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EL PRIMER SINDICATO DE MUJERES EN CHILE

martes, 09 de enero de 2018

Por Monserrat Miranda arrau
Las primeras mujeres que abrieron camino en Chile
El Mercurio

La agrupación, que este año cumplió 130 años desde su creación, nació en un taller de costureras de Valparaíso, como una forma de denunciar las condiciones laborales a las cuales estaban sujetas las trabajadoras de la época.



En 1908 Sara Cadiz, una obrera chilena, escribió una carta a las trabajadoras del país, que fue publicada en el diario La Palanca. En el texto Sara explicaba la importancia de que las mujeres se organizaran si querían protegerse de los abusos; hacerse pagar un salario que corresponda a los sacrificios aportados al trabajo; disminuir las horas de éste, y abolir la jornada nocturna.

Como Sara Cadiz, hubo muchas otras que pensaban igual. Una de ellas fue Micaela Cáceres, una costurera de Valparaíso, quien en 1887 creó el primer sindicato de mujeres en Chile, luego de que una de sus compañeras del taller de modas "Casa Günter", muriera por no tener el dinero necesario para sus gastos médicos. Ocho días después de su muerte, con el apoyo de la Sociedad Filarmónica de Obreros de Valparaíso, Micaela logró reunir a más de 150 trabajadoras de esa ciudad, para firmar la creación de la Sociedad de Obreras de Socorros Mutuos de Valparaíso en 1887.

La Sociedad de Obreras -como pasó a llamarse con el tiempo- tuvo lugar 34 años después que la creación de la Unión Tipográfica de Santiago, fundada en 1853 y conocida como la primera organización sindical de Chile. Las mujeres no fueron incluidas en ninguna de las sociedades que fueron surgiendo a partir esta unión, ni siquiera en la Sociedad Filarmónica de Obreros de Valparaíso, a la que pertenecía Micaela Cáceres, antes de organizarse con sus compañeras.

Sin un apoyo claro por parte del Estado o de sus compañeros, las obreras chilenas consiguieron reproducir este nivel de organización en Antofagasta, con la Sociedad de Obreras, Instrucción y Socorros Mutuos N° 1, dirigida por Eloísa Zurita, quien asumió el participó en el Congreso Mundial de Librepensadoras de 1906 en Buenos Aires, donde habló de la necesidad del divorcio absoluto y la igualdad legal de todos los hijos.

Con la aparición de estas organizaciones -concentradas en el norte y Valparaíso- la idea de agruparse tomó fuerza. En 1891 nació la Sociedad Unión y Fraternidad de Obreras, y en 1903 se creó la Federación Cosmopolita de Obreras en Resistencia, en Valparaíso, una agrupación de costureras y obreras del calzado, dirigida por Clotilde Ibaceta, que anunció en su nacimiento: "Ha llegado el momento de formarnos con la bases sólidas de la emancipación de obreras para hacer desaparecer el foco de miseria porque atraviesa nuestro sexo, pues hoy nos consideran como unos seres inútiles de la sociedad".

La historiadora cubana Asunción Lavrin, explica en su libro "Mujeres, feminismo y cambio social en Argentina, Chile y Uruguay", que las mismas malas condiciones descritas en el manifiesto de esta Federación fueron registradas por distintas mujeres de América Latina, desde fines del siglo XIX. Esas denuncias apuntaban a que la mayoría de las trabajadoras eran menores de edad y ganaban menos que los hombres que hacían su mismo trabajo, o incluso menos que los niños.

En "La historia contemporánea de Chile", los historiadores Gabriel Salazar y Julio Pinto, escriben que para 1920, el mutualismo había alcanzado 700 sociedades en todo el país, de las cuales, se calcula, un tercio eran de mujeres. Aún así, en 1918, en una carta escrita por la religiosa Eugenia Marín Alemany, integrante de las Congregaciones Marianas Jesuitas, detalló los abusos laborales y sociales bajo los cuales vivían las trabajadoras chilenas, incluso más de 30 años después de la creación del primer sindicato de mujeres: "La mujer obrera vive en ciertos oficios bajo el régimen de un salario irrisorio, luchando con una miseria inmerecida. En algunos de ellos, no gana ni para su sustento diario. Ella que fabrica tantos objetos de lujo, carece de los articulos más necesarios para la vida; no puede liquidar su presupuesto, ni siquiera derrochando sus fuerzas y energías, pareciendo por esto muchas de nuestras obreras, la imagen de la muerte". *

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