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En el frente Durante el conflicto global:

Los otros chilenos de la II Guerra Mundial

domingo, 18 de febrero de 2018

Cristopher Andrade Miranda
Artes y Letras
El Mercurio

No solo Margot Duhalde jugó un valioso rol al colaborar con las tropas británicas en la Segunda Guerra Mundial. Otros compatriotas también se hicieron parte de este conflicto armado, en distintas funciones y desde múltiples frentes. Aquí recordamos a algunos.



Conocido es el hecho de que Chile solo le declaró la guerra a Japón en 1945, cuando faltaba muy poco para que terminara la Segunda Guerra Mundial. Presionado en gran parte por Estados Unidos, el Estado chileno cedió por sus claras intenciones de ingresar a la ONU.

"Se suponía que Naciones Unidas iba a ser la organización de los países ganadores, que recogerían a los perdedores", afirma Fernando Wilson, historiador de la Facultad de Artes Liberales de la Universidad Adolfo Ibáñez. En esa lógica, Wilson señala que "EE.UU. le planteó a Chile que no iba a ser miembro fundador de las Naciones Unidas si no le declaraba la guerra a Japón, aunque para esa fecha ya estaba claro quién iba a ganar la guerra".

Pero a pesar de que Chile jamás envió tropas nacionales a combatir, centenares de chilenos con ascendencia europea se enlistaron como voluntarios durante todo el desarrollo de la guerra. Ya sea como combatientes o como colaboradores en servicios de enfermería, transporte y apoyo civil, entre otros.

Tal vez el caso más conocido es el de la piloto chilena Margot Duhalde. Su reciente fallecimiento a los 97 años ha puesto en el tapete no solo su participación en esta guerra, sino que también su carácter de mujer pionera en la aviación chilena, capaz de abrirse paso en un contexto adverso para las mujeres.

Con una destacada participación en la Air Transport Auxiliary, una división de apoyo civil de la Real Fuerza Aérea Británica (RAF, por sus siglas en inglés), Margot se dedicó a transportar aviones y suministros desde las fábricas hasta los hangares y bases de combate. Un trabajo de alto riesgo, donde reiteradamente tuvo que evitar rutas con batería antiaérea o hacerle frente al implacable clima europeo.

"El aterrizaje ha sido brusco, me he hecho algunos rasguños y mi nariz sangra abundantemente, pero no importa. Aún sigo con vida y el avión no está muy destruido. Salgo de él lo antes posible pensando en un incendio. Apenas salgo, aparece corriendo un soldado y se me acerca. Yo le pregunto: Is this London? Llega otro soldado, los dos me miran, cambian algunas palabras y tomándome uno de cada lado me llevan ante su comandante. Estoy en un campo secreto de cañones antiaéreos". Así relataba Margot Duhalde un aterrizaje forzoso en una base escondida a las afueras de Londres durante la guerra. Testimonio que ella misma narró en una de las ediciones de la Revista de la Fuerza Aérea de Chile de 1976.

Otra chilena de valiosa participación en el marco del conflicto fue María Edwards McClure. Aunque estuvo lejos de ser una combatiente, ejerció como asistente voluntaria en el hospital Rothschild. Desde allí ayudó a rescatar a un sinnúmero de bebés y niños judíos que por los horrores de la guerra habían sido separados de sus padres.

Capturada e interrogada en varias ocasiones, nunca dio informaciones claras del paradero de los niños a los que salvó. En 1953, María Edwards fue reconocida por el gobierno francés al ser condecorada con la medalla de Caballero de la Legión de Honor. También recibió de manera póstuma, en 2005, el galardón "Justa entre las naciones", de parte de la institución israelí Yad Vashem, dedicada a reconocer a las víctimas judías del régimen nazi y destacar la ayuda de aquellos que salvaron judíos durante la guerra.

El caso de María Edwards ha inspirado varios libros, entre ellos, una novela de Jorge Edwards. Y aunque no exista una gran documentación, hay más casos de chilenas que participaron en esta guerra. Enfermeras, asistentes, supervisoras de suministros, guardiamarinas y un largo etcétera fueron parte de las labores femeninas. En el caso de las fuerzas inglesas, en la marina estaban las integrantes del Women's Royal Naval Service, conocidas como "Wrens". En la fuerza aérea colaboraban las llamadas "Waafs" (Women's Auxiliary Air Force) y las "Ats", de la Auxiliatory Territorial Service del ejército.

Justamente, entre las llamadas "Wrens" de la armada británica estuvo de voluntaria una chilena oriunda de Valparaíso, la porteña Ruby Prain Wallace. Dentro de los buques de guerra las "Wrens" operaban radares y equipos de telecomunicación, ayudaban en los diagnósticos climáticos, varias estuvieron en la planificación naval del día D, y muchas veces se encargaban de manejar en tierra el transporte de suministros.

Filiación binacional

En la época de la Segunda Guerra, "las colonias extranjeras eran muy activas en Chile y solían mantener relaciones con sus familias de origen. Con los británicos, además, está el hecho de que eran parte de una red comercial global", puntualiza el historiador Fernando Wilson.

Según datos de la Cámara Chileno Británica de Comercio, durante la Segunda Guerra Mundial combatieron alrededor de 600 chilenos de ascendencia inglesa.

Michelle Prain, historiadora de la Universidad Adolfo Ibáñez, dice que "es muy interesante el fenómeno de la filiación binacional de los voluntarios que fueron, sentían una doble pertenencia a Chile y a su otra patria. Aunque hubiesen nacido en Chile, las tradiciones europeas se cultivaban en las comunidades anglo-chilenas con mucha fuerza, al interior de las familias y en los colegios (como el Mackay o el St Peter's, en Valparaíso), instituciones deportivas, sociales, de beneficencia, iglesias, bomberos y empresas". Prain responde con propiedad, ya que además de su profesión, su tía abuela fue Ruby Prain Wallace, la "Wren" chilena de la marina británica.

Voluntarios por Inglaterra y Alemania

De los casos más documentados destaca el trabajo del periodista antofagastino Patricio Jara, autor del libro "South American Joe" -publicado por Ediciones El Mercurio en 2015-, donde relata la experiencia y el contexto que impulsaron al chileno-británico Jack Adams Langley a convertirse en piloto de la RAF, con apenas 24 años de edad. Con algo de experiencia en combate, finalmente resultó muerto, con 26 años, el 8 de julio de 1944. Su muerte fue informada en la portada de "El Mercurio" de Antofagasta recién en febrero de 1945. Su cuerpo nunca fue repatriado a Chile, por lo que se encuentra sepultado en Francia.

Otro frente más difícil de pesquisar es el de aquellos compatriotas que lucharon en el bando del Eje, específicamente en el ejército alemán.

Uno de los nombres que figura como soldado chileno-alemán es Martin Schöfer, quien se desempeñó como bombero de la Décimo Quinta Compañía de Santiago. En Europa, Schöfer sirvió en la fuerza aérea alemana (Luftwaffe) como piloto de aviones bombarderos, donde en una de sus tantas misiones resultó herido, después de que su avión fuese derribado por cazas británicos. A pesar de la experiencia, se recuperó de sus heridas en un hospital en Italia, lugar donde fue condecorado con la Cruz de Hierro. Al terminar la guerra, Martin Schöfer volvió a servir de bombero. Luego de su fallecimiento, en 2005, a uno de los comedores de la Decimoquinta Compañía se le dio su nombre.

Actualmente, hay pocos sobrevivientes entre los veteranos chilenos de ascendencia británica que participaron en el frente. Uno de ellos es  Paul Walbaum, quien durante la guerra fue oficial de la Royal Navy inglesa. De actuales 94 años de edad, Walbaum combatió en la invasión a Normandía el Día D, así como también en combates navales en la costa belga.

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