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En la obra "La desobediencia de Marte":

Villoro & Viguera lo hacen otra vez

viernes, 19 de enero de 2018

Magdalena Andrade N.
Reportaje
El Mercurio

La primera vez que Álvaro Viguera trabajó con una obra de Juan Villoro fue en "Conferencia sobre la lluvia" (2015). Ahora reincide con el autor mexicano en "La desobediencia de Marte", un texto que deja sin respiro y que este fin de semana estará en cartelera en el marco de Santiago a Mil. Acá, ambos hablan de sus procesos creativos.



Sobre el escenario es 1600, es de noche y Tycho Brahe (Francisco Reyes) y Johannes Kepler (Néstor Cantillana) están borrachos. Uno es un astrónomo danés que vive en un palacio y que perdió su nariz en un duelo (por eso usa una ostentosa prótesis de oro), conocido como el "notario de las estrellas" por su gran registro de observación de los astros; el otro es un matemático alemán 25 años menor, empobrecido y lleno de enfermedades reales e imaginarias, al que le encanta mezclar en su discurso palabras en latín, y tan miope que apenas puede distinguir las luces en el cielo, pero el único capaz de interpretar los datos que Brahe no sabe cómo analizar.
Maestro y discípulo, Brahe y Kepler se admiran y odian con la misma intensidad. Y se necesitan mutuamente para trascender en la historia de la astronomía.
Con esa relación de amor y repulsión de dos personajes cruciales en la historia de la astronomía parte "La desobediencia de Marte", obra que el escritor, periodista y dramaturgo mexicano Juan Villoro creó el año pasado para estrenar en la versión de Puerto de Ideas en Antofagasta, y que tendrá funciones entre hoy y el domingo, en el Teatro Municipal de Las Condes en el marco de Santiago a Mil.

Pero esta no es una obra sobre ciencia. La astronomía es la excusa para hablar de la naturaleza del ser humano, de la relación entre el actor y el escenario, de por qué Hamlet pudo, quizás, ser la preparación de Shakespeare para escribir a Lear, e incluso para revisar los misterios de la relación padre-hijo.

En una hora y 40 minutos, las capas de este texto se van develando en un montaje que no da respiro: en cada frase se abre una puerta hacia una nueva dimensión.
-El interés (de Puerto de Ideas) fue un estímulo decisivo para emprender una tarea que llevaba décadas posponiendo -cuenta, desde México, Juan Villoro sobre esta obra que él mismo ha contado que tardó muy poco "tiempo astronómico" en escribir: apenas 35 años, entre que leyó sobre la historia de Kepler y Brahe y decidió escribir sobre ella.

La puesta en escena quedó en manos de un conocido: el director Álvaro Viguera ("Tío Vania", "Sunset Limited"), a quien en 2013 regaló, durante un almuerzo, un ejemplar de "Conferencia sobre la lluvia", hermoso monólogo que Viguera puso en escena en 2015 con Alejandro Goic como protagonista.
Para "La desobediencia de Marte", Álvaro Viguera eligió a dos conocidos actores: Francisco Reyes y Néstor Cantillana, quienes se enfrentan en un intenso duelo astronómico y actoral.

Juan Villoro recuerda con mucho cariño el estreno, el año pasado -como semimontaje-, en Antofagasta.

-Allí fue donde viví la "noche de los nervios", cuando una pieza rompe el cascarón y se enfrenta a la reacción del público. El auditorio era muy variado; había astrónomos y científicos, y también convocaba a un muy amplio público. Y fue estupendo contar con dos audiencias muy diferenciadas para una obra con dos registros: los misterios del cosmos y los de esos planetas íntimos, no menos extraños, que son las personas con las que convivimos.

SONIDOS
DEL ALMA. Bajo el escenario, Francisco Reyes y Néstor Cantillana se sacan sus trajes de Tycho Brahe y Johannes Kepler, en un descanso antes de iniciar un ensayo general.

-Mejor casting que este no pude tener -dice Álvaro Viguera.

-Es que Benja (Vicuña) estaba ocupado. Y Ricardo Darín no podía venir -bromea Néstor Cantillana.
Más allá del talento de Reyes y Cantillana, lo que dice el director tiene mucho de cierto: además de Brahe y Kepler, durante el montaje ambos interpretan también a dos actores con vidas muy similares a las suyas: uno ya mayor, que empezó como reputado hombre de teatro y luego tuvo éxito como galán de televisión, y el otro a un teatrista más joven, que se ha movido en la vereda del teatro independiente.

-La obra parte con esta historia de Tycho Brahe y Johannes Kepler, que, digámoslo, es súper específica. Hablan de Uraniborg (observatorio y laboratorio de alquimia construido en Dinamarca por Tycho Brahe), de las musas, de las estrellas: una historia que no sé qué porcentaje de la población puede manejar. Pero luego llega al tema humano, a la trastienda de lo que significa actuar, ser padre, amigo: se abre un tema humano inapelable, que llega a todos -explica Álvaro Viguera.

-Está el tema generacional, también; la existencia mayor (la del cosmos) y la menor (la humana), y el choque de ambas fuerzas. Está el artista consagrado y el off, el independiente. Bueno, Néstor, tú igual haces tele... -dice Francisco Reyes.

-¡Pero sigo siendo independiente! -se ríe Néstor Cantillana.

-¡Y joven promesa! -agrega Reyes, que agradece que Cantillana, con quien ha compartido en teatro, TV y cine (de hecho, ambos están en "Una mujer fantástica") sea su contraparte.

-Si hubiera sido alguien desconocido para mí, habría sido algo completamente distinto. Yo trato de trabajar con amigos, porque son procesos íntimos y necesitas feeling.
Especialmente para un trabajo como este, que en un primer acercamiento les pudo parecer algo árido, pero que han humanizado de tal forma que el público vive y sufre junto a ellos en cada función.

-El "mazazo" de Kepler y Brahe está mirado de una forma que tiene que ver con el humor. Estos tipos están borrachos como en una cantina, pero hablan de cosas elevadísimas. Y la gente reacciona como si estuviera viendo la teleserie. Dicen: ¡Nooooo!, ¡Uhhhhhhhh! Vamos a ver qué pasa en este teatro -cuenta Néstor Cantillana sobre el montaje, que tiene proyecciones de imágenes astronómicas y también "sonidos Alma" convertidos en música por Marcelo Vergara.

-En Antofagasta estuvimos con varios astrónomos y lo que más les llamó la atención fue que tomáramos sonidos de un software creado en el observatorio Alma que capta los sonidos, las vibraciones del planeta. Esos "sonidos Alma" (que pueden conocerse más en www.almasounds.org) los usamos con la música de Marcelo. De eso se habla en la obra, cuando Kepler dice: "Quiero escuchar al universo".

"La obra tiene dos registros: los misterios del cosmos y los de esos planetas íntimos que son las personas con las que convivimos", dice Villoro.  

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