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Volvo XC40 Prueba internacional

La maravilla de no manejar un auto

miércoles, 13 de diciembre de 2017

Leo Mellado
Clasificados Especial
El Mercurio

Aunque no es un vehículo autónomo, tiene tecnologías que le permiten hacer más cosas por su cuenta que lo usual.




Enviado especial a España

Como asertivamente dijo una colega: esta vez Volvo invitó a la prensa especializada del mundo "a no manejar un auto".

 

Exageraba, por supuesto, porque el nuevo XC40 no es un vehículo de conducción autónoma, pero tiene suficientes cualidades en ese sentido como para justificar la afirmación. Y a eso habrá que empezar a acostumbrarse.

 

El tercer SUV en la gama de la marca se suma a otros SUV premium de entrada, como los Audi Q3, BMW X1, Land Rover Evoque, Mercedes-Benz GLA o Mini Countryman, entre otros, en la lucha por conquistar los favores del público.

 

De tamaño inferior al XC60 (4,42 metros de longitud frente a 4,69), el Volvo XC40 apunta alto desde el principio y eso lo quiso mostrar en una prueba de manejo en los alrededores de Barcelona.
A nuestra disposición hubo ejemplares diésel D4 de 190 cv y T5 a gasolina de 247 cv con acabado R-Design. Ambas versiones van con una caja de cambios automática de 8 marchas Geartronic y, como se sabe, ambas motorizaciones desplazan 2 litros.

 

Lo primero que llama la atención del Volvo XC40 es su diseño, que transmite una personalidad más joven que la de sus hermanos mayores XC60 y XC90. Esta característica está potenciada por las decoraciones previstas (con un llamativo interior naranja entre ellas), que también son innovadoras puesto que se trata del primer Volvo de serie que ofrece una pintura de carrocería bicolor.
En conjunto, ofrece una sensación de auto más juvenil, pero sin olvidar el aspecto práctico que se espera de este tipo de vehículos.

 

Lo más interesante de su aspecto es que no coincide demasiado con el estilo de los otros SUV de Volvo. Es decir, comparten la máscara cóncava y el prominente símbolo de la marca al frente, así como otros detalles, pero es lo suficientemente distinguible como para esperar con ansias el diseño de unos eventuales XC30 o XC50.

 

Es al entrar en el XC40 cuando se nota un exhaustivo trabajo en el diseño para ofrecer un máximo aprovechamiento del auto. Sus cotas son generosas, tanto delante como detrás, y el maletero ofrece una capacidad (460 litros) que, sin ser la mayor de su clase, se revela como suficiente para las necesidades habituales de carga.

 

En lo que sí destaca el XC40 es en el buen aprovechamiento del espacio disponible mediante gran cantidad de espacios útiles (es el primer Volvo que incorpora bandeja de recarga por inducción para celular) y una excelente modularidad del maletero. Este, dividido en dos pisos, dispone de una cubierta plegable que sirve para compartimentar la carga y organizarla, sujetándola y con prácticos ganchos para colgar las bolsas de la compra.


Además, abatiendo los respaldos posteriores mediante un botón, se consigue una capacidad máxima de 1.336 litros con un suelo que queda completamente plano al abatir los asientos.
Por lo demás, el diseño interior es atractivo y acogedor, resultando más alegre que el de sus rivales alemanes. Pero en lo que sí superan estos al Volvo XC40 es en la calidad de algunos materiales plásticos, un poco por debajo en el sueco.


La ergonomía de mandos es en conjunto buena, con una completa visión de la información en la consola del conductor y buen tacto en la mayoría de los mandos. Dos puntos criticables son la mejorable ergonomía del sistema multimedia en la pantalla central, que requiere demasiadas manipulaciones para cada función, y el funcionamiento del selector del cambio automático, al que le falta precisión en el tacto para notar que hemos engranado la posición D y R o viceversa.


El rodar del nuevo modelo aporta mucha suavidad y comodidad sobre asfaltos buenos. En el acabado R-Design la suspensión es muy eficaz en carreteras buenas. Los lomos de toro se pasan con suavidad de hatchback, lo que es meritorio en autos que portaban neumáticos de 20 pulgadas.

 

En la dinámica del Volvo XC40 prima ante todo la seguridad. La tracción 4x4 y las ayudas electrónicas aportan una estabilidad muy conservadora y sin sobresaltos. Podemos recurrir a los diferentes modos de conducción seleccionables, que actúan sobre la respuesta del acelerador, tacto de la dirección y el reparto de fuerza sobre la tracción. El resultado en el modo Dynamic aporta unas buenas sensaciones, pero no se puede hablar de un comportamiento netamente deportivo.


No obstante, lo más llamativo es el empleo de los sistemas de ayuda inteligente a la conducción; es decir, los sistemas de apoyo semiautónomos. Su empleo está principalmente orientado a las carreteras, por las que este vehículo puede circular por propia iniciativa hasta a 130 km/h. Regula la velocidad, reconoce las señales de tránsito, puede frenar en emergencias...

 

Y lo hace perfectamente. Casi siempre. En uno de los modelos que manejamos, el sistema mantuvo al auto en su pista de circulación, pero rebotando suavemente entre las líneas demarcatorias de un lado y otro como pelota de pong. Otros autos no mostraron ese comportamiento. "Ajustes de software", explicó un ingeniero de la marca para explicar el fenómeno.

 

Incluso con ello, la sensación que deja el XC40 es que estamos a punto de un cambio fundamental en la industria. Uno en el que este Volvo será recordado como uno de los primeros.

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