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Expertos sugieren profundos cambios a la franquicia tributaria Sence

martes, 19 de febrero de 2008

PABLO OBREGÓN CASTRO
Economía y Negocios, El Mercurio

El sistema de incentivos para capacitación que ofrece el Estado adolece de mecanismos adecuados de medición de impacto y de pertinencia de los cursos que se realizan. Entre 2004 y 2006, su uso cayó 34%.



La franquicia tributaria Sence, tal como está concebida, podría tener fecha de término cercana. La idea de multiplicar el número de trabajadores capacitados al año y de incrementar drásticamente las horashombre de enseñanza no se cumplió, y no se va a cumplir con el actual esquema.

Entre 2004 y 2006, el número de sociedades que han usado esta herramienta cayó en 34%. Claramente, no se está cumpliendo el objetivo de cubrir a más compañías, especialmente las pequeñas, a pesar de que el número de capacitados ha subido. Del mismo modo, cada chileno capacitado exhibe apenas 15 horas de formación lectiva, cifra que contrasta con las 50 horas hombre que promedia el mundo desarrollado.

Y es que todavía pena el frenazo que implicó para el sistema capacitador la administración de los directores Daniel Farcas y Jossie Escárate. Durante el mando del primero se destaparon los escándalos por una enorme cantidad de franquicias asignadas a contribuyentes, que supuestamente habían capacitado a sus empleados en la escuela de Siglo XXI. Esos cursos nunca se realizaron, y Farcas tuvo que presentar su renuncia al cargo.

Al llegar Escárate, simplemente se cortó por lo sano: se excluyó del sistema a todas las pequeñas y microempresas que, eventualmente, podrían estar utilizando fraudulentamente la franquicia. Como forma de compensación se les ofreció un sistema de subvención directa que no tuvo éxito, pues los recursos asignados a cada contribuyente se hicieron escasos (Foncap).

Pero no sólo eso. Tal como advierte el director del Programa de Competencias Laborales de Fundación Chile, Hernán Araneda, el sistema de franquicias que ofrece el Estado adolece de los mecanismos de medición de impacto adecuados. Aparte de las horas hombre que se miden, no existen indicadores sobre la pertinencia de los cursos ni sobre las capacidades que, efectivamente, adquieren los trabajadores.

Además, los organismos que intermedian entre las empresas y los centros de formación técnica que entregan capacitación vía Sence, no deberían estar vinculados con las instituciones que ejecutan los cursos. No obstante, esto ocurre y, según expertos, aquello no permite que el mercado opere de forma más transparente, tanto en términos de la calidad de los cursos que se compran como de su precio.

El beneficio tampoco es atractivo para todas las empresas, pues el monto máximo que se reintegra -1% de las rentas imponibles previsionales y que se encuentran topadas en 60 Unidades de Fomento- hace que el beneficio se cope rápidamente.

En defensa
Con todo, hay algunos que defienden los elementos positivos del sistema. Para el presidente de la Corporación de Capacitación de la Cámara Chilena de la Construcción, Bernardo Ramírez, sería peligroso desbaratar todo el esquema de capacitación, por el solo hecho de que favorece a las grandes empresas, cuando el problema es cómo incorporar a las pequeñas.

Una de las ideas que está dando vueltas es eliminar la franquicia tal como está concebida y reemplazarla por una subvención directa al trabajador, de modo que él pueda elegir libremente qué cursos adoptar.

Tal como advierte una investigación de Hernán Araneda, siendo el empleador quien toma la decisión de compra de los cursos, difícilmente tendrá incentivos para capacitar a sus trabajadores en temas que refuerzan la empleabilidad de las personas, por el riesgo de no poder apropiar los beneficios de esa inversión.

Una propuesta específica al respecto es avanzar hacia un sistema en que la decisión de compra esté en el propio trabajador y no en su empleador.






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