domingo, 24 de febrero de 2008
Bernardita Serrano Bascuñán
Enfoques, Economía y Negocios
La firma de capitales estadounidenses Marco Chilena pasó de construir, en Iquique, buques pesqueros a verdaderos "palacios flotantes". Ya ha vendido tres y están en negociaciones con cuatro posibles compradores.
Ascensores, helipuertos, gimnasios, saunas, espacios para guardar botes y lanchas limusinas de hasta 10 metros, salas de reuniones y tecnología de última generación tienen los mega yates que el astillero de capitales estadounidenses Marco Chilena está construyendo en Iquique.
El primero de ellos, de 75 metros de largo, estará listo a fines de año y será entregado a un empresario de origen italiano que dirige un selecto grupo de restaurantes.
Él fue el primero en confiar en el proyecto de la empresa, que desde los años 60 construye barcos para la industria pesquera en Chile y que en los últimos años ha entregado cinco "atuneros" a empresas internacionales.
Pero, para ser exactos, no era la primera vez que la compañía construía un yate de lujo. En 1996, pero en el astillero que tenían en Estados Unidos, un príncipe de Arabia Saudita, que en ese minuto era jefe de las Fuerzas Armadas, les encargó un yate por el que pagó US$ 25 millones y que tenía un espacio para estacionar su hidroavión.
En otras oportunidades habían hecho reparaciones a embarcaciones de lujo, sin tomar la decisión de entrar de lleno al negocio. Pero la desaceleración de los pedidos a nivel local, por los cambios en las cuotas de extracción de pescado, golpearon a la industria. Ahí decidieron abrirse al mundo y exportar.
Vuelta de timón
Fue en 2005 que iniciaron la investigación del negocio de los yates de lujo. "Nos llamó la atención la gran demanda mundial, y vimos que ahí podíamos proyectar nuestro negocio por muchos años", cuenta Hans Schmidt, presidente de Marco Group. Contrataron a uno de los diseñadores más reconocidos e idearon un yate para comenzar a promocionarse. Así llegaron a uno de los "brookers" de venta de yates más importantes del mundo, y a través de ellos el primer cliente los contactó.
Ese fue el punto de partida. Hoy están trabajando en dos yates que encargó uno de los empresarios más importantes de Israel. Compró uno para él y el otro para venderlo una vez que llegue a su poder. Como se trata de un negocio que trabaja con plazos que pueden llegar a los cuatro años, el empresario vio aquí una oportunidad a explotar. Es que en el mercado de los mega yates, las propiedades no pierden su valor como un auto, sino que se valorizan en el tiempo, cuenta Hans Schmidt.
Negocio de lujo
Una cosa es el casco y las terminaciones generales. Otra muy distinta es como se "viste" a los yates por dentro. Para hacerse una idea, para un yate que están negociando actualmente y que mide 105 metros de largo, sólo para los interiores se hizo un presupuesto de US$ 20 millones, pero el comprador incluso ha pensado en contratar a algún reconocido diseñador para que se encargue de todos los detalles. Aquí, el cielo es el límite. Todo depende de cuánto esté dispuesto a pagar el dueño.
En abril debiera concretarse el negocio para este cuarto mega yate, pero ya están en conversaciones con otros cuatro potenciales clientes.
