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directora de chile 21

Gloria de la Fuente

martes, 05 de diciembre de 2017

Fotografías: Sergio AlfonSo lópez.
Crónica
El Mercurio

más cercano. Y eso no ?Trato de tener un liderazgo ?Yo soy de una familia muy poco política, y diversa. Mi madre, Gloria, ha sido peluquera vida, y mi papá es procurador. Estudió Chile, pero vino el Golpe y mi papá, que estudiaba a la vez, no pudo continuar con sus porque con cinco hijos se le hizo muy difícil. mayor. Mi abuelo materno era agricultor en la de Pichidegua (VI Región), dedicado el gran problema del mundo político es que está encapsulado en sí mismo?



Mi sueño era estudiar Literatura -dice Gloria de la Fuente, cientista política y directora de Chile 21, 39 años, una hija de 9-, sentada en su oficina en La Reina, mientras mueve las manos como revelando, a través de este simple gesto, que esta declaración es algo que pertenece a su ámbito privado.

-Siempre he escrito cuentos, poesía, y soy muy pudorosa con las cosas que escribo, porque cuando uno escribe un cuento, hay algo del alma de uno que se devela. Empecé a escribir a los 15 años. Eran historias de verano, de playa, de amor.

"Debes comportarte como una señorita", "debes ser profesional para no tener que depender de nadie", "debes casarte y formar una familia", "la mujer del César debe ser y parecer", "debes verte bonita", "debes ser inteligente", "debes ser buena madre, buena esposa, buena amante y buena hija", "debes envejecer con dignidad". "Debes, debes, debes".

Así comienza el cuento que Gloria escribió hace un tiempo, y que en su inicio lleva una cita de Simone de Beauvoir: "No se nace mujer: llega una a serlo". En ese, titulado "Debe ser mujer", y en otros textos de su autoría se repiten palabras como soledad, futuro, memoria, existencia, alma y, sobre todo, mujer. La mujer como un ser transformador.

-Yo soy de una familia muy poco política, y muy diversa. Mi madre, Gloria, ha sido peluquera toda su vida, y mi papá es procurador. Estudió Derecho en la Chile, pero vino el Golpe y mi papá, que trabajaba y estudiaba a la vez, no pudo continuar con sus estudios, porque con cinco hijos se le hizo muy difícil. Yo soy la mayor. Mi abuelo materno era agricultor en la comuna de Pichidegua (VI Región), dedicado básicamente a la tierra, una persona con muy baja instrucción, que con mucho esfuerzo construyó una pequeña fortuna. Mi abuela, por el lado de mi papá, era costurera y mi abuelo tenía trabajos esporádicos. Entonces, mi familia es de harto esfuerzo. Y mi propia familia nuclear es también de harto esfuerzo, y, sin embargo, mis hermanos y yo estudiamos en la educación superior. Yo soy cientista política de la Católica y estoy terminando mi doctorado en Ciencias Sociales en la U. de Chile. Ya entregué mi tesis, y estoy esperando dar mi examen de grado.

-¿Por qué escogió Ciencias Políticas?

-A mí me interesó estudiar el fenómeno del poder, porque el poder finalmente transforma las cosas. El poder llevado de mala manera, enriquece o transforma la vida de unos pocos. El poder llevado de buena manera, que es como debiera funcionar la democracia, transforma de manera positiva la vida de muchos. Y, en esta lógica o dinámica del poder, por supuesto que hay una dimensión de género, donde existen inequidades. Y esto tiene que ver con el ejemplo de mi mamá y de mi abuela, dos mujeres muy luchadoras, tratando de sacar adelante a sus familias, como existen muchas en el mundo y en la sociedad chilena. Hay un porcentaje importante de mujeres jefas de hogar, que en general son de sectores muy desposeídos, que es de donde finalmente es el origen de mi familia. Y esas mujeres luchan por sacar adelante a sus familias, en condiciones de mucha asimetría. (...) Las mujeres cumplen múltiples roles y yo sentí que eso que también tiene que ver con la administración del poder o la distribución del poder en la sociedad, que es el objeto de estudio de las ciencias políticas, es parte también de mis motivaciones. Entonces, finalmente llegué a esta disciplina por la obsesión de entender que el poder transforma al mundo.

-Ha hecho un máster, diplomados y ahora un doctorado, ¿por qué sistematizar el aprendizaje académico?

-Porque tengo hambre de saber. De hecho la dedicatoria de mi tesis, que es para mi hija Magdalena, de 9 años, dice: 'Porque esto siempre fue para ti y por ti'. Porque, además, en el transcurso de este proceso de doctorado me separé; nosotras nos fuimos a vivir solas a un departamento. Ha sido también un proceso de aprendizaje que tiene que ver con muchas de las cosas en las que uno cree. Y también se lo dediqué 'a todos aquellos cientistas sociales que construyen conocimiento no solamente para que duerma en nuestra biblioteca'. Creo en la disciplina para construir conocimiento que transforme la vida de las personas. Por eso me gustan los temas que tienen que ver con calidad de la democracia, la transparencia, y la participación. Esos son tres temas donde yo creo que está el camino.

Lejos de la élite

-¿Cómo ve su propio liderazgo?

-Al no provenir de una élite en particular, nunca he dejado de relacionarme con lo que ha sido mi mundo, mis mismos amigos de la universidad, del colegio, de la vida, y tengo amigos de la política ahora. Me cambié a un departamento, pero sigo viviendo en La Florida, donde llegué a los 5 años. Entonces, nunca he perdido el sentido de la realidad, que siento y creo que es el gran problema del mundo político en general, que tiene un discurso que está encapsulado en sí mismo, disociado con lo que le pasa a la gente en la calle. Mi liderazgo tiene que ver con imprimirle, por supuesto conocimiento, pero por sobre todo, sentido común. Tiene que ver con tratar de persuadir a los demás para invitarlos a ser parte de un proyecto y no imponer cosas. Yo tengo un liderazgo para nada impositivo

-¿Qué es lo más difícil de manejar un equipo?

-Lo más difícil es hacerse cargo de la diversidad. Al principio, para mí, cuando recién asumí la fundación (Chile 21), es primero el hecho de ser mujer. Antes había habido mujeres, pero este es un equipo muy masculino. Ahora hemos ido incorporando mujeres, de a poco. Las mujeres, en general, enfrentamos esto de ser miradas siempre como con distancia o con más sospecha. A ver a ver, qué nos viene a contar esta persona. Sí, lo sentí

-Usted tiene 39 años, ¿influyó la edad? ¿Sintió paternalismo del mundo masculino?

-No, porque yo tengo un rasgo de personalidad que no deja que eso suceda. En una reunión, yo tengo clara la tabla. Vamos a hacer, esto, esto, esto. Qué opinas tú, tú, tú, listo, cerremos. Corto y eficiente. Me cargan las reuniones eternas, largas, donde en el fondo se discute, pero no se llega a ningún acuerdo. Para mí la reunión exitosa es la que tiene 3 o 4 acuerdos al final. Y tareas distribuidas, eso es para mí una reunión exitosa. Cuando no puedes hacer esa síntesis, probablemente te pasaste en el discurso, puede haber sido todo una lata.

-¿Qué pasa cuando un equipo está en crisis?

-Trato de tener un liderazgo más cercano. Y eso no ocurre por ser mujer, sino por una empatía mínima, y la empatía no es una condición femenina, es una condición humana de ponerse en los zapatos del otro. Todas las personas enfrentan en su vida situaciones complejas, y uno tiene que tener la empatía para comprenderlos y para poder aceptar los tiempos de las personas. Pero, al mismo tiempo, saber orientar o saber hacia dónde va una institución.

-En los momentos difíciles, ¿qué cualidades suyas la ayudan?

-Lo primero: No hablo golpeado, pero soy persuasiva. Y lo segundo, es no desesperarse. Cuando hay momentos complejos, de crisis, lo peor es desesperarse. Uno tiene que pensar dónde quiere estar, tres pasos más allá de la crisis. Cuando uno piensa que quiere estar tres pasos más allá de la crisis, uno busca los caminos para poder salir. Las crisis generan, en general, esta situación como nublada, donde no sabes para dónde caminar, qué hacer. No, yo trato de respirar profundo, preguntarme dónde quiero estar después de esto, y en función de eso buscar los caminos de salida.

-¿Cuál es el mejor consejo que le han dado?

Fui asesora y jefa de gabinete de Paulina Veloso. Ella fue súper importante para mí. Es una mujer de liderazgo fuerte, y aprendí con ella que uno puede ser una mujer fuerte, pero además ser súper empática. Es una persona muy cálida y abierta, pero cuando ella tiene que hablar fuerte, es capaz de golpear la mesa y creo que eso es importante.

-Pero a ella, la Presidenta le pidió la renuncia.

-Lo primero que uno entiende es que los cargos públicos, particularmente a este nivel, no son perennes. Nadie es dueño de un cargo y uno está en ese tipo de espacio, como ministro de Estado, para servir a un proyecto de gobierno. Y si en un momento uno no es útil, es súper digno tomar sus cosas e irse, porque te pidieron la renuncia. Pero me parece que renunciar es parte de las deslealtades. Entonces, cuando la Presidenta le pidió en ese minuto la renuncia a Paulina, ella de la manera también más prudente, que me pareció más noble, más atinada, la aceptó y se fue muy tranquila por lo demás.

-Para usted, ¿renunciar es una deslealtad?

-Abandonar el bote se constituye en una especie de deslealtad, por más desavenencias que haya. Yo creo que los últimos episodios de renuncia que hemos visto (durante el actual Gobierno), no son una buena manera de construir una coalición.

-Cuando contrata, ¿cuál es la pregunta clave

-No soy de estar encima de las personas, pero sí me gusta que la gente responda. Entonces, ponemos metas y estas se tienen que cumplir. Si no es posible en los tiempos determinados, todo es conversable. Valoro cierta autonomía para trabajar. Y pocas veces he incorporado a equipos a gente de la que yo no tenga alguna referencia al menos.

-A usted le ofrecieron ser candidata al Congreso y dijo que no, ¿cerró la puerta

-No, para nada. A mí la política me encanta. La miro como una actividad súper noble. No lo descarto para nada, pero cuando me lo ofrecieron en esta oportunidad, claro la primera pregunta que me hice, y tiene que ver con la lógica y la política del cuidado, fue: pucha y qué hago con mi hija, el cuidado, las responsabilidades, y un poco me asusté

-Pesaron las mismas cosas que les pesan a todas las mujeres.

-Exacto y por la misma razón creo que la apuesta es poner esta conversación en común. La política del cuidado tiene que ser una cosa mucho más compartida. Probablemente, mi circunstancia es muy distinta porque además soy jefa de hogar y tengo una hija más chica. Pero, claro, cuando pienso en el futuro de mi propia hija, me gustaría que ella el día de mañana tampoco enfrente las limitaciones que tienen que ver con estas cosas, con estas desigualdades.

-¿Cómo evalúa la puesta en marcha de la ley de cuotas para aumentar la participación política de las mujeres en la reciente elección?

-En esta elección mejoramos algo, pero creo que si miras con lupa, el resultado fue desigual por coaliciones y partidos. El desafío en adelante para los partidos será empezar el trabajo de promoción de liderazgos con mucha antelación. He conocido mujeres muy valiosas en todos los partidos que lamentablemente siempre se topan con un techo de cristal para asumir posiciones de liderazgo. Es imprescindible relegar el patriarcado de la política.

-En diez años más, ¿dónde estará Gloria de la Fuente?

-Ah, no sé, feliz espero. Mi preocupación por la felicidad es permanente, y trato de hacer cosas que me hagan profundamente feliz. Y en diez años, voy a tener casi 50 años, la mitad de la vida. De aquí a los 50 haré todas las contribuciones que pueda en documentos, papers y demases, y en algún momento me animaré a escribir los cuentos y novelas que me encantarían en la vida. Y en diez años más, me gustaría ver eso consolidado y cristalizado, puede ser en el Parlamento o en otra actividad pública. También, como ministra, pero en roles más políticos. Creo que es un déficit en este país ver a mujeres en la toma de decisiones reales y no solo en los sectoriales. 

Por Pilar Segovia I.

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