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Entrevista a la economista internacional Dambisa Moyo, antes de su visita al país:

"Muchos cambios a nivel global hacen difícil entender cómo y cuándo ocurre el crecimiento"

domingo, 07 de enero de 2018

Juan Pablo Toro V.
Internacional
El Mercurio

Autora de best sellers sobre temas internacionales e integrante de varios directorios, repasa con "El Mercurio" los desafíos de la actualidad.



Si bien las previsiones de crecimiento mundial del FMI para este año lo sitúan entre un 3% y 4%, la economista global Dambisa Moyo (Zambia, 1969) reacciona con cautela cuando se le consulta si es momento de ser optimista.

Reconoce signos positivos en la creación de empleos y la baja inflación, pero advierte sobre la presencia de múltiples desafíos estructurales en el horizonte.

"Un 3% de crecimiento es decente para países desarrollados, pero para los mercados emergentes, donde vive el 90% de la población mundial, no es suficiente, porque para duplicar el ingreso per cápita en una generación hay que crecer entre un 7% y 10%. Y muchos de los mercados emergentes, como Sudáfrica, Rusia y Brasil, solo están creciendo entre 1% y 2%", sostiene en entrevista telefónica con "El Mercurio" desde Nueva York, previa a su visita a Chile, invitada por el Consejo Minero, para dictar una conferencia el próximo jueves 11.

Doctora en Economía de la Universidad de Oxford y magíster de Harvard, explica que el crecimiento actual está apalancado por bajas tasas de interés y estímulos financieros amplios, lo cual podría revertirse este año, obligando a generar respuestas innovadoras en materia de políticas públicas.

"El problema que enfrentamos ahora como economistas es que pensamos que el crecimiento proviene de tres fuentes: capital, trabajo y productividad, siendo el último el ingrediente más importante. Ya que explica cerca del 60% de por qué un país crece y otro no. Y la productividad ha estado en declive en muchos países desarrollados. Estamos en una situación donde hay muchos cambios ocurriendo a nivel global", afirma.

Menciona como parte de esos cambios el impacto de la tecnología en el mercado del trabajo, con la eventual destrucción de empleos; el vertiginoso aumento de la población mundial; la desigualdad de los ingresos, y los enormes montos de deuda que se están acumulando, tanto a nivel soberano como personal.

"Son todos factores que hacen más difícil entender cómo y cuándo ocurre el crecimiento de una forma sostenible", afirma la autora del libro "Edge of chaos: Why democracy is failing to deliver economic growth and how to fix it", que aparecerá en abril.

DEMOGRAFÍA

Tras visitar más de 80 países, a Moyo le cuesta admitir cuál de todos los desafíos es prioritario, porque rehúye las respuestas simples. Pero a la hora de escoger, apuesta por uno:

"Nunca se ha dado el ritmo de crecimiento de la población mundial que vemos hoy, ni en la historia ni en la prehistoria. Y no ocurrirá de nuevo cuando la población mundial empiece a declinar hacia el 2100. Estamos en un período muy único en el mundo, donde hay países como India, que aportan un millón de nuevas personas al mes. Este es un desafío real a la economía global, por más difícil que sea ranquear estos desafíos", dice la autora de los best sellers "Dead Aid" y "How the West was lost".

CRISIS

Ante los pronósticos que dicen que 2018 puede ser un año complejo -por un error de cálculo de una potencia o una catástrofe natural-, la doctora Moyo apunta a una variedad de escenarios, más que a un factor detonante de una eventual crisis.

Cuenta que en Wall Street y el mundo financiero -ella está en boards de firmas como Barclays Bank, Barrick Gold y Chevron- se mira con atención las posibles alzas de las tasas de interés que debería hacer este año la Reserva Federal de EE.UU. y la reducción de los programas de estímulo en ese país, lo que podría reducir liquidez.

Pero también apunta a riesgos geopolíticos como Corea del Norte, la compleja relación con Rusia y la preocupante situación de Venezuela. Y luego dirige sus dardos al populismo y la volatilidad política en Europa.

"Puede que no haya un detonante económico, sino más bien uno político. Todo esto es muy difícil de equilibrar", reconoce.

REFORMA EN EE.UU.

La economista es cauta ante los efectos de la reciente reforma fiscal en EE.UU. -que redujo del 35% al 21% la tasa corporativa- en el crecimiento a largo plazo de esa economía. El escenario, explica, tiene que completarse con otras políticas públicas y con las decisiones que tomarán las empresas respecto de los fondos adicionales de los que dispondrán: si los ahorran o los reparten como utilidades no habría efecto, si lo invierten para mejorar sus negocios, sí.

También identifica presiones del previsible aumento del déficit fiscal, entre 2,80% y 10% en los próximos años según Oficina del Presupuesto del Congreso (CBO), por la menor recaudación y por gastos obligatorios en seguridad social.

CHINA MAÑANA

Moyo suele advertir que la mirada sobre la economía de hoy es muy táctica y poco estratégica. Sin embargo, si hay un país que suele proyectarse en el tiempo es China, donde sus autoridades trazan metas hacia el 2049, centenario de la fundación de República Popular, que incluyen mantener un ritmo de crecimiento de 6,5%.

La economista reconoce que el gigante asiático tiene muchas fortalezas en capital, trabajo y productividad. Y empieza por detallar su enorme fuerza laboral, las reservas internacionales, el desarrollo de tecnología y el sostenido repunte de sus universidades.

Pero ahí está de nuevo la alerta temprana: "Ninguna economía crece de forma lineal. Si pasara algo con Corea del Norte, afectaría severamente lo que los chinos han proyectado, porque el riesgo geopolítico podría reducir los negocios. Además, China no está aislada, es parte de la economía global, y si el resto de la economía global no es capaz de desplegar recursos como hemos visto y se desata una batalla inflacionaria, China sufriría por eso".

También apunta a factores internos como el manejo de las políticas públicas de bienestar ante el envejecimiento de la población, de más de 1.300 millones de personas. "El gobierno tiene que ser estratégico, porque todas las alternativas son multigeneracionales", agrega.

INTEGRACIÓN Y PROTECCIONISMO

Cuando arrecian los vientos proteccionistas del norte, Moyo se confiesa una "promotora de la integración regional, no solo en términos comerciales, sino también de capitales".

Aunque reconoce que hay factores políticos que pueden poner obstáculos, como el nacionalismo y el deseo de mantener el control sobre las decisiones nacionales, insiste en que la integración es un buen camino para avanzar: "Vengo de un país pequeño (Zambia), que ahora tiene 15 millones de personas y al que le es muy difícil competir en una economía global, frente a países que son mucho más grandes en términos de población y PIB, y que pueden imponer su voluntad y ejercer poder de una forma mucho más eficiente".

En esa misma línea no considera problemática la dependencia que han desarrollado países latinoamericanos de China, primer socio comercial de Chile y Brasil, e inversionista clave en Argentina y Venezuela. "Hace sentido tener relaciones comerciales simbióticas. Claro que tenemos que ser sensibles a cómo se desarrollan estas relaciones comerciales. Realmente, creo en la globalización", afirma la autora de "The winner take all", libro referido al apetito de Beijing por los recursos naturales. Todo, dice, se trata de estar dispuesto a vender lo que el otro necesita.

"Estamos en unperíodo muy único en el mundo, donde hay países como India, que aportan un millón de nuevas personas al mes. Este es un desafío real a la economía global".

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