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Estudio en la Región de La Araucanía:

La güiña es mucho más resiliente a la amenaza humana de lo estimado

miércoles, 28 de febrero de 2018

Lorena Guzmán H.
Vida Ciencia Tecnología
El Mercurio

Si bien el felino se ha adaptado bien a la presencia y actividades del hombre, la pérdida de bosques y de la continuidad de los mismos está limitando el área donde puede vivir.



Es uno de los felinos más pequeños de América: solo llegar a medir 45 centímetros de largo, más 20 centímetros de cola. Su pelaje es café y amarillo lleno de manchas, y habita exclusivamente entre las regiones de Coquimbo y Aysén. Desde 1996 la güiña está catalogada como especies vulnerable en la Lista Roja de la UICN, por ello urge la conservación de sus 10 mil ejemplares. Por suerte, ahora existen pistas inesperadas para hacerlo.

Un trabajo publicado en Journal of Applied Ecology asegura que más que por la pérdida de su hábitat, específicamente en La Araucanía, la güiña está mayormente amenazada por la fragmentación de este. Pero aún así se las ha arreglado para sobrevivir.

"La güiña es bastante tolerante a la pérdida de su hábitat, pero lo que sí necesita son fragmentos o islas de bosque", dice Nicolás Gálvez, quien encabezó el trabajo como investigador el Instituto de Conservación y Ecología Durrell, de la U. de Kent, y quien actualmente es profesor de la Universidad Católica Campus Villarica. La subdivisión de las tierras y la presión inmobiliaria han hecho que los pequeños pedazos de bosques que quedan en la zona comiencen a desaparecer, afectando directamente a la güiña. Entre 2012 y 2014, los investigadores instalaron cámaras trampa con sensores de movimiento en 145 sitios de La Araucanía. Así pudieron ver la actividad del felino y su interacción con estos pequeños bosques isla. Mientras más fragmentado el territorio, menos comida y más contacto con humanos.

La interacción con estos últimos es otra de las dimensiones del estudio. La güiña tiene la mala fama de entrar a los gallineros, pero al parecer esto sería más mito que realidad. "De las 233 personas entrevistadas, solo el 6% tuvo contacto con la guiña en los últimos cuatro años", dice el investigador. Esto a pesar de que en los sitios estudiados la presencia del felino es sobre 70%.

"Solo el 10% de los encuestados admite haber matado a una guiña durante los últimos 10 años. No tenemos claridad de cuál ha sido el impacto en su población, pero estas situaciones se dan solo cuando hay un encuentro", dice. Así, el foco de conservación estaría en otro lado.

Si bien la fuente de la amenaza ha cambiado, el estatus de la güiña sigue siendo el de vulnerable, agrega el científico. Dada la geografía de Chile y la dimensión humana del problema, sobre todo en la zona centro sur del país, es necesario tomar medidas más generales para su resguardo y no solo aplicarlas, aisladamente, en parques o zonas protegidas.

La mezcla de cámaras trampa y las encuestas a los habitantes de la zona permitirán no solo implementar medidas de protección para la güiña, sino también para otros felinos como el gato colocolo o el puma, dice el investigador.

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