lunes, 04 de diciembre de 2017
Economía y Negocios
Comenzó su emprendimiento con $10.000, una paila y damascos regalados. Las primeras mermeladas las hizo en un fogón y envasadas en plástico. “Todo el mundo dice que los emprendedores nacen, yo lo hice por una necesidad”, afirma, ya que quería financiar los estudios universitarios de su hija. “Ni siquiera tengo la enseñanza media completa. Yo quería que mi hija tuviera algo más y gracias a mi trabajo ella pudo terminar la universidad”, cuenta.
Al principio no le fue bien y tuvo algunas malas experiencias, pero agradece haberse equivocado porque dice que le ayudó a aprender. Uno de los profesores de su hija le dijo que sus mermeladas evocaban sentimiento y le recordaban a su propia abuela y fue entonces que decidió dedicarse a ello definitivamente.
Hoy es una destacada emprendedora de Atacama, con su marca Lorenza del Carmen, que nombró así en honor a su madre, quien con 87 años todavía la ayuda en su producción. Consiguió fondos estatales y se capacitó durante tres años en el Instituto Nacional del Alimento de la Universidad de Chile para poder comercializar sus productos, que distribuye a lo largo del país e incluso llegó a exponer en Italia de la mano de Indap. Vende tres días a la semana en una feria en la calle Prat en Vallenar, en una feria de artesanos que se dedican a preservar los sabores del Valle del Huasco y en Santiago sus productos están en la tienda Mundo Rural, ubicada en Plaza de Armas.
