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El centro de Santiago pierde dos importantes librerías

miércoles, 31 de enero de 2018

Vanessa Leal Soto
Cultura
El Mercurio

Se trata de la que Lom Ediciones dirigió 22 años en la Biblioteca Nacional, cuyo espacio se convertirá en un café literario, y la tradicional Proa, de Mac Iver 140, fundada en 1952 por un grupo de españoles.



Se cuenta que el 15 de diciembre de 1952 la Librería Proa inauguró "un poco a la carrera" para aprovechar las ventas navideñas. Los responsables fueron los españoles Adolfo Rodríguez, José Enrique Díez, Manuel Solá, Emilio Girón, Patricia Ilarraz y Celestino Morlans, cuya diligencia permitió, posteriormente, la adquisición de otros locales que se llamaron Noray (Estado 319), Alsino (Providencia) y Cantagallo (Lo Barnechea).

Estos últimos, sin embargo, fueron cerrando con el paso de los años. Lo mismo ocurrió esta semana con la Librería Proa (Mac Iver 140), que a raíz de la crisis de ventas había comenzado a vender libros usados en el último tiempo. Desde mediados del año pasado comenzó su migración a la plataforma de e-commerce www.librosproa.cl.

"La librería no se cierra como institución, porque tenemos otra sucursal dentro de la Universidad de los Andes y una plataforma de comercio electrónico, que es un fenómeno que se está dando en las grandes librerías del mundo", explica Claudia Tapia, gerenta de Libros Proa. "La idea es que la buena literatura esté disponible en nuestra web", señala. Respecto al giro nuevo de libros usados, agrega: "no tenemos en línea, pero la idea es buscar alguna plataforma que nos permita continuar con ese negocio. Como proyecto a futuro, queremos reabrir otro local".

A las causas del cierre de Mac Iver 140, en donde se podían encontrar novedades de diversas editoriales, algunas de ellas exclusivas, en temas que iban desde la literatura hasta las humanidades, Tapia afirma que "el centro no es lo que era hace 40 años, cuando todo se movía por ahí". Hoy, dice, "el público ha cambiado sus preferencias y los barrios donde se mueve y compra". Pero además, Juan Pablo Correa, director de la librería, admitió a La Segunda que "ya no daba para pagar el arriendo".

Librería y café

Esta semana también cierra otra emblemática librería del centro de Santiago. Se trata de la que Lom Ediciones opera desde hace 22 años en la Biblioteca Nacional, frente a la Sala América, y que era especialmente reconocida por su amplia oferta en ciencias sociales. La otra librería de Lom, ubicada en Concha y Toro 29, vende su catálogo propio, además del de las editoriales que distribuye.

Ocurrió así: entre noviembre y diciembre del año pasado, la Biblioteca Nacional hizo una convocatoria pública a licitación para que el espacio se convirtiera en una librería y café, como parte de una optimización de sus espacios. El café se reubicaría en la librería, puesto que el espacio que ocupaba antes estará destinado a los computadores de consulta del catálogo y para actividades de extensión cultural.

"Nosotros estamos utilizando nuestros espacios para dar un mejor servicio. Eso no implica que vayamos a dejar de lado la librería. Lo que queremos es que esta conviva con el café en un solo lugar", dice Pedro Pablo Zegers, director de la Biblioteca Nacional, quien espera que la librería esté abierta a principios de marzo. "La idea es que se haga un remozamiento y se incorpore la librería, en donde, con toda seguridad, vamos a vender todos los libros de la Dibam y la Biblioteca Nacional, que suman unos 500 títulos. Por lo tanto, no es que la librería vaya a cerrar, sino que se retoma lo que históricamente siempre fue: una librería con los libros de la Biblioteca Nacional".

Por su parte, Silvia Aguilera, propietaria de Lom, señala: "Normalmente, hay llamado a licitación para la librería cada cierto tiempo, a los que nos hemos presentado siempre. En esta oportunidad, la preeminencia estaba puesta en un café, no en la librería, y al evaluarlo tomamos la decisión de no hacer un esfuerzo que no tenía que ver con lo que es nuestro saber y experiencia, y no nos presentamos".

"El cierre de librerías es un problema que afecta a la comunidad y que afecta, finalmente, a la cultura y al país", dice Aguilera. "Pero también hay que estar atentos a las librerías que abren y que mejoran. La librería del Fondo de la Cultura Económica, que es, sin duda, preciosa, renueva sus espacios. Y es fantástico que así sea".

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