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Muestra abierta hasta fin de mes:

Ignacio Valdés explora las formas del encuentro

lunes, 26 de marzo de 2018

Vanessa Leal Soto
Cultura
El Mercurio

El artista chileno exhibe en la Municipalidad de Santiago una instalación escultórica de 170 piezas de cerámica en pequeño formato, que refleja la diversidad de la gente que circula por el centro de la capital.



"Él trabaja desde adentro, articulando no el encanto de ver al hombre, [...] sino la emoción de ser él", escribe John Utterson, del Courtauld Institute of Art, sobre Ignacio Valdés. Y el artista chileno manifiesta esta emoción a través de la forma, esa que, en un juego de palabras, viene a titular su actual muestra en el hall del Palacio Consistorial de Santiago: "Formas de encuentro".

Allí, dispuestas sobre dos largas bases blancas, se exponen hasta fin de mes 170 figuras de cerámica en pequeño formato en colores que van desde el terracota cálido hasta el rosa pálido, y cuya forma se mueve entre la figuración y la abstracción. Se configura así una instalación escultórica con múltiples lecturas, pero visiblemente sensible a las transformaciones sociales que atraviesa el país, al simbolizar la diversidad de personas -con sus colores, razas y países de procedencia- que circulan hoy por el centro de Santiago.

"Algunas piezas tienen 10 años, otras son de ahora. Al juntarlas, se crea una visión global de una multitud. Y de esa multitud uno tiene dos visiones. Una que es de conjunto, vista de lejos, y otra que es de cada individuo", explica Valdés (1956). "Cada una de las figuras está en su propio mundo haciendo algo, pero al mismo tiempo ese mundo está en relación a los que están cerca", agrega.

Hay figuras que están de pie, otras parecieran bailar y otras simulan la acción de sentarse. Ninguna permanece rígida. Y algunas, como apunta Valdés, hacen referencia a elementos y períodos de la historia del arte. Las hay, por ejemplo, que podrían ser una Madonna, una esfinge, un guerrero griego, un sarcófago egipcio o una pieza precolombina. Y también con formas orgánicas semejantes a las plantas y animales, como aquella que simula una alpaca.

"No es algo muy rígido. Me salen cosas que he visto antes en los museos y que recuerdo. Me gusta dejarlas a medio camino porque quedan en un estado más sugerente, que puede simbolizar la forma, la evolución darwiniana. La única verdad es el cambio", reflexiona Valdés.

Titulado en Arte por la Universidad Católica, el artista estudió en Roma, París y Nueva York, pero fue en Londres donde se instaló por 16 años a desarrollar su obra. En 2016, ya de regreso en Chile, expuso su última muestra individual en el Museo de Arte Contemporáneo.

"Me gusta esa torpeza que tiene el trabajo en greda. Me interesa, sobre todo, que conserve cierta monumentalidad. También, que la obra esté en un proceso de crecimiento y no sea estática", dice.

Y cierra: "La base sobre la que están las figuras no es cualquier base, sino una con cierta altura y rigidez. Eso hace un contraste con una idea, como podría ser la democracia, que funcione como base general y ponga todo al mismo nivel. Pero esa sería solamente una base para poder hacer la vida. La vida parte arriba de esto".

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