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Espacio para todos

sábado, 07 de abril de 2018

Texto, Soledad Salgado S. Producción, Carolina Ovalle N. Fotografías, Viviana Morales R.
Decoración
El Mercurio

Luminosa y llena de objetos para mirar y descubrir, la casa de Valeria Pfenniger -dueña de la tienda La Horqueta- se inserta en un agradable oasis que ella misma ha armado con dedicación, y sin ninguna pauta establecida.



Un exterior verde, frondoso y cuidado pedía a gritos ser incorporado a la casa, y Valeria Pfenniger, su marido y sus cinco hijos acusaron recibo. Por eso hace un par de años la construcción que habitan, de estilo chileno con tejas y techo a dos aguas, sufrió una importante transformación al incorporar un nuevo volumen que acoge a una sala de estar vidriada y al comedor, buscando ganar más espacio. Es aquí donde dan ganas de quedarse por horas, tanto que Valeria, cuando tiene invitados, debe advertirles que el aperitivo se servirá sí o sí en el living. Nadie quiere moverse de este acogedor espacio ambientado con muebles de madera negros y cojines grises, donde se respira el relajo de quien disfruta en la compañía de amigos y familiares.

Al lugar llegó hace 17 años, con sus niños pequeños, y solo un perro. Ahora tiene 7: 5 bulldogs francés -padres e hijos- más una salchicha y una bulldog americano. Tal número podría jugar en contra de una buena mantención del jardín, sin embargo, el esmero de la dueña de casa y su fascinación por el exterior son evidentes. Valeria es dueña de la tienda La Horqueta, en Vitacura, que con solo un año ya tiene una clientela fiel de amantes del jardín.

-Mi marido importa las tijeras Felco, suizas, entonces durante años lo acompañaba a ferias internacionales y me fascinaba con todos los implementos de jardinería. Hasta que me alentó a traer cosas lindas para el jardín y la terraza. Primero vendía en mi casa y en ferias, hasta que me instalé. Y también sumé algunos objetos de decoración -cuenta.

Ella, que estudió Diseño pero tomó clases con Bernardita Prieto y ha leído decenas de libros de jardinería, puede pasar horas afuera, manteniendo un hermoso oasis donde tiene ambientadas dos terrazas: una conectada con la ampliación bajo un gran encino, donde hacen las comidas al aire libre, y otra más privada a la salida de su dormitorio, que originalmente era el sitio para los juegos infantiles con pozo de arena y columpio. "Así los niños pueden estar en un carrete y nosotros más tranquilos con mi marido", cuenta.

Adentro, el nuevo pabellón vidriado -adonde también ubicaron el comedor, con mesa provenzal y sillas de madera negra-, llena de luz el living, conectado a través de puertas transparentes. En este último ambiente se dan cita variados elementos de distintas procedencias, muchos de los cuales los han acompañado por años, como la mesa de centro que era de la época en que recién casados vivieron en Argentina. Asimismo, hay herencias de familia muy atractivas como el piano que toca el marido de Valeria y una serie de retratos de antepasados dispuestos en hermosos marcos, "el cuadro de la bisabuela, por ejemplo, es una pintura de Laszlo. Mi suegra nos fue dando los cuadros y mi marido los ha ido restaurando; ahora está haciendo un libro con la historia de la familia y que incluye los retratos", cuenta. Todo esto, de notas más formales, se mezcla con elementos sin reglas como libros, flores, plantas en maceteros, jarrones y jarroncitos, adornos de su propia tienda, cerámicas y unas simpáticas figuras de perros que aparecen en los lugares más inesperados. "De Roma me traje, en la mano, una figura de un bulldog francés con corona, que puse en mi dormitorio", dice quien no le teme a las mezclas ni a la saturación.

-He tratado de que mi casa sea minimalista, ¡pero después lo encuentro tan fome!

  "LAS CASAS VAN EVOLUCIONANDO CON LA VIDA QUE UNO VA TENIENDO, POR ESO LOS CAMBIOS HAN SIDO MUY PENSADOS, DE A POCO", DICE VALERIA.

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