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Patria

martes, 20 de febrero de 2018

Eugenio Tironi
Editorial
El Mercurio

Esto nos falta aún en Chile: romper con los tabúes y los maniqueísmos que imposibilitan comprender la dimensión humana de nuestras grandes tragedias históricas.



"En la orilla", la novela de Rafael Chirbes, cuenta la historia de España desde la guerra civil -no la heroica y exitosa, sino la otra, la derrotada, la decadente, la silenciada-, a partir de la vida de una familia que habita en las cercanías de Valencia. Fernando Aramburu, en "Patria", hace lo mismo para el País Vasco, pero no siguiendo las huellas de la guerra civil, sino las de la violencia de ETA.

Me ocurrió lo mismo que con la de Chirbes: tomé la novela y no la pude dejar. Son más de seiscientas páginas separadas en 125 capítulos brevísimos. Cada uno es como una patada en el estómago que obliga a tomar un respiro antes de continuar. Está escrita con una sobriedad asombrosa, sin meditaciones filosóficas, sin desvaríos poéticos, sin barroquismos ni frases para el bronce. Su prosa es dura, tosca, fría, lluviosa, como los personajes y el paisaje que describe.

Cuenta la historia de dos familias de una pequeña comunidad cercana a San Sebastián. Las sigue los cuarenta años previos a 2011, cuando ETA declarara el cese definitivo de la lucha armada. Son dos familias cercanas, de hombres que salen los domingos con su club a montar en bicicleta y mujeres que van juntas a pasear a la ciudad, pero que se separan a causa del terrorismo. Txato, el padre de una de ellas, pequeño empresario de transporte, es asesinado por negarse a pagar el "impuesto revolucionario", mientras Joxe Mari, el hijo mayor de la otra familia, es encarcelado por formar parte del comando asesino.

El libro describe en detalle cómo se fraguó ese desenlace trágico. Muestra el modo casi trivial como se va gestando el nacionalismo, y cómo este degenera en separación y odio. Revela la manera como los jóvenes se van embriagando con un discurso vacío pero que les otorga un sentido a sus vidas, y el proceso a través del cual el ejercicio del asesinato se vuelve tan impersonal que ya no importa el rostro de quien se mata si es por la causa y así lo ordenan los jefes. Describe en detalle el miedo que se apodera de los miembros de la comunidad, que cuando perciben que Txato puede ser una víctima de ETA toman cobardemente distancia de él y de su familia, conducta que el cura del pueblo instiga hipócritamente y la bendice.

Aramburu relata, con un espíritu casi etnográfico, cómo la violencia destruyó la vida de los miembros de ambas familias, la de la víctima y la del victimario. Quizás la que mejor supera la fatalidad es Bittori, la viuda de Txato, que al saber que tiene una enfermedad terminal se decide a buscar el perdón, que al final obtiene, quizás como postrer homenaje a su marido asesinado, quizás como íntima reparación.

"Patria" es una denuncia del terrorismo, de aquellos que, como dice Aramburu en una entrevista, "tratan de hacer un paraíso con sangre ajena". Y es también una valiente denuncia del nacionalismo, esa "pulsión colectiva" de donde surge "el hombre elemental, el defensor a ultranza de los territorios de la tribu, el que ve enemigos en todos aquellos que no piensan o no se sienten como él". Esto es lo que da a "Patria" una estatura universal.

Aramburu obtuvo el Premio Nacional de Narrativa 2017, al igual que Chirbes en 2014. En España, "Patria" ha vendido más de medio millón de ejemplares, una quinta parte de ellos en el País Vasco, y sus derechos han sido comprados por HBO para rodar su primera serie en España. Como escribe El Periódico, "Aramburu ha hecho lo que nadie se había atrevido a hacer aún: una novela sobre las víctimas sin componendas ni reservas". Lo mismo hizo Javier Cercas en "El monarca de las sombras", su última novela, donde aborda otro tema tabú: la historia de un tío que luchó en las filas de Franco y murió en la batalla del Ebro. Esto nos falta aún en Chile: romper con los tabúes y los maniqueísmos que imposibilitan comprender la dimensión humana de nuestras grandes tragedias históricas.

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