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¿Más liceos bicentenario?

martes, 20 de febrero de 2018


Editorial
El Mercurio

Esos establecimientos aspiran a que los resultados educacionales no estén correlacionados con el nivel socioeconómico de los estudiantes.



Los logros alcanzados por el Liceo Nacional de Maipú -que forma parte de los 60 liceos bicentenario- ilustran las posibilidades que abre esa política educacional, pese a las críticas que suscita, y adquiere especial relevancia de cara a la propuesta programática del futuro gobierno de ampliar a 300 ese tipo de establecimientos.

Se trata de una comunidad educativa que hace 15 años aspiró a crear una experiencia similar a la del Instituto Nacional. No eran solamente los padres quienes querían intentar ese camino, sino también los directivos y docentes del colegio. Obtuvieron para ello el apoyo del entonces alcalde de Santiago, comuna en la que se encuentra el emblemático Instituto Nacional. Hoy los resultados saltan a la vista y el establecimiento de Maipú tiene poco que envidiarle al Instituto Nacional.

Sin embargo, el tema suscita discusión. Son conocidas las dificultades para diseñar políticas educacionales que sean ampliamente compartidas por expertos, educadores y políticos. La población tiene, en general, matices y varias dudas en asuntos educacionales. Lo anterior es muy razonable, ya que los impactos de las distintas políticas son difíciles de anticipar y, adicionalmente, estos dependen del contexto en el que se aplican. Para obtener transformaciones en materia educacional no bastan las mayorías políticas circunstanciales, y los errores de la actual administración son una prueba elocuente.

Por estas razones es tan importante que exista la posibilidad de experimentar de manera descentralizada con iniciativas específicas. Precisamente, la experiencia del Liceo Nacional de Maipú sirvió, en el anterior gobierno, para impulsar la creación de 60 liceos bicentenario, los que fueron bien recibidos por las comunidades donde se instalaron. No todos ellos son selectivos, pero en prácticamente todos hay una mística que les ha permitido destacar en sus territorios. Quizás, en muchos casos, no han sido eficaces en transmitir su experiencia al resto de los establecimientos de su comuna. Pero en este último aspecto influye el hecho de que el actual gobierno no comparte esa iniciativa y no ha incentivado la difusión de esas experiencias.

Sus detractores argumentan que esos colegios solo tienen buenos resultados porque seleccionan estudiantes y, además, que a través de esa decisión perjudican a los planteles de los que provienen esos alumnos, porque los priva de buenos estudiantes que pueden "arrastrar académicamente" a sus compañeros. Con todo, nada de esto se ha demostrado y la poca evidencia disponible para Chile sugiere que, más allá de la selección, estos colegios agregan valor a sus estudiantes. Por otra parte, ningún estudio ha medido el efecto que la existencia de estos liceos selectivos puede tener sobre el esfuerzo de los estudiantes antes de la edad en la que se postula a ellos. Este efecto puede ser significativo.

Este debate cobrará nueva fuerza, ya que el programa del futuro gobierno contempla profundizar ese camino con 300 establecimientos de esas características.

Todo indica que estos liceos son una oportunidad -entre otras- para incentivar una educación de mayor calidad a través de un compromiso de las comunidades educativas con estas experiencias. Por esta misma razón, debería permitirse que fueran ellas las que, descentralizadamente, postulen a recibir este sello. Para esos efectos, las nuevas autoridades tendrán que modificar la legislación que prohíbe la selección por mérito académico. Al respecto, se ha propuesto una selección que asegure que cada quintil de ingresos esté igualmente representado en el grupo de estudiantes seleccionados. Este es un propósito bien intencionado, pero muy complejo de alcanzar. Tampoco es necesariamente deseable. Que los resultados educacionales no tiendan a estar correlacionados con el nivel socioeconómico de los estudiantes, como sucede en la actualidad, es precisamente la aspiración de estos liceos selectivos. La idea de controlar la admisión utilizando ese factor desnaturaliza su propósito.

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