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Es la hora de los Deberes Humanos: Caso Nº1 Productividad

miércoles, 14 de febrero de 2018

Economía y Negocios Online


Alfonso Gómez Presidente Ejecutivo Centro Innovación UC Anacleto Angelini

Ser productivo es un deber humano y debería ocupar un lugar mucho más destacado que el que ocupa hasta hoy en nuestra cultura. La Declaración Universal de los Derechos Humanos marcó un hito en la historia de la civilización. El documento, aprobado recién en 1948, busca otorgar garantías de carácter civil, político, social, económico y cultural a todo ser humano, que significó un paso clave en pos de la equidad, la justicia y la paz sobre la faz de la Tierra.

Sin embargo, derechos y deberes son dos caras de una misma moneda y cuesta imaginar una sociedad sana y estable sin un adecuado equilibrio entre ambos. Por alguna razón nuestros deberes no han sido igualmente promovidos ni consensuados en los foros internacionales pese a que las religiones se han ocupado de ellos por milenios en forma de mandamientos, desde el espacio de la ética y el deber ser.

Al igual que ocurre con los derechos, hay un conjunto de deberes que no conocen fronteras ideológicas ni culturales y que se enraízan con la necesidad universal de promover la calidad de vida, la equidad y la sustentabilidad de nuestra especie.

Ser productivo es un deber humano fundamental que debería ocupar un lugar sobresaliente en cualquier listado. La productividad, definida como la razón entre la cantidad de bienes o servicios producidos en un sistema y los factores utilizados para lograrlos, es una medida de eficiencia, pero también una medida de la responsabilidad con la que se acomete una tarea. Por desgracia, el concepto de productividad es habitualmente reducido a su dimensión estrictamente económica que -incluso en ese ámbito- es conocido y manejado por una elite profesional y no por la sociedad en su conjunto.

Entender y practicar la productividad desde nuestras respectivas responsabilidades laborales es crítico para la calidad de nuestro propio desempeño, pero es también fundamental para contribuir el bien común y la paz social. Es posible que el concepto de productividad suene abstracto y ajeno para muchos, pero los espacios donde se manifiesta son infinitos y muy concretos; en los tiempos de espera en consultorios (o en cualquier servicio público o privado), en la siempre presente aspiración a mejorar ingresos y la creciente necesidad de aprovechar de la mejor manera nuestros recursos naturales. Toda innovación es susceptible de ser asociada con una mejora en productividad.

Ser productivo al máximo de nuestras capacidades es un deber cuyo ideal debería ser enseñado en el contexto del hogar, el colegio, la empresa y en toda la cadena educativa. Ser innovador y ser productivo van íntimamente de la mano. Ser productivo es un deber humano y, en último término, una expresión de amor por el prójimo, por el planeta y por nosotros mismos.

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