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El año 2007 dejó positivas cifras en materia de desempleo. La cesantía cerró el año con 7,1%, siendo la más baja en los últimos nueve años y acercándose a la que tenía Chile antes de la crisis asiática. Se crearon 176.000 empleos y bajó el nivel de desocupación en todas las regiones, salvo la VI y VII.
Buenas cifras en un tema que ha sido de especial preocupación para el país en los últimos años, pero que esconden detrás otros números que no son tan auspiciosos, como la tasa de participación laboral. Las cifras evidencian que en Chile la cantidad de personas que trabajan es baja.
Según cifras de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la tasa de participación laboral mundial en 2007 alcanzó 70,5%, mientras en Chile el indicador llega al 54,9%, alejado también de otros países de la región (ver infografía).
Vale decir, del total de personas mayores de 15 años, poco más de la mitad está con trabajo o buscando alguno, constituyendo el grupo de la población que sustenta la economía nacional. ¿El resto? Se considera inactivo.
El diagnóstico
"El tema es importante y nos preocupa", comenta el ministro (s) del Trabajo, Mauricio Jélvez. "Pero en la participación laboral hay que definir dos tendencias. Una muestra un cuadro donde la participación laboral de los hombres tiende a ir a la baja, 0,3 puntos porcentuales en relación a 2006, pero con una buena tasa de 71,4%". Un descenso desde 1990 (74,6%) que podría producirse por la mayor participación escolar a nivel secundario, por el aumento de la cobertura, lo que retrasa el ingreso a la fuerza de trabajo.
Pero para Jélvez, el principal responsable de estas cifras de participación global sería otro: "El problema está en la incorporación de las mujeres a la fuerza de trabajo", analiza. "La gran brecha que presenta Chile en la materia en relación al promedio internacional está en las mujeres". Respecto al promedio de la OCDE, que muestra 60% de participación femenina, estamos muy lejos. Esa diferencia, a juicio del funcionario, sería la que afecta la tasa nacional, pese a que ha mostrado un alza sostenida en la última década. De 35,7% en 1999, pasó a 39,1% el año pasado.
"Impresionan estas cifras", sintetiza categórico Felipe Silva, analista del instituto Libertad y Desarrollo. "Son considerablemente más bajas que el promedio internacional. Tanto en género como por edad", agrega el economista, quien coincide en el análisis respecto a las bajas tasas de participación femenina. Y aunque aclara que explicar estos indicadores es "bastante complejo", aventura posibles causas: "Hay barreras culturales. Por ejemplo, el machismo es un factor importante".
Jélvez complementa, asegurando que "muchas mujeres tienen una visión valórica más conservadora", aunque precisa, "eso está cambiando. Hay una transformación cultural, una condición de mayor igualdad en el desarrollo profesional ante los hombres", explica.
Cómo revertirlo
Un punto que enfatiza el Gobierno es el del capital humano. Según Mauricio Jélvez, "la incorporación a la fuerza de trabajo está ligada a los esfuerzos para aumentar la cobertura de escolaridad y aumentar la retención. En definitiva, a ampliar el capital humano para tener una mayor capacidad de empleabilidad", resume el ministro (s), quien pone el caso de Argentina y Uruguay como referencia. "Ellos tienen mayor participación laboral porque el capital humano calificado está de antes. Nos llevan una ventaja en eso".
Felipe Silva pone énfasis en este aspecto de la discusión, sobre todo en sus efectos en los quintiles más bajos. "Si se analiza por quintiles, la situación es aún más preocupante. En el primer quintil, según la Encuesta CASEN 2006, tenemos una tasa de participación de 50%. Entonces, si no todos estudian, ¿qué están haciendo?"
Desde el Gobierno, Jélvez explica que hay políticas tendientes a aumentar la participación en el mercado laboral, pero que están directamente relacionadas con la red de protección social que construye el Estado. "A través de esta red, estamos facilitando la inserción de los distintos grupos. Por ejemplo, con la creación de 1.700 nuevas salas cuna, les damos la posibilidad de que salgan a buscar trabajo", comenta Jélvez.
Aun así, esas medidas parecen ser insuficientes, pues la evolución en ocho años de la participación femenina ha sido de cuatro puntos porcentuales. Una fuente ligada al tema asegura que "es importante una mayor flexibilidad", tendiente a facilitar la contratación. "Hoy veo al Gobierno más preocupado de proteger el trabajo de los ya empleados. Hay señales, pero falta desarrollar capital humano".