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El combate que marcó un giro en la Segunda Guerra Mundial:

En el 75º aniversario de la batalla de Stalingrado, Putin refuerza su imagen nacionalista

domingo, 28 de enero de 2018

Nicolás García de Val
Internacional
El Mercurio

Para conmemorar la victoria sobre las fuerzas nazis, el gobierno ruso ha dispuesto proyectos de infraestructura en la ciudad, decenas de eventos que ensalzan el poderío ruso y un enorme desfile militar.



Cambió su nombre pero nunca su significado. La ciudad rusa de Volgogrado (ex Stalingrado) ya forma parte de la identidad del país y, a 75 años de la batalla que la hizo famosa mundialmente, se ha vuelto uno de los engranajes clave de la maquinaria con la que el Presidente Vladimir Putin impulsa sus ideas nacionalistas.

Más de 50 eventos -exhibiciones, conferencias, excursiones históricas, festivales y programas especiales de televisión, entre otros- se han llevado a cabo en la ciudad en los últimos días y culminarán el 2 de febrero, cuando un saludo de artillería dará inicio a la última jornada. Ese día, la histórica ciudad albergará un desfile militar, una ceremonia en honor a los caídos durante la Segunda Guerra Mundial y, por supuesto, un discurso de Putin.

"Es la fecha conmemorativa más importante para todos los rusos y el Presidente no se puede quedar de lado", dijo el secretario de prensa del Jefe de Estado, Dmitri Arenas.

La batalla de Stalingrado -que por más de cinco meses enfrentó a soviéticos con alemanes entre 1942 y 1943- y la victoria ante la invasión nazi marcaron el quiebre definitivo de la Operación Barbarossa, con la que Adolf Hitler buscaba conquistar la URSS, y son un símbolo de orgullo y patriotismo para los rusos. Tanto así que en 2013 se decidió que Volgogrado recuperaría su nombre de Stalingrado en seis días importantes cada año.

"Stalingrado marca un cambio de rumbo general en la Segunda Guerra Mundial, pues representa la primera victoria soviética clara y, a la vez, la primera derrota inequívoca alemana. Los rusos demostraron, bajo Josef Stalin, que tenían no solo la resiliencia, sino también la habilidad operacional para derrotar a los alemanes en su propio juego", dijo a "El Mercurio" Fernando Wilson, académico de la Facultad de Artes Liberales de la Universidad Adolfo Ibáñez.

Los rusos están conscientes de la importancia que tuvo esta victoria y están orgullosos del actuar de su país durante el conflicto mundial, que ellos llaman "la Gran Guerra Patriótica". Un sondeo del instituto independiente Levada da cuenta de que el 83% de los encuestados creen que esta victoria es la más importante de su historia. No por nada la película de mayor recaudación en la historia de Rusia es "Stalingrado" (2013) de Fedor Bondarchuk. Y Putin sabe lo que la ciudad representa.

Además de las decenas de eventos financiados por el gobierno para celebrar la fecha, el Presidente ordenó que se renueve el centro de la ciudad y la ribera del río Volga, al igual que la Estatua de la Madre Patria, la icónica figura de una mujer sosteniendo una espada que protege la cima de Mamayev Kurgan, la colina donde se encuentran las tumbas de los caídos en el conflicto.

Espíritu militar

En los últimos años, Putin ha hecho de la victoria en Stalingrado, y en la Segunda Guerra Mundial, uno de los temas de su mandato, invocándolas cuando habla sobre la anexión de la península ucraniana de Crimea (2014) o sobre el apoyo a los separatistas en el este de Ucrania.

"Las victorias en la Segunda Guerra Mundial refuerzan mensajes que el régimen quiere enfatizar: Rusia es una potencia militar, se debe desconfiar de los vecinos occidentales, etcétera. La militarización de la sociedad es algo que Putin utiliza para lograr cohesión social y es por esto que se inculcan estas ideas en todo ámbito, desde parques de atracciones hasta los colegios", dijo a este diario Gustav Gressel, experto del European Council on Foreign Relations.

Este interés del gobierno por exacerbar los valores patrióticos de la guerra lo ha llevado a fomentar programas de televisión y especialmente películas que ensalzan el pasado militar a través de la Fundación del Cine, que entrega financiamiento a las producciones nacionales que toquen ese tema.

Pero de la misma forma en que las producciones que ensalzan la historia del país reciben la aprobación del gobierno, las que no lo hacen se ganan su ira. El 26 de enero de 2014, un debate televisivo en el canal Dozhd, en el que se cuestionó el actuar soviético en la batalla de Stalingrado, llevó al cierre de la televisora, y esta semana el Ministerio de Cultura prohibió una película satírica sobre la muerte de Stalin, puesto que su estreno en vísperas del aniversario del combate "es un escupitajo para todos los que murieron allí".

Incluso los académicos e historiadores tienen que tener cuidado con lo que publican, pues existe una ley que prohíbe las "visiones revisionistas sobre los logros de Rusia durante la Gran Guerra Patriótica" y que estipula una pena de hasta cinco años de cárcel.

Como dijo el ministro de Cultura ruso Vladimir Medinsky en su libro "Guerra: mitos de la URSS": "En la mitología histórica, los hechos no significan nada. Los hechos solo existen en el contexto de un concepto y solo importan según la interpretación que se les dé".

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