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Cinco estafas que remecieron al mercado financiero

sábado, 23 de febrero de 2008

HUGO HERNÁNDEZ DONOSO
Economía y Negocios Online, El Mercurio

Corfo, Santander, SII y Banco de Chile fueron víctimas de engaño a causa de los vacíos en el sistema bancario y legal.







Corfo: Caso Inverlink

"Están todos corriendo como ratas, nadie se quiere quedar acá", decía en febrero de 2003 el jefe de la mesa de Inverlink, Patricio Collarte. Faltaban sólo tres días para que estallara el caso que le costó $85 mil millones a la Corfo y que, de paso, vulneró toda la confianza existente en la bolsa de valores.

El "habiloso" e "introvertido" Enzo Bertinelli, gerente general de Inverlink, no recibió el correo electrónico de costumbre. Ése que con cierta frecuencia le enviaba desde el computador del Presidente del Banco Central (BC), Carlos Massad, la secretaria personal de éste, Pamela Andrada.

Un error al escribir el correo develó el fraude: Andrada enviaba información privilegiada sobre las decisiones futuras del BC.

Al hacerse público el escándalo comenzó una corrida que lentamente iba dejando sin fondos a Inverlink. Fue ahí cuando el holding liderado por Eduardo Monasterio recurrió al método que los habría enriquecido entre 1991 y 2003: solicitar papeles prestados de Corfo.

La corredora empezó a operar con esos papeles y consiguió que instituciones como el BBVA, Scotiabank y Santander las compraran. En la maniobra fue clave la participación del operador de Corfo, Javier Moya. Este retiraba los documentos del banco y por medio de Inverlink lo entregaban a terceros para luego cobrar los intereses pertinentes.

"El lunes les tengo el dinero en cash. La venta de AFP Magister está lista", dijo Monasterio a los encargados de las oficinas del holding. Ese mismo lunes renunció y se entregó a la justicia.

Bice y Security: Caso Ballesteros

Con personal encubierto, un trabajo depurado de más de un mes y sigilosas pesquisas a partir de un documento que liquidó, se pudo lograr la captura del empresario y abogado español Jaime Ballesteros, el 15 de julio de 1993.

No podía ser menos para este alto y canoso hombre que, con documentos falsificados y múltiples identidades, logró estafar a innumerables empresas por más de $3 mil millones. "Os felicito, finalmente me han capturado", respondió un impactado y autómata Ballesteros a la Bridec.

El ser ex gerente en un banco español le permitió percatarse de las informalidades en el endoso de documentos existentes en Chile.

"Les juro que es algo que está fuera de mis manos", respondió a los más de 5 mil accionistas de la Compañía Frutera Suramericana, donde controlaba el 68% del capital. Al ver que su barco se iba a pique, decidió aprovecharse de una quiebra fraudulenta para vender cartas de crédito de la frutera nacional.

"Con el fin de su libertad cerca endosó documentos a un testaferro participante con una cédula adulterada. Luego los fotocopió y transó en la banca nacional", indican en la Bridec. La movida le costó a bancos como el Security y BICE más de US$ 1 millón.

SII: Lozapenco

Corría 1991 y Francisco Palma tenía la posibilidad de, al menos por unas horas, salir de su reclusión en Capuchinos. "Si ya lo hice una vez, nada me impide embolsarme unos US$ 15 millones ahora. Creo una empresa a nombre de mi señora y repito la operación. Seguro resulta", se decía para sí mismo.

Con el nombre de Margarita Germany comenzó a exportar programas computacionales falsificados a Estados Unidos, los que sobrevaloraba para recibir el correspondiente 10% de premio a las exportaciones no tradicionales. Con eso llegó a acumular un engaño por más de $25 mil millones al SII y otras instituciones.

Antes de ser detenido por el FBI en Nueva York, Palma se adjudicó, junto a su señora, la empresa Lozapenco. A través de ella comenzó a realizar ventas al exterior de WC y palos de escoba, con un precio que cuadruplicaba al normal. Las ganancias, que bordearon los US$ 45 millones, le permitieron dar trabajo en la zona de Penco, y a Palma, además, tener un club de fútbol rentado que llevaba el nombre de su empresa.

La Ley Jubileo le permitió salir de la cárcel antes de lo presupuestado, lo que le permitió seguir con sus andanzas. La Bridec lo sorprendió dos veces en 2003, una por tratar de cobrar un cheque falso por 2.700 dólares, y otra por falsificación de escritura pública para retirar fondos de una minera de Australia. El mismo Palma reconoció manejar cuentas por US$ 2 millones en Suiza.

Banco de Chile: El colapso de Michelson

Nunca figuró un vínculo con estafas en los antecedentes de Winston Michelson, químico farmacéutico de 72 años. Eso hasta que fue arrestado el 6 de febrero de 2008 por una presunta estafa al Banco de Chile en más de $4 mil millones.

La ocasión que tanto esperan los estafadores llegó a manos de Michelson. Había una posibilidad de colapsar el sistema de depósitos, el plan perfecto para acusar al banco de negligente por no percatarse de la falencia.

La técnica era depositar cheques abiertos y a la orden por cerca de $700 millones en la Sucursal Seminario del Banco de Chile. El dinero quedaba registrado en la cuenta 00-4679110 e, inmediatamente, el químico les daba orden de no pago.

Esta doble instrucción hacía que tras la anulación del cheque el dinero fuese a una cuenta de rechazo que, con el correr del tiempo, se convertía en saldo disponible.

Al día siguiente, Michelson iba a la sucursal de Ahumanda para convertir su "mágico" ingreso en un vale vista a nombre de la sociedad que tenía con sus hijos, la Sociedad Inmobiliaria Sovial.

El repetir la operación en ocho ocasiones le permitió quedarse con $2 mil millones. Algo que él y su abogado aseguran estar dispuestos a pagar, aunque insisten en la desidia del Banco de Chile al hacer efectivo los cobros.

Santander: Phishing
Un notebook, conexión inalámbrica y toda la tecnología digital a su disposición le bastaron a Heder Barriga Ramos, de 24 años, para engañar al Santander y sus clientes por más de $500 millones desde la comodidad de su hogar en Chiloé, según el relato del fiscal a cargo del caso, Carlos Gajardo.

Con el seudónimo de "Anacrón" lideraba una banda dedicada al phishing (captación de números de tarjetas de créditos y claves a través de páginas falsas).

El estudiante de informática creaba y diseñaba las páginas. Al obtener las claves movía los fondos a instituciones en las cuales se podía emitir vales en línea. Luego, a cambio de una comisión del 10%, un universitario iba a cobrar los documentos.

El computador personal de Barriga reveló que contaba con cerca de 3 mil víctimas potenciales. Entre ellas, casi la totalidad del Congreso Nacional, pues el hacker se aprestaba para enviar su correo fraudulento a Alberto Cardemil y Camilo Escalona, entre otros. Su cruzada terminó cuando fue detenido y formalizado por estafa en mayo de 2007.

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