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Marino Morikawa

domingo, 17 de diciembre de 2017

POR Sebastián Montalva W.
Conservacionistas
El Mercurio

Utilizando nanotecnología, este científico peruano logró limpiar en 15 días un humedal que estaba absolutamente contaminado. Ahora intenta hacer lo mismo, pero en el famoso -y amenazado- lago Titicaca.



Le decían "sal de allí, chino loco". Le gritaban que se iba a enfermar. Pero Marino Morikawa (40 años) tenía una idea fija: debía salvar el humedal El Cascajo, en Chancay, distrito de Huaral, al norte de Lima, Perú. Un lugar sucio, contaminado con aguas servidas, rodeado por un basural y donde había un tipo de planta invasora llamada lechuga acuática (Pistia stratiotes) que, al reproducirse, impide el paso del oxígeno y, cuando muere, se sedimenta y convierte en lodo, secando el humedal.

Este humedal parecía algo que todos daban por perdido. Salvo él.

Marino Morikawa -científico peruano-japonés nacido en Huaral, que ya a los 12 años recorría los Andes masticando hojas de coca con su padre, y que había partido a hacer una maestría en energías renovables en la Universidad de Tsukuba- conocía este lugar desde niño: allí nadaba con sus primos mientras sus tíos pescaban.

Un buen día de 2010, mientras estaba en Japón, recibió una llamada de su padre, quien le dijo que El Cascajo se estaba muriendo. Morikawa, sin pensarlo dos veces, tomó un avión y se devolvió a Perú. Debía hacer algo.

La decisión podría haber parecido una locura, pero no: en Japón, Morikawa ya trabajaba con un equipo con el que había recuperado 30 hábitats naturales en Asia y África. Y lo que hizo en El Cascajo fue, en resumen, esto: analizó la situación del lugar, se metió él mismo al humedal con un traje especial, convenció a decenas de personas de la comunidad para que lo ayudaran a limpiar y aplicó un innovador sistema llamado "micro nano burbujeo", cuyo objetivo es devolver el oxígeno a las aguas muertas a través de la inyección de burbujas 10.000 veces más pequeña que las de una gaseosa, con iones positivos y negativos que generan una alta concentración de energía, lo que hace que las bacterias se adhieran a esta nanoburbuja y, como no logran escapar, se autodestruyan.

En solo 15 días de ardua labor con las nanoburbujas, Morikawa comenzó a ver los primeros resultados: pronto pudo confirmar que El Cascajo se había salvado. Para 2013, este sitio ya estaba recuperado en un 98 por ciento y alrededor de 80 mil aves -migratorias y residentes- habían vuelto. Y con ello, llegó también el turismo.

El siguiente paso fue lógico: ¿por qué no seguir haciendo lo mismo, pero en otros ecosistemas de Perú? Con su equipo de trabajo llamado NANO+7, Morikawa se propuso salvar el 70 por ciento de los hábitats naturales de Perú, entre ellos el famoso lago Titicaca, el más grande de Sudamérica (que comparte con Bolivia), afectado por la contaminación. Su proyecto piloto, llamado Reto 15-Titicaca, fue puesto en marcha entre julio y octubre recién pasado en la zona de Espinar, una bahía interior del lago donde hay una laguna de oxidación colapsada que recibe las aguas residuales generadas en la ciudad de Puno. Tuvo éxito: a través de la introducción de mangueras y filtros en el lago para generar un "micro nano burbujeo", y la aplicación de una solución orgánica al agua para clarificarla y limpiarla, Morikawa logró recuperar dos kilómetros cuadrados del lago en solo 15 días.

Pero ahora la idea es ir por más y descontaminar el lago completamente, en un plan a largo plazo -en cooperación con el gobierno de Bolivia, privados, ONGs y voluntarios- que debiera partir en 2018. "No nos importa no descansar", le dijo en septiembre pasado al diario El Comercio de Perú. "La cosa es demostrar. Decirle no solamente al Perú, sino a todo el mundo, que todo hábitat sí se puede recuperar".

Más información: Facebook.com/morikawaphd

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