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Plan Nacional Estratégico de Cáncer

jueves, 08 de febrero de 2018

Alfredo Comandari G. Presidente del Consejo Directivo Fundación Arturo López Pérez
Opinión
El Mercurio

"...es urgente establecer una institucionalidad independiente del Ministerio de Salud que lo asesore (como el National Cancer Institute de Francia) o dependiente de este, con poder de decisión para definir políticas nacionales...".



No podemos olvidar que el cáncer no es una enfermedad, sino muchas enfermedades a la vez, y por ello sus tratamientos son muy complejos y variados. En el último decenio, las innovaciones en cirugía, quimioterapia, radioterapia avanzada y radiocirugía robótica, la oncogenómica y los estudios fases I y II curan a los pacientes, y esto hay que considerarlo.

Por esto, y por nuestro compromiso con los pacientes, hacemos un llamado a poner el cáncer como prioridad en las futuras políticas de salud.

Son muy pocas las personas en Chile que no tienen un familiar o amigo que haya padecido la enfermedad. Para nadie es desconocida, y quienes la han vivido de cerca saben del impacto emocional, económico y social que genera para todos, y muy especialmente si no se cuenta con los recursos necesarios para enfrentarla.

Por otra parte, desde las frías cifras y estadísticas sabemos que a diferencia de las infecciones pareciera ser que el cáncer llegó para quedarse, principalmente porque el desarrollo de la medicina y las políticas de salud nos permiten alcanzar y superar los 80 años de vida. La edad constituye un importante factor de riesgo para desarrollar cáncer; de hecho, su tasa de incidencia en el rango etario de 65 a 69 años es 16 veces superior a la tasa en pacientes de 40 a 44 años. Adicionalmente, los hábitos de nuestra sociedad también suman factores de riesgo para el avance de esta patología: tabaquismo, 41% de prevalencia; sedentarismo, 68% sin actividad física; y alimentación no saludable, 63% de sobrepeso y obesidad.

Por todo esto, desde hace varios años se anuncia que el cáncer será a partir de 2020 la primera causa de muerte en el país (es ya en la actualidad la primera causa de muerte en algunas regiones), y hoy es la mayor causa de carga de enfermedad.

Las estimaciones en Chile indican que aproximadamente 45 mil personas desarrollan esta enfermedad año a año y sin embargo muchos de estos casos podrían haberse evitado o detectado muy tempranamente. Desafortunadamente, todas estas certezas no han sido argumentos suficientes para promulgar una ley que permita aunar esfuerzos y relevar el cáncer a lo que necesita: visibilidad, un plan a nivel país con políticas claras y recursos económicos, tecnológicos y personal especializado, para enfrentarlo dando prioridad a protocolos consensuados y homogéneos y tratamientos integrales para los pacientes actuales y futuros.

Dada la relevancia que tiene hoy el cáncer y la que tendrá, resulta urgente establecer una institucionalidad independiente del Ministerio de Salud que lo asesore (como el National Cancer Institute de Francia) o dependiente de este, pero con responsabilidad sobre este importante tema de salud, además de poder de decisión para definir políticas nacionales que involucren desde la prevención hasta las investigaciones científicas, que planifique y coordine la red de prestadores públicos y privados para que trabajen conjuntamente para dar acceso oportuno, eficiente y racional a la atención de los pacientes de todo el país. Por otra parte, la generación de políticas que influyan positivamente en una sociedad que debe tener conciencia de prevención y que asuma que los hábitos de vida saludables son el principal factor protector.

Prevención, diagnóstico precoz para tratamientos más efectivos, centros que reúnan un número mínimo de pacientes necesarios para incrementar el conocimiento y la especialización del personal médico y clínico, además de renovada tecnología, se requieren para un diagnóstico certero y un tratamiento adecuado y oportuno. Además de investigación acorde a nuestras características demográficas y poblacionales, información organizada en un registro único nacional del cáncer -que sea fuente de buena información para el desarrollo y evaluación de estrategias y planes-, protocolos que se adapten a los nuevos desafíos que nos propone la nueva investigación científica, sin olvidar la calidad de los tratamientos, la seguridad terapéutica y el control exhaustivo de esta. Lo descrito, entre otras cosas, son los elementos principales que deben ser abordados en una política nacional de cáncer.

La experiencia de la Fundación Arturo López Pérez, de más de 63 años dedicados de manera exclusiva a la atención integral del paciente oncológico, nos muestra que el cáncer se puede prevenir, se puede tratar de manera adecuada y oportuna, y se puede curar o acompañar en sus distintas fases de la enfermedad.

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