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Celfin cumple dos décadas, y sus socios fundadores cuentan cómo fueron sus inicios

sábado, 08 de marzo de 2008

LUZ MARÍA ZAMBRANA VILLALOBOS
Economía y Negocios, El Mercurio

Dentro de su historia, destacan su participación en el primer fondo de inversiones de Chile, la emisión del primer ADR latinoamericano, así como también un estilo que cambió las reglas del mercado bursátil.



"Hoy estamos en una posición en la que nunca nos soñamos", afirma Juan Andrés Camus, socio de Celfin Capital. "Comenzamos siendo 5 personas y ahora somos 350", complementa Jorge Errázuriz, el otro fundador, recordando la creación hace 20 años de la empresa.

En este tiempo y con un estilo que rompió los moldes de la bolsa, Celfin ha logrado posicionarse como uno de los actores más relevantes del mundo financiero.

El bichito de lo propio
Su sociedad se remonta a los pasillos de la Universidad Católica, cuando en quinto año de Ingeniería Comercial comenzaron a prestar asesorías de negocios. Pero las ganas de conocer el mundo los llevaron a vivir en el extranjero, lo que condujo al término de ese proyecto.

Luego de esta primera experiencia, ambos recorrieron caminos separados en el mundo de las finanzas. Fue en el banco Bice donde se volvieron a unir laboralmente. Jorge Errázuriz encabezaba la primera banca de inversión en Chile cuando Juan Andrés Camus llegó como gerente de Finanzas.

En 1988, "Juan Andrés me propuso emprender un negocio juntos", cuenta Errázuriz. Con 35 años y sin una idea clara, decidieron renunciar a sus trabajos y planear qué hacer.

"La gente nos encontraba muy arriesgados, porque era el año del plebiscito y dejábamos buenos puestos en tiempos de incertidumbre", comenta Camus. "Pero nosotros le creímos al proyecto Chile y nos fue bien", agrega Errázuriz.

A ellos se unió el cubano Mario Lobo, representando al banco Rothschild, quien tenía mucha experiencia internacional.

Lo que sí tenían claro es que querían una empresa moderna. "Nos dimos cuenta de que había un cambio cultural apoyado en la tecnología", comenta Camus. "Tomamos clases de computación antes de saber cuál iba a ser el foco de la empresa", agrega.

Su forma de trabajo también fue innovadora para la época. Decidieron tener una sola oficina para los tres, como en una reunión permanente. "Es un modelo de responsabilidad compartida, todos éramos partícipes de las decisiones de todos los socios", afirma Errázuriz.

"Las estrellas se alinearon", afirma Camus refiriéndose al primer negocio importante de la firma. Emilio Bassini, apoyado por el banco Salomon Brothers, buscó su asesoría para crear el primer fondo de inversiones dedicado a Chile, el que aún se transa en Estados Unidos. Para The Chile Fund Inc., "levantamos US$ 75 millones en una época en que la bolsa chilena transaba unos US$ 2 millones al día", cuentan.

Este éxito los llevó de nuevo a trabajar en conjunto con Salomon Brothers, nuevamente en otro proyecto innovador, el lanzamiento del primer ADR de una empresa latinoamericana.

"Fue todo un año de trabajo duro en el que se tuvieron que crear nuevas regulaciones", comenta Errázuriz. Finalmente, CTC comenzó a cotizar en norteamérica, captando US$ 50 millones.

Pisando fuerte
El paso a tener una corredora de bolsa fue natural. Compraron una pequeña empresa y en 10 años la llevaron a ser número uno en transacciones y en utilidades.

En este tiempo, el "estilo Celfin" marcó al mundo financiero. En 2001, se presentaron al remate de un paquete de acciones de Colbún, logrando un mejor precio que el Deutsche Bank, que lideraba la operación.

Luego, en 2005, se quedaron con la colocación del año, la apertura en bolsa de Cencosud. Sin embargo, lo que más ruido provocó fue cuando la compañía norteamericana Anheuser-Busch contactó a Deutsche Bank y a LarrainVial para la venta del paquete accionario que tenían en CCU y que llegaba al 20% de la propiedad de la compañía.

Celfin levantó un libro paralelo y se quedaron con la operación, provocando un quiebre en las reglas implícitas que hasta entonces se manejaban en el mercado bursátil.

"Nosotros nos permitimos repensar lo establecido. Empujamos la competitividad del mercado", afirma Jorge Errázuriz. "Salimos a buscar las oportunidades, en vez de esperar a que nos lleguen solas", agrega Juan Andrés Camus.

La nueva etapa
Más adelante se viene la internacionalización de la compañía, con oficinas en Perú y Colombia. Sin embargo, no se cierran a otras alternativas. "Hay que estar donde las cosas pasan y acompañar a nuestros clientes", afirma Camus.

Para dejar el día a día y tener una perspectiva más estratégica, ambos pasan a puestos directivos. Juan Andrés Camus deja la gerencia general a Alejandro Montero, para asumir como presidente, y Jorge Errázuriz pasa a ser vicepresidente.

Pero otro de los objetivos es que la empresa se independice de la figura de sus socios fundadores. "A pesar de que no nos estamos desligando, queremos que Celfin se institucionalice por sí misma", afirma Errázuriz.




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