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El "salto" de Pablo Guilisasti en una empresa independiente

lunes, 10 de marzo de 2008

Felipe Castillo Montt
Economía y Negocios

Mientras su familia se encarga de la Viña Concha y Toro, él creó el club de paracaidismo Los Andes, junto a dos socios. Se encuentra en EE.UU. jugándosela por subir la calidad del deporte en Chile.




Tres años atrás, Pablo Guilisasti, hijo del director de la Viña Concha y Toro, y otros dos profesionales y apasionados del paracaidismo de caída libre en Chile, Julio Muñoz y César Espósito, se aburrieron de tiritar de frío 45 minutos arriba de un avión Cessna-206 (una "reliquia" de los años 50 que provee la Federación Chilena de Paracaidismo).

Y es que cada vez que querían subir a nueve mil pies de altura para luego saltar al vacío, tenían que hacerlo en un avión con la puerta abierta en un proceso lento. "Pateando la perra hace tres años con el "Pollo" (como le dicen a Pablo, quien también es director de la exportadora Greenvic), un día dijimos: "¿por qué no traernos un avión?"", cuenta Muñoz.

Así que juntaron ganas y US$ 800 mil, y se trajeron un avión Comp-Air 8 con turbina , que los lleva a 14 mil pies de altura en tan sólo 10 minutos, con calefacción y puerta para seis paracaidistas. "Como un Ferrari afuera de la casa", sigue Muñoz, con una comparación que representa a cabalidad la opinión de quienes crearon el club privado SkyDive Los Andes.

Un obstáculo superado

El paso siguiente fue conseguir una zona (o "dropezone") en Chiñihue (en la comuna de Melipilla) y construir un hangar para que sus 30 miembros pudiesen volar. "El proyecto es un negocio por un lado y reporta las utilidades necesarias para que funcione, pero antes que eso, es lo que hemos querido hacer toda la vida", comenta Guilisasti.

El avión se cayó en noviembre pasado por una mala maniobra del piloto, lo que no derribó la ambición de estos apasionados. Guilisasti está en EE.UU. haciendo las gestiones, porque en mayo traen uno igual. Y lo mejor, se traen un instructor de vuelo profesional. Es una apuesta, y las fichas están puestas en que suban el nivel del deporte en Chile.

El paracaidismo en Chile es actualmente un deporte con estándares de calidad muy por debajo a los de EE.UU. u otros países en Latinoamérica. Los costos de practicarlo aquí implican un curso de entre $400 y $500 mil, ser parte de un club (un costo de $5.000 mensuales) para tener la autorización de saltar con el avión de la federación y cada salto cuesta $20.000.

La propuesta del club privado de Guilisasti, Muñoz y Espósito tiene una cuota de incorporación de $250.000, y cada salto cuesta entre $15.000 y $17.000. Un paracaidista de esta academia, Sebastián Pavez, sacó las matemáticas, que explican el porqué de su membresía: el tiempo que el deportista está en el aire. "Antes tenías 20 segundos de caída libre, ahora pagas un poco menos y tienes un minuto entero, por lo que progresas más en las piruetas; con más tiempo en el aire, recuperas la plata de la inscripción".

Además, con el ingreso de este avión no sólo entraron a romper barreras de tiempo y comodidad, sino que también respecto de las normas básicas de seguridad en los clubes, ya que exigen el uso de equipos nuevos y su revisión en cada salto, para no tener problemas en el aire, y su apuesta es que todos comiencen a adoptar modelos de seguridad internacionales.

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