben que mi enfermedad no tiene recuperación, así que nos animamos unos a otros mientras estamos juntos. Somos muy creyentes, de modo que sabemos que Dios tendrá la palabra final. Me gustaría poder servir un pequeño tiempo más, porque la justicia fue siempre la razón de mi vida; pero realmente no sé cuándo empezará el deterioro que me obligará, con requisitos o sin ellos, a irme para la casa", dice.

"Pienso retirarme apenas pueda"

Aránguiz adquirió notoriedad pública en 2002, al ser designado como ministro en visita del denominado caso Coimas. Se trataba de un escándalo en el que terminó desaforando a cinco diputados de la entonces Concertación, un ex subsecretario y produciendo una crisis en la coalición oficialista bajo la administración del ex Presidente Ricardo Lagos. Hubo procesamientos e interrogó a parlamentarios. Generó un terremoto en el ámbito político, lo que derivó en años posteriores en el caso MOP-Gate, que fue indagado por la jueza Gloria Ana Chevesich.

Ex alumno del Liceo Valentín Letelier y abogado de la Universidad de Chile, su carrera judicial comenzó como secretario en el Primer Juzgado del Crimen de Valparaíso. Fue juez en Los Andes, San Felipe, Valparaíso, Santiago, y fiscal en Coyhaique, hasta llegar en 2001 a convertirse en presidente de la Corte de Apelaciones de Rancagua.

Hoy integra la Tercera Sala de la Corte Suprema, a la que no ha dejado de asistir en los últimos meses a pesar de las dificultades de su salud.

Los supremos suelen verlo acudir al Palacio de los Tribunales con un bolso con oxígeno, dado que, por su enfermedad, le falta aire en sus pulmones. A pesar de esa dificultad, el magistrado asiste a los alegatos en el tribunal que revisa temas de garantías constitucionales, que van desde reclamos por actos arbitrarios de instituciones públicas, proyectos ambientales y los recursos de protección en contra de las isapres por alzas en los planes de salud de los afiliados.

Cambio de oficina

El despacho de Aránguiz se ubicaba originalmente en el ala occidente del tercer piso de la Corte Suprema, a la que se puede acceder a través de un ascensor o por escalera. Sin embargo, la Tercera Sala se encuentra al extremo oriente del segundo piso del Palacio de Tribunales.

Para desplazarse, el magistrado debía caminar más de 150 pasos, ya sea bajando las escaleras o usando el ascensor. Como a veces este fallaba, debía bajar caminando las escaleras, lo que empeoraba su situación de salud.

Es por esto que hace algunas semanas se cambió de despacho a uno ubicado en el segundo piso, al lado de la oficina de comunicaciones del Poder Judicial, a 40 exactos pasos de la Tercera Sala que él integra. Se trata de una medida para evitar el desgaste que le genera el caminar.

Al ser consultado por "El Mercurio", el juez Aránguiz se refirió a su delicado estado y recalcó el apoyo de sus pares para seguir adelante con su labor.

-¿Cómo ha sobrellevado su estado actual de salud con el cumplir labores en la Tercera Sala, que revisa aspectos relevantes en el cumplimiento de la ley, como los referentes a las garantías constitucionales?

-Ha sido complicado, pero con el apoyo de mis compañeros de sala, hemos salido adelante. No debe temerse que a causa de las limitaciones de salud, esas causas tan importantes puedan verse con menor disposición, porque no es así. Si llego a ver que mi condición se torna impeditiva, me retiraré de inmediato del Poder Judicial, cosa que de todos modos pienso hacer apenas pueda.

-¿Cuándo piensa retirarse del Poder Judicial? ¿Qué dificultades enfrenta un juez de la Corte Suprema al terminar su carrera antes de los 75 años?

-Pienso retirarme apenas pueda, como le dije, y si no lo hago de inmediato es porque no puedo: aparte de que todavía no tengo 65 años, la pensión sería de una sexta parte del ingreso en funciones y nosotros no tenemos ningún tipo de bonos o asignaciones especiales: solo el sueldo pelado, que es bastante inferior a lo que se cree desde afuera. Nuestra pensión es la mitad de la de un general de Carabineros, pese a que en el régimen público los supremos tienen una mayor jerarquía. Pero cuando veo las pensiones del ciudadano común, me avergüenzo de afligirme por mi situación.

Aránguiz responde las preguntas por escrito desde su residencia, donde se encuentra con licencia médica desde hace algunas semanas.

"El Conde Pecho"

En 2005 sufrió un ataque al corazón, y debió ser internado en la Unidad de Cuidados Intensivos de la Fundación de Salud El Teniente de Rancagua. Al año siguiente fue incorporado oficialmente como miembro a la Real Academia Chilena de la Lengua. El juez, quien habría heredado sus dotes narrativas de su madre, ha realizado una extensa pero poco reconocida carrera literaria.

En 1991 publicó "Cuentos de la carretera Austral" mientras era funcionario judicial en Coyhaique; con el cuento "Jabalí", triunfó en el concurso "Certamen de literatura austral Chile-Argentina".

También elaboró los cuentos "El Conde Pecho I" y "El Conde Pecho II" para el suplemento literario Letras de Aisén. Se trataron de escritos que le generaron problemas.

En 1994, el entonces ministro de la Corte Suprema Marcos Libedinsky viajó hasta la XI Región. No pocos vincularon su presencia a la publicación de los cuentos. Ambas versiones del "Conde Pecho" relataban la historia de un aristócrata mediocre y malvado que era enviado por el rey a ejercer justicia en una zona remota.

Un día se presentaba ante el conde un campesino, quien le señalaba que, antes de su llegada, era él quien administraba justicia y que, sin embargo, se ponía a su disposición. El conde, pese a la sumisión del campesino, lo condenaba a la horca.

Las narraciones, para algunos funcionarios del mundo judicial, se encargaban de exhibir camufladamente ciertos estereotipos de magistrados. En mayo de ese año, Aránguiz se lanzaría en una aventura periodística propia al fundar en Coyhaique el diario La Fuerza de la Verdad.

Retirarse antes de tiempo

La situación que aqueja a Aránguiz preocupa a los ministros de la Corte Suprema, no solo por la fragilidad en la que se encuentra, sino también por las dificultades que genera retirarse antes para un supremo. Esto se debe, en parte, a que su pensión baja drásticamente si decide dejar su puesto ante de los 65 años. "Estoy preocupado por su salud. Es una lástima por lo que está pasando y la verdad es que es un gran aporte a la Corte Suprema y su ausencia por licencia afecta el funcionamiento de la respectiva sala", señala el ministro del máximo tribunal, Manuel Valderrama.

Una de las últimas resoluciones en las que participó fue en la acción judicial presentada por un grupo de pobladores de La Legua Emergencia en contra del Ministerio del Interior y la Intendencia de la Región Metropolitana. En esta demandaban mejoras en las condiciones de seguridad en el sector. Si bien el máximo tribunal rechazó la acción judicial, al estimar que esa materia no es de su competencia y le corresponde al Poder Ejecutivo, una opinión distinta tuvieron Aránguiz y el juez Sergio Muñoz. En el voto disidente se manifestó que las autoridades "deben proporcionar a los actores los resguardos necesarios para asegurar su vida y su integridad física y psíquica a través de acciones preventivas y disuasivas eficaces".

Aránguiz, al ser consultado, piensa en su legado en el Poder Judicial. "Solo tratar de ayudar a construir una justicia más al alcance de todos", responde.

La situación del ministro de la Corte Suprema empeoró en los últimos meses por la fibrosis que padece. Debe usar un bolso con oxígeno para desplazarse.

A raíz de su dificultad para caminar, cambió su oficina ubicada en el tercer piso por una más cercana a la sala donde se desempeña. Los magistrados están preocupados por él.

Actualmente integra la Tercera Sala del máximo tribunal, donde se revisan casos que infringen las garantías constitucionales y los recursos de protección contra isapres.

"Mi familia es muy unida, mi señora y mis hijos son ángeles de Dios; pero indudablemente sufren porque saben que mi enfermedad no tiene recuperación, así que nos animamos unos a otros mientras estamos juntos. Somos muy creyentes, de modo que sabemos que Dios tendrá la palabra final. Me gustaría poder servir un pequeño tiempo más, porque la justicia fue siempre la razón de mi vida; pero realmente no sé cuándo empezará el deterioro que me obligará, con requisitos o sin ellos, a irme para la casa".

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