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Su oficina se adjudicó el diseño del Art Mills en una competencia con más de 400 propuestas de todo el mundo:

El "Nobel de arquitectura" chileno, Alejandro Aravena, habla del megaproyecto cultural que diseña con Elemental en Doha

domingo, 28 de enero de 2018

Claudia Ramírez Friderichsen
Economía y Negocios Domingo
El Mercurio

Ganaron un concurso que incluyó exigencias poco usuales, como prescindir de renders y narrar el proyecto. Ahora, viene una etapa de estudio para definir si la superficie, en principio de 83.500 m {+2} , es suficiente para albergar la colección de arte y el resto de la infraestructura. ¿Cambiaron algo después de ganar el Pritzker 2016? "Escogemos los proyectos en los que trabajamos por el desafío profesional que significa...No son más proyectos, pero son cada vez más raros", dice con humor el arquitecto.



La semana pasada, Alejandro Aravena y dos de sus cuatro socios arquitectos, Diego Torres y Víctor Oddó, estuvieron en Doha, Qatar. Para el ganador del "Nobel de la arquitectura" 2016, el Premio Pritzker, fue la primera de la que seguramente serán muchas visitas más al país del Golfo Pérsico en los próximos meses.

En mayo del año pasado, Elemental, la oficina de arquitectos de Alejandro Aravena, ganó el Art Mills International Design Competition , concurso al que se presentaron más de 400 oficinas de arquitectos de todo el mundo, y que significó superar varias rondas preclasificatorias con exigencias poco usuales para este tipo de competiciones. Es que el objetivo no era menor: diseñar un centro cultural líder en el mundo, que alojará una colección de arte y que incluirá museos, espacios públicos para exposiciones y reuniones, entre otros.

Aunque inicialmente se habló de 83.500 m {+2} , la superficie es uno de los aspectos en definición. "Parte de nuestro trabajo es revisar si ese es el metraje que debe tener. Estudiar otros museos importantes en el mundo y saber si el estándar con el que se hizo el concurso o el tamaño que se está pidiendo, es el apropiado para la colección. Que no nos vayamos a quedar cortos, que el souq (mercado islámico) tenga el tamaño que debe tener para ser un polo atractor de personas", señala Alejandro Aravena.

El presupuesto y los plazos de la construcción son secretos que el mandante de la obra, el organismo estatal Qatar Museums -que es presidido por la hermana del emir de Qatar, Sheikha Al Mayassa- mantiene aún bajo siete llaves.

El llamado internacional a concurso partió en 2015, primero para que las oficinas de arquitectos fueran consideradas en una lista larga, de más de 400 candidatos, para después quedar entre 26 preseleccionados. "En la primera etapa, se pedían solo portafolios, en la segunda, se pedía un diseño conceptual en el caso de ser seleccionado. Se pedía una narrativa o relato, eventualmente alguna imagen de maqueta o croquis, pero no renders . Eso es muy poco usual, pero es de las innovaciones que tuvo este proceso, porque te obliga a tener un punto. No solo una imagen, sino sentir en una conversación que lo que estás proponiendo tiene un nivel de creatividad", afirma.

De la lista de 26, pasaron a ser ocho concursantes -instancia donde había arquitectos como Renzo Piano, también ganador del Pritzker-, y luego dos finalistas que se reunieron cara a cara con los clientes. Esto, hasta que se anunció como ganador al consorcio que lidera Elemental, y que además integran los ingenieros alemanes estructurales de SBP, a cargo de los estadios de fútbol en Qatar; la alemana Transsolar, considerada una de las firmas ambientales más importantes del mundo y los consultores canadienses Stantec.

"El proyecto apunta a estar vigente por los próximos 1.000 años"

La iniciativa es parte de un plan nacional con miras a 2030 para transformar Qatar en una especie de hub cultural para la región, comenta Alejandro Aravena. De hecho, está emplazada en una zona portuaria industrial, concretamente en un ex complejo molinero, de ahí el nombre del proyecto Art Mills. Por esto, una de las estructuras que conservarán son los silos "de 35 metros de alto y 8 metros de diámetro. Hay ciertas obras de arte que requieren un tamaño mayor que una sala de 8 metros, entonces creamos unas cavidades mayores", indica.

Otra innovación es que Transsolar diseñó un sistema de enfriamiento de los espacios públicos -llamado sistema de enfriamiento adiabático-, basado en un principio físico básico, usado antiguamente para enfriar termas, cuenta Aravena. En simple, la idea es tomar el agua del Golfo Pérsico en invierno, que tiene una temperatura en torno a los 20 grados, almacenarla en unos acuíferos a 150 m de profundidad y, en verano, cuando la temperatura exterior alcanza los 40 a 45 grados, usar la memoria térmica del agua almacenada para liberarla y hacerla correr por el complejo por una red de serpentines naturales, lo que reduce la temperatura ambiente sin necesidad de equipos. En cambio, para las salas de exposiciones se usa la última tecnología climática disponible, en línea con las exigencias para el arte de primer nivel, precisa.

-El jurado describió su trabajo como sereno. ¿Cuál será su sello personal y el de su oficina en este proyecto?

"Cada vez que hacemos un proyecto, tratamos de responder desde cuestiones muy prácticas, como el funcionamiento, el presupuesto, cuánta energía consumirá el edificio y temas de seguridad. Hay otras variables que son más difíciles de medir, intangibles, pero no menos importantes y entre ellas está el carácter. Una de las cosas que nos propusimos es que este proyecto apuntara a estar vigente por los próximos 1.000 años. Cuando uno mira instalaciones industriales, especialmente los silos, las ruinas arqueológicas son del tipo de cuestiones que quedan. Es básicamente una arquitectura de muros donde la estructura es la arquitectura. En obra gruesa, el edificio está prácticamente terminado.

Cuando el jurado dijo que era un proyecto que le parecía sereno y austero, para nosotros una de las mayores satisfacciones es que hayan leído el proyecto, que por un lado es monumental, enorme, pero a pesar de la escala monumental tiene que ser un proyecto calmado".

-¿Cómo convive el sello cultural que se quiere dar a Qatar, con un país polémico en materia de derechos civiles?

"Uno de los temas que formó parte de nuestra propuesta fue no solo el diseño de un edificio, sino cómo se llega a construir. Cuáles serán, por ejemplo, las condiciones de los trabajadores. Antes de que ganáramos el concurso, como parte de su plan nacional 2030, Qatar hizo una declaración de derechos laborales y nuestra propuesta cayó en una política que ya había sido declarada por ese gobierno".

Efecto Pritzker:"Mantuvimos más menos el mismo tamaño"

Elemental tiene tres líneas de trabajo: vivienda social, la de ciudad, dentro de la cual desarrollan proyectos como 'Somos Choapa' -iniciativa público privada para aportar al desarrollo territorial y bienestar de los habitantes de la zona-, y edificios institucionales, como el centro de innovación de Angelini en la UC, el laboratorio para Novartis en China, y una obra que les acaban de encargar, hacer las oficinas de EDP, de Energía de Portugal en Lisboa, explica Alejandro Aravena.

El centro cultural de Qatar es parte de esta última línea de trabajo, pero hace una salvedad: "Este proyecto será 10 veces más grande que los más grandes que hemos hecho nunca, con 10 veces más de presupuesto, aunque eso es parte de lo que aún es confidencial. Pero es un proyecto de una escala y costos, y de una necesidad de coordinación de otra liga".

-Después de ganar el Pritzker debe haber aumentado mucho la demanda. ¿Han modificado de alguna forma el tipo de proyectos que hacían?

"Somos totalmente conscientes del privilegio que tenemos de tener muchos más requerimientos de trabajo de los que podemos abordar. Nuestra decisión fue que, por la naturaleza de cómo trabajamos, que nos gusta trabajar en los proyectos y no estar administrando una oficina, mantuvimos más o menos el mismo tamaño. Nos asociamos luego con muchas oficinas; si uno contara con toda la gente de los proyectos, crece, pero nuestra oficina sigue siendo la misma. Escogemos los proyectos en los que trabajamos por el desafío profesional que significa una determinada pregunta, porque es algo de lo que no sabemos y requiere un nivel de innovación más alto. No son más proyectos, pero son cada vez más raros (ríe).

Por ejemplo, este mismo proyecto; nunca antes habíamos hecho museos, pero si uno mira atrás, así ha sido nuestra historia. (...) Lo único que tienen en común los proyectos en los que trabajamos es que requieren una cuota de innovación muy alta de parte de nosotros. No es que el cliente haga algo innovador, es que tiene una pregunta para la cual no tenemos conocimiento suficiente, y muchas veces es porque no existe ese conocimiento. Los proyectos que llegan e implican ese nivel de expansión de la disciplina o del conocimiento son los que en principio nos interesa tomar. Eso ocurre en proyectos más sofisticados y complejos como el museo, pero ocurre también en vivienda social".

-Pero hay proyectos más comerciales o corporativos.

"Estamos trabajando las nuevas oficinas del BID, que estarán en la Villa 31 de Buenos Aires. Son 45 mil personas, viviendo ilegal e informalmente entre Retiro y Recoleta, frente al metro cuadrado más caro de la ciudad. Este caso, a través de la localización de una institución muy grande, es una oportunidad para usar a la ciudad como fuente de equidad. Parte de nuestra propuesta es que la infraestructura que se necesitará -vías de acceso y puentes peatonales- serán para dejar a ese barrio más conectado con la ciudad.

En cada programa, hasta el aparentemente más comercial de todos, siempre hay una posibilidad de contribuir al bien común. La arquitectura si algún poder tiene, es poder de síntesis, y mientras más complejo es el problema, mayor es la necesidad de síntesis. Por eso nos metemos en estos ámbitos complejos, porque lo que está en el núcleo de nuestro trabajo, que es hacer proyectos, es ordenar la información en clave de propuestas. No en eternos diagnósticos. Haz una propuesta, asume el riesgo de proponer algo, te puedes equivocar, bueno, lo cambias, lo modificas, lo reevalúas. Estamos sistemáticamente tratando de usar el poder de la arquitectura -el poder de síntesis- para ir a tratar de responder preguntas complejas y en distintos ámbitos, desde vivienda social, infraestructura, instituciones o transporte".

"Lo único que tienen en común los proyectos en los que trabajamos es que requieren una cuota de innovación muy alta de parte de nosotros. No es que el cliente haga algo innovador, es que tiene una pregunta para la cual no tenemos conocimiento suficiente, y muchas veces es porque no existe ese conocimiento".

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