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La Usach será sede de la competencia:

El yoyó revive en Chile con el primer campeonato nacional, que se realiza mañana

viernes, 12 de enero de 2018

AMALIA TORRES
Vida Ciencia Tecnología
El Mercurio

Muchos veinteañeros comenzaron a jugar en el colegio o motivados por los videos de YouTube. Los campeones de la disciplina dicen que el yoyó les permite ganar dinero, viajar, pero que no siempre es buena técnica de conquista.



Si los suma, Paul Kerbel, 22 años, mexicano y estudiante de ingeniería industrial, tiene más de cien yoyós. Ahora trae al menos dos decenas en un estuche y los desparrama sobre la mesa.

Algunos tienen su nombre escrito a un costado, porque fueron diseñados por él -reconocido competidor de México-, otros recuerdan los yoyós de los años 80, redondos y de plástico, pero la mayoría son más parecidos al diábolo de los malabaristas.

Las diferencias del yoyó moderno con el antiguo van desde el rodamiento, que hace que giren más rápido, hasta el hecho de que no regresen a la mano del jugador. "Los yoyós de ahora no suben. Con estos hay que hacer un truco para que regresen a tu mano. Esto es así porque si tienen respuesta, tienes menos tiempo para hacer los trucos", explica Javier Augusto Martínez (22), otro experto mexicano del yoyó y estudiante de Economía. Y poder hacer trucos con los yoyós es lo más importante entre los seguidores de esta disciplina.

Kerbel y Martínez están en Chile para ser parte del jurado del primer campeonato de yoyó que se realizará en el país. Ya hay catorce inscritos para la competencia de este sábado en el salón Víctor Jara de la Usach (más información en www.yoyocontest.cl ).

Uno de los competidores favoritos es el chileno Kevin González (24), estudiante de ingeniería de ejecución eléctrica y quien ya participó en un campeonato en Estados Unidos.

A diferencia de los dos mexicanos que empezaron a jugar yoyó a los 10 años y desde ahí han hecho carrera, Kevin empezó a los 18, cuando llegaron los yoyós modernos a Chile. "Lo malo es que no tenía a nadie que me enseñara. Tuve que aprender con videos en YouTube, practicando por mi cuenta".

Hoy la comunidad de chilenos fanáticos del yoyó la componen personas desde los 16 años, muchos quienes recién comienzan a dominar este juego. La mayoría vive en Santiago, pero también hay jugadores en Antofagasta, Valparaíso, Viña del Mar y Villarrica.

Profesionales

En las competencias de yoyó hay que presentar una rutina acompañada de música. Ahí se cuentan tanto los movimientos que se hagan con los yoyós como la coordinación con la melodía.

Los trucos como "el perrito" -hacer correr el yoyó por el suelo- o "el columpio" -mecerlo entre los cordeles- son ahora considerados pasos "básicos", "de principiantes". Lo que hoy se hace es jugar con uno o dos yoyós al mismo tiempo, pasarlos a través de las piernas o hacer figuras imposibles con movimientos rápidos de las manos.

Para lograr estas piruetas, los principales exponentes dicen que no practican todos los días. De esta forma se cuidan las manos, que son las que más sufren con el roce del cordel -reconoce Martínez-, aunque agrega que algunas veces también se han pegado con el yoyó en la cara. "Pero es muy raro que pase. Es inofensivo... es un juguete para niños", dice.

Gracias al yoyó, Paul Kerbel ha viajado a Japón, Islandia, Estados Unidos, Perú y una larga lista de etcéteras.

"Mi familia al principio no quería que viajara mucho, preferían que me concentrara en la universidad. Pero después se dieron cuenta de que aprendo mucho viajando".

Para Martínez, además de su familia, hay otras personas que no siempre entienden lo que es ser jugador profesional de yoyó.

"Mis compañeros de universidad están haciendo prácticas profesionales, trabajando muchas horas, pero yo gano muchísimo más que ellos. Igual lo ven como algo extraño. Y es más extraño con las mujeres al decirles 'yo juego yoyó'. '¿Cómo que juegas yoyó?'".

Para aprender

Hoy al mediodía habrá una clínica gratuita para aprender a jugar yoyó en el salón Víctor Jara de la Usach. No es necesario llevar yoyós.

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